Algunos de los que, en un nuevo aniversario del 23-F, se escandalizan de que un grupo de guardias civiles irrumpieran en las Cortes no han dicho una sola palabra cuando el presidente del Banco Central Europeo «el «delegado principal» del gran capital franco-alemán y norteamericano- intervino en el Congreso ¡a puerta cerrada! ¿El Congreso es un «templo inviolable»? Depende. Si vienes como representante oficial de Washington y Berlín «dictarás» los mandatos sin molestos testigos. Todos los «programas especiales» sobre el 23-F en los grandes medios tienen un mismo objetivo: ocultar la intervención norteamericana en el «golpe de timón». Y no es por la «memoria histórica» sino por el rabioso presente. Para poder seguir interviniendo y saqueando España hoy deben ocultar su intervención en el pasado.
23-F: Todos los caminos conducen a EEUU“Conexión Washington”Hace tres años, en la presentación de un libro sobre el 23-F, el periodista José Oneto afirmaba: “no hay duda de que los servicios secretos norteamericanos conocían el golpe del 23-F”.
Los hechos que confirman esta afirmación son abrumadores.
A todos en España pilló de sorpresa la irrupción de Tejero en el Congreso… A todos menos a Washington.Las bases norteamericanas de Torrejón, Rota y Morón estaban en estado de alerta y sus pilotos acuartelados, cuatro días antes del golpe. No hay duda de que los servicios secretos norteamericanos conocían el golpe del 23-F (José Oneto, periodista español)
Y en fechas anteriores, buques de la VI Flota, de maniobras en el Mediterráneo, son “emprados” hacia Valencia –justo donde Milans se alzará, sacando los tanques a la calle-.
Durante las horas en que estaba en juego la democracia en España, aviones estadounidenses de inteligencia electrónica del 86 Escuadrón de Comunicaciones desplegados en la base de Ramstein (Alemania), sobrevolaron España interceptando las transmisiones entre las diferentes unidades del Ejército.
La misma mañana del 23-F, el sistema de control aéreo USA (SAC: Strategic Air Command), con su estación central en Torrejón de Ardoz, anula al Control de Emisiones Radioeléctricas español (el sistema de comunicaciones del alto mando militar español)… esperando acontecimientos.
Pero no crean que la intervención norteamericana se limitó a “tomar precauciones” mientras Tejero ocupaba el Congreso.
Durante los meses previos al 23-F, el embajador norteamericano en España, Terence Todman, y el jefe de la Estación de la CIA en Madrid, Ronald Estes, mantienen constantes reuniones con generales, coroneles y altos mandos del Ejército, pulsando su estado de ánimo y su disposición ante la “posibilidad” de que haya un golpe de Estado.
El gobierno de Suárez conoce estos contactos, y llega a protestar abiertamente de ellos ante el embajador Todman. Pero éste no hace el menor caso. Y, además de “visitar” cada domingo a Milans del Bosch en Valencia, el 14 de febrero de 1981 –nueve días antes del golpe y con Suárez ya dimitido– el embajador norteamericano se reunirá en una finca de Logroño con el general Armada, el militar “elegido” para encabezar el “golpe político”.
Las evidencias de la intervención norteamericana –antes, durante y después- en el 23-F son abrumadoras.
¿Alguien ha pedido explicaciones? ¿O es que hay que mantener oculta la intervención yanqui en 1.981… para que en 2.013 siga “ejecutándose” a través de los recortes impuestos por el FMI?De la “asonada” de Tejero a la dimisión de SuárezEl golpe que sí triunfó el 23-FTejero acabó rindiéndose. Los guardias civiles abandonaron el Congreso. Milans se vio obligado a retirar los tanques de las calles de Valencia.
El golpe fracasó.
Quien piense esto olvida un “pequeño detalle”. Cuanto Tejero irrumpió en las Cortes, se celebraba el debate de investidura de Calvo Sotelo.
Llegará a ser presidente gracias a la accidentada dimisión de Adolfo Suárez. Y su único legado será aprobar la entrada de España en la OTAN, que más tarde Felipe González ratificará.
¿Cuál era el verdadero objetivo de la campaña de desestabilización que culminó el 23-F?
Lo contestó el nuevo secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, cuando proclamó, inmediatamente después de haber tomado posesión Ronald Reagan, que “España debe fijar día y hora para su entrada en la OTAN”.
En noviembre de 1.980, el editorial del “Arma del Pueblo” (antecedente del De Verdad) se titula: “La victoria de Reagan: peligro inminente para España”. «El objetivo de toda la campaña de desestabilización que culmina el 23-F era imponer una rápida integración de España en la OTAN, a la que Suárez se oponía»
Al invadir Afganistán, la URSS ha intervenido en una zona que el reparto del mundo establecido desde la IIª Guerra Mundial adjudicaba a EEUU. Desafinado abiertamente el reparto del mundo.
La burguesía norteamericana decreta el fin de la política de contención representada por Carter. Y coloca en la Casa Blanca a un “halcón” como Ronald Reagan.
Fortalecer el “vientre blando” de Europa, incorporando de forma inmediata a España en la OTAN, es uno de los puntos fundamentales de la contra-ofensiva norteamericana.
Pero los dictados norteamericanos encuentran en Adolfo Suárez un escollo inesperado.
En su congreso de 1978, la UCD abre el horizonte para una futura integración española en la OTAN. Pero a condición de que se apruebe con un amplio consenso parlamentario.
En las elecciones de 1.979, la entrada en la OTAN desaparece del programa electoral de UCD. Y en la sesión de investidura tras su renovado triunfo, Suárez anuncia que la integración en la OTAN no está en la agenda inmediata de su gobierno.
Pero la rebeldía de Suárez ante los mandatos norteamericanos no termina aquí. Visita a Fidel Castro en Cuba, quebrando el bloqueo impuesto por Washington. Recibe en Madrid con honores de jefe de Estado a Yasser Arafat, al que entonces EEUU incluía en la lista de terroristas más buscados. E incluso se atreve a enviar una delegación española a la Cumbre de Países No Alineados, gesto insólito en un país que tiene bases militares yanquis en su territorio.
A partir de este momento, la defenestración de la línea neutralista encarnada por Suárez se convierte en una obsesión para EEUU, que necesita una España dócil e inmediatamente integrada en la OTAN.
Con este objetivo, se activan todos los Todos los mecanismos de intervención interna que los servicios de inteligencia norteamericanos han ido construyendo en paralelo e incrustando en el seno del nuevo régimen democrático.
De repente, España parece sumergirse en el caos.
Todos –desde el “terrorismo de extrema izquierda”, ETA y GRAPO, hasta la “violencia ultra”, desde la totalidad de los grandes medios, vinculados a la “derecha, como el ABC, o a la “izquierda”, como el País, la CEOE, la cúpula de la Iglesia…- disparan con balas de plata contra Suárez.
Su “eliminación política”, el verdadero objetivo del 23-F, orquestado desde Washington, contempla diferentes alternativas y niveles.
En primer lugar, forzar su dimisión, y su sustitución por un candidato del mismo partido gobernante, la UCD, dispuesto a cumplir los dictados norteamericanos e integrar rápidamente a España en la OTAN.
Pero también, dada la resistencia de Suárez, se contemplaron “otras alternativas”.
La de imponer un gobierno de concentración nacional presidido por un militar. Esa era la “vía Armada”.
Alfonso Armada era el general escogido para formar un gobierno compuesto por los elementos más proyanquis de “la derecha” y “la izquierda”. Que incluía tanto a políticos procedentes del franquismo, como a ministros socialistas –Enrique Múgica-, o incluso comunistas –Sole Tura o Tamames-.
Y el “último cartucho” en la recamara era imponer una Junta Militar –opción ya ejecutada por Washington en Turquía- que ejecutara “manu militari” las órdenes imperiales.
Los “tres golpes” –el que, a la postre, triunfó, imponiendo la sustitución de Suárez por Calvo Sotelo… y los que fracasaron, tanto la “solución Armada” como el “Tejerazo”- eran en realidad un mismo y único golpe. Cuyo objetivo principal era encuadrar a España en el “redil norteamericano”, y evitar a toda costa que pudiéramos emprender un camino autónomo.
La urgencia norteamericana acabó provocando “problemas de descoordinación”. Cuando ya se había “consumado” el golpe, y Calvo Sotelo se disponía a pronunciar un discurso de investidura donde anunciaba la integración de España en la OTAN… la trama “ultra” del 23-F, que había sido activada por Washington, tomó las promesas por realidades… Y ocupó el Congreso.
Tejero acabó fracasando… porque el golpe para el que trabajaba había triunfado. El gobierno de Calvo Sotelo, y posteriormente los gabinetes presididos por Felipe González, consumaron los designios norteamericanos –encadenándonos a la OTAN… o a los dictados del FMI- de una forma mucho más efectiva que pudiera haberlo hecho cualquier Junta Militar.