Cataluña vive una aguda batalla. Pero ya no está marcada por las coordenadas del “procés”. Ahora se da en otros términos: el control de los 140.000 millones de fondos europeos.
La pelea por los fondos
Hace un año, Quim Torra intervino en la Cambra de Comerç de Barcelona, llamando a los empresarios catalanes a “rebelarse contra el Gobierno español”.
Ahora, otro presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, ha vuelto a intervenir en la misma institución, pero con un mensaje muy diferente. Poniendo por delante el desarrollo económico, e instando a la “colaboración de los empresarios en las alianzas público-privadas” para maximizar los beneficios de los 140.000 millones de fondos europeos que España recibirá, de los que al menos 30.000 recalarán en Cataluña.
Todas las fuerzas de clase en Cataluña se movilizan para controlar la mayor porción de esos fondos europeos. Esta es la prioridad de sus agendas.
En primer lugar, el gran capital extranjero. Wayne Griffihs, presidente de Seat y delgado de Volkswagen, acaba de reclamar en Barcelona a la ministra de Industria, que el Estado financie la implantación de 30.000 “electrolineras”, claves en el despegue de los coches eléctricos.
Mientras, grandes consultoras y auditoras controladas por el capital norteamericano, como KPMG, Deloitte, PwC y EY “asesoran” a la Generalitat o al ayuntamiento de Barcelona en la gestión de los fondos europeos. Controlando a quién se le entrega y en qué condiciones.
La oligarquía española tiene las mismas prioridades. El consejo regional del BBVA en Barcelona -segundo banco en Cataluña- centró su última reunión en “el reto de los fondos europeos”.
Todos los centros de poder en Cataluña buscan acaparar a su servicio los fondos europeos, y utilizarlos para imponer nuevos recortes
Lo mismo sucede con los nódulos de la alta burguesía catalana. Las recientes jornadas del Cercle d´Economia, una de sus instituciones clave, dieron titulares sobre su apoyo a los indultos, pero sus discusiones se centraron en como explotar al máximo las ganancias de las ayudas europeas.
Y la histórica patronal catalana, Foment del Treball Nacional, está concentrada en impulsar propuestas para acceder a los fondos europeos. Solo en el campo de las infraestructuras ha presentado 50 grandes proyectos.
El gobierno de Pedro Sánchez basa su “agenda de reencuentro” planteada a la Generalitat en las “propuestas económicas”, con un plan de inversiones financiadas con la llegada de las ayudas europeas, ofreciendo a la Generalitat un grado de “cogobernanza” en su gestión.
Y, en los hechos, la Generalitat ha dedicado en el último año más tiempo a trabajar para que la mayor porción de los fondos europeos lleguen a Cataluña que a impulsar el procés.
Desde su cargo como vicepresidente económico, el ahora presidente, Pere Aragonés, impulsó el “Next Generation Catalonia”, identificando 27 megaproyectos, que movilizarían 41.000 millones de euros, para optar a los fondos Next Generation UE. Sus grandes beneficiarios son un sector del automóvil monopolizado por el capital extranjero, a través del impulso al coche eléctrico, o grandes eléctricas como Naturgy, participada por La Caixa, a través de la “descarbonización” o el “hidrógeno verde”. Todo gestionado por bancos como La Caixa y Sabadell.
También el control de los fondos europeos ha sido el objetivo de la primera gran jugada de JuntsxCat en el govern catalán. El partido de Puigdemont eligió como conseller d´Economia a Jaume Giró, ex alto ejecutivo de La Caixa. Que ha creado una Secretaría de Asuntos Económicos y Fondos Europeos, y una Dirección General de Fondos Europeos, que ya no estarán en el área controlada por presidencia, en manos de ERC. Giró reclama “cogobernanza” al gobierno central, con mando en plaza para que la Generalitat no sea “una simple gestoría” de los fondos. Todos asumen que Giró se asegurará de que acaben, no en las pymes, sino en los gigantes del Ibex, entre los que se encuentran bancos y monopolios catalanes, desde La Caixa y Banco Sabadell hasta Grifolls o Almirall.
Disputándose el escenario “post procés”
La batalla por quién acapara los fondos europeos también determina la agenda política catalana. Explica por qué todos los grandes centros de poder -EEUU y la UE, la oligarquía española y la alta burguesía catalana…- han apoyado los indultos a los presos del procés planteados por Sánchez.
No hay que fiarse de las élites del procés, pero el rechazo de la sociedad catalana a la fragmentación ha creado mejores condiciones para defender la unidad
Para “explotar” los fondos europeos es necesaria estabilidad, y que gobierno central y catalán colaboren. no van a renunciar a continuar hurgando en las heridas contra la unidad, por eso las dejan abiertas. Pero ahora “desinflamar Cataluña” es bueno para sus negocios.
En el panorama político catalán también interviene otra fuerza, que se expresa en dos recientes encuestas. En la primera, el porcentaje de jóvenes partidarios de la independencia cae 21 puntos en comparación con 2017, hasta quedar reducido al 35%, uno de cada tres. La segunda desvela como el porcentaje de catalanes que exige un referéndum por la independencia ha quedado limitado a un 23%, menos de uno de cada cuatro.
Es el rechazo de la mayoría de catalanes a la fragmentación el que hace posible los indultos, obliga a ERC a optar por una vía “pragmática” -gracias a la cual ha conquistado la presidencia de la Generalitat- y arrincona a los sectores más agresivos de las élites del procés, representados por Puigdemont.
Lo que se ha abierto ya es la batalla por fijar las condiciones de la Cataluña “post procés” Se dará en torno a una “mesa de diálogo” entre el gobierno central y la Generalitat que celebrará en septiembre su primera reunión.
Aparentemente las posiciones no pueden ser más enfrentadas.
El gobierno de Sánchez busca encauzar el “conflicto catalán”, ofreciendo más inversión y competencias, y un nuevo Estatut que recupere parte de los artículos eliminados por el Constitucional en 2010.
Mientras las fuerzas independentistas insisten en reclamar amnistía para los presos condenados tras el 1-O, y un referéndum por la independencia.
En realidad, todos dan por descontado que ninguna de las exigencias “de máximos” independentistas va a realizarse. A lo que aspiran las élites del procés es a vender su derrota a cambio de más concesiones que amplíen y blinden su poder en Cataluña.
La “caverna de Waterloo” va a intentar torpedear cualquier acuerdo. Pero están en retroceso. El papel de Puigdemont en Cataluña se ha devaluado. Anuncia que no volverá a España, e incluso valora permanecer en Waterloo, pidiendo la nacionalidad belga. Y JuntsxCat ha heredado parte del enorme poder e influencia de la ex Convergencia, pero ha perdido la presidencia de la Generalitat. Las municipales de 2023 serán claves para dirimir si ERC afianza su hegemonía en el campo independentista, o si Junts es capaz de reaccionar.
Este es el mapa, y las agendas de las diferentes fuerzas en presencia, que determinarán el futuro de Cataluña. Nos jugamos la defensa de la unidad, frente a quienes van a continuar atacándola, y sobre todo defender una “recuperación” que beneficie a la mayoría, frente a quienes pretenden imponer sus intereses también en la Cataluña “post pandemia”.