En las elecciones generales de noviembre de 2019 Vox obtuvo 3,65 millones de votos en toda España; ¿significa eso que hay más de 3 millones y medio de fascistas en España o que en Cataluña hay 217 mil personas de extrema derecha, ideológica y orgánicamente articuladas en torno al partido ultraderechista que votan? No hay 3,5 millones de fascistas que votan a Vox ,como nadie piensa que los 74 millones de norteamericanos que votan a Trump sean millonarios.
Un interesante estudio publicado por Kiko Llaneras, analista de datos del diario El País, “Así se relacionan en Cataluña la renta, el voto, el origen y la independencia”, establece como una de sus principales conclusiones que: “Vox es el partido cuyos votos salen de barrios pobres en mayor proporción. Una cuarta parte de todas sus papeletas llegaron de allí. Solo se le acerca el PSC, con un 23%”.
Las primeras lecturas de la noche electoral achacaban el éxito de Vox a un trasvase directo de votos de Ciudadanos al partido ultraderechista, pero los análisis posteriores ponen de manifiesto otras claves.
Vox ha obtenido los porcentajes más elevados en pequeños municipios como Vilamalla (Girona) y La Pobla de Mafumet (Tarragona), en los que fue la fuerza más votada, con porcentajes de voto que superan el 20% (el 22,5% en la primera de ellas). O en otros del Valle de Arán y poblaciones costeras de Tarragona, como Vila o Salou o Cambrils. La renta media de los diez pequeños municipios donde Vox ha obtenido mejores resultados está en -4.351 euros por debajo de la renta media de Cataluña.
El granero de las grandes ciudades
Pero sus mejores resultados, donde realmente se consolida su implantación territorial, están en la mayoría de las grandes ciudades catalanas, donde se concentra la mayoría de la clase obrera y el pueblo trabajador. Es allí donde Vox supera su propia media del 7,7%. En Tarragona obtiene el 12%. En Barcelona no ha obtenido sus mejores porcentajes, pero es su principal granero de votos, y en barrios como Nou Barris, el de menor renta de la capital, logra casi el 9% de los votos. El 9,65% de los votos en Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad de Barcelona. Y supera ampliamente su media en otra quincena de grandes ciudades como Mataró, Badalona, Sabadell, Barberá del Vallès, Badia del Vallès, Castelldefels, Gavà, Ripollet, Sant Adrià de Besòs, Sant Andreu de la Barca o Viladecans. En la mayoría de ellas con mejores resultados que los Comunes y la CUP…
Todos estos datos ponen de manifiesto que Vox no solo ni principalmente ha recogido un voto contrario “al separatismo” que pudiera provenir de la debacle de Ciudadanos, sino que buena parte de sus votantes proviene de las clases trabajadoras y populares empobrecidas por las consecuencias de una doble pandemia. La pandemia sanitaria que ha agravado una crisis económica, social y laboral que ha cortado de raíz todas sus expectativas.
La irrupción de Vox es preocupante. Sus resultados son una plataforma para multiplicar su capacidad de toxicidad e influencia en la política española. Pero la mayoría de sus votantes no son por convicción ideológica ultraderechista sino socioeconómica, y hartazgo de un “procesismo” que ataca la unidad del pueblo mientras desprecia sus condiciones de vida; y fruto de la ira y el malestar con una clase política institucional en la que desconfían.