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De cara al interés, alianza a veces luce frágil

A pesar de las preocupaciones expresadas por su aliado cercano Estados Unidos, Reino Unido, una fuerza convencional del Atlántico, se convertirá en la primera potencia económica de Occidente en unirse al mecanismo financiero propuesto por China que explorará oportunidades de inversión, principalmente en Asia.

Downing Street, sede del gobierno británico, cree que su decisión de solicitar ser miembro fundador del Banco Asiático de Inversión de Infraestructura (BAII), respaldado por China, está «en el interés nacional de Reino Unido».

Los intereses domésticos podrían no siempre ser compatibles con los de los aliados del país y, en este caso, el aliado de Reino Unido eligió expresar preocupaciones por, supuestamente, estándares de préstamo más relajados para el ambiente, los derechos laborales y la transparencia financiera del banco propuesto.

La «oportunidad incomparable» para el Reino Unido, como lo ve el ministro de Hacienda británico, George Osborne, es envidiable, pues los dirigentes financieros y de empresas esperan ampliamente una inversión de infraestructura total por 8 billones de dólares USA en la próxima década en Asia. Sin mencionar los rendimientos estables y generosos anticipados asociados con los proyectos de infraestructura.

Además de Reino Unido, hay al menos 27 licitadores que pretenden ser miembros fundadores del BAII, que abarcan desde Asia oriental, Asia Meridional, el sureste de Asia, Asia central y Medio Oriente hasta Oceanía. Todos comparten la visión de un crecimiento más rápido que el promedio en los años por venir en Asia Pacífico.

El BAII, y organizaciones similares, ha, de manera entendible, dejado a Estados Unidos intranquilo, con su liderazgo actual eligiendo usar la retórica de que el BAIII socavará a las instituciones como el Banco Mundial.

La idea de evitar a las organizaciones financieras existentes, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), será una amenaza, si se da, para el modelo económico y político internacional definido luego de la Segunda Guerra Mundial hace siete décadas.

El acuerdo Bretton Woods plasma un panorama financiero y monetario global, que consolida la supremacía del dólar USA, que todavía está en vigor.

Las divisas en la canasta de activos de reserva de Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI representan a los aliados de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial –la libra esterlina, el yen y el euro, además del dólar.

Una de las ganadoras principales de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética -luego Rusia- jamás obtuvo su parte justa con su divisa, el rublo, en la canasta del FMI, en parte por su desvinculación voluntaria de los mecanismos occidentales.

Al crecer y convertirse en la segunda mayor economía del mundo, China está defendiendo y trabajando en la revisión del sistema de divisas internacional, casi sin cambio en los últimos 70 años, que como sistema es inadecuado pues los países con menores ingresos no disfrutan de las mismas oportunidades.

Su tamaño enorme y mercado robusto han visto a China mantener el atractivo para el mundo exterior, en particular en momentos en que libera su enorme mercado de servicios y fomenta la llegada de inversiones de fondos excedentarios.

Luego de 30 años de reforma y apertura, China ya no es fuertemente dependiente del capital extranjero y del dinero de exportación, con un inversión de ultramar directa de 102.900 millones de dólares USA en 2014, sólo 16.700 millones de dólares menos que la inversión extranjera directa que el país atrajó .

Además del BAII, China inició y ha adoptado un papel líder en el banco de desarrollo BRICS, el Fondo de la Ruta de la Seda y un banco de desarrollo para la Organización de Cooperación de Shanghai, todos ellos enfocados en la infraestructura.

Al diseñar herramientas financieras que son complementarias al actual sistema financiero internacional, China no tiene intención de golpear el tablero de ajedrez, por el contrario, está tratando de ayudar a dar forma a un tablero de juego mundial más diverso.

Con una mayor liberalización del yuan en las tasas de cambio flotantes y las transacciones transfronterizas, China desea ver a su divisa incluida en la canasta del FMI, de acuerdo con el peso que el yuan ejerce ahora en el comercio internacional de productos y servicios.

China da la bienvenida a la cooperación de cada esquina del mundo para alcanzar una prosperidad compartida con base en el interés común, pero continuará adelante de cualquier manera cuando crea que está en lo correcto.