Se ha iniciado la segunda fase de la reforma de las pensiones, con los planes de empresa como protagonistas, y, como en la primera, es más importante la unidad que la diferencia y el enfrentamiento, pero la unidad en un objetivo común, blindar las pensiones en la Constitución
Fue a través de una noticia sobre un homenaje a Ramón Menéndez Pidal que descubrí que un alumno de la Universidad de Lódź (Polonia) había hecho un estudio sobre las frases populares con el ‘pan’. Por casualidad.
Lo cierto es que el pan cumple muy distintos papeles en su significado en el refranero popular, pero el que más me gusta es el que hace referencia al sostén, al fundamento sin el que nada puede hacerse.
Si ‘dame pan y dime tonto’ se ubica en la segunda mitad del siglo XIX, en plena ebullición del realismo, ‘los duelos con pan son menos’ se localiza por primera vez a principios del siglo XVI. A partir de ahí, el desarrollo es cada vez más interesante: ‘Donde no hay harina, todo es mohína’.
Permitidme la excusa… si hablamos de las pensiones, necesitamos la unidad como el pan, pero no de cualquier manera. Primero, unidad en torno a la defensa misma del carácter público de las pensiones, y en segundo lugar en torno a una alternativa estructural para nuestro sistema: hay que blindar las pensiones en la Constitución. Dame unidad y dime tonto.
La segunda fase
La segunda fase de la reforma de las pensiones ya está en marcha. Después de aprobarse la primera, que ha entrado en vigor el 1 de enero, Escrivá se dispone a abordar la segunda con temas tan complejos como la edad de jubilación, los años para el cómputo de la cuantía, las pensiones de los autónomos y, sobretodo, los planes de empresa, que es la parte que más inquieta a los distintos sectores implicados.
El pasado 23 de noviembre, el Consejo de Ministros aprobó el Anteproyecto de Ley Reguladora de los planes de pensiones de empleo. Los planes de pensiones del sistema de empleo son productos financieros impulsados desde las corporaciones o empresas para sus plantillas. La Ley busca promover el acceso a los planes de pensiones de empleo a trabajadores de rentas medias y bajas y de pequeñas y medianas empresas, así como a trabajadores autónomos y jóvenes.
El desarrollo de las pensiones públicas necesita de estabilidad, y un amplio consenso social
Hay varios puntos que van a ser extraordinariamente conflictivos. Por una parte, que quien se haga cargo de la gestión debe ser una entidad ‘sin ánimo de lucro’, algo a lo que la CEOE se opone. Por otra, que la supervisión que va a ejercer el Estado (con participación de patronal y sindicatos), teniendo mayoría en los dos órganos principales que han de crearse, se hará sin asumir responsabilidad en los resultados del fondo, es decir, sin aval del capital si se pierde. Este es uno de los puntos a los que se oponen los sindicatos, porque, en los hechos, no tiene ninguna diferencia con un fondo propiedad directamente de un banco. A parte están las diferencias respecto a los incentivos fiscales a los fondos individuales.
Solidaridad y cohesión
Según los tiempos impuestos por Bruselas para que España reciba las ayudas por la pandemia, esta segunda fase tiene que estar aprobada y lista para publicar en el BOE a finales de junio. El problema no es el plazo, sino la condición en sí misma. Que Bruselas haga depender unas ayudas que tienen tanta importancia para la economía del país, del contenido de una reforma, no entra dentro de lo que deberíamos aceptar. La reforma de las pensiones debería depender solo y exclusivamente de lo que es mejor para el país y la mayoría.
En todo caso este es un proceso que va a generar una polarización importante, tanto en el Congreso como en la sociedad, incluyendo la posibilidad de movilizaciones. Es normal y debe ser así. Los diferentes intereses y criterios en una sociedad democrática deben resolverse en el debate y a veces en la confrontación de proyectos políticos y sociales. Pero el mismo Sistema Público de Pensiones se sostiene sobre la base de la solidaridad y la cohesión, y para poder desarrollarlo y mejorarlo es necesaria la estabilidad, y un amplio consenso social. La experiencia de los últimos años así lo demuestra.
Por eso, el camino que en la primera fase de la reforma marcó la Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones tiene un enorme valor. La unidad en defensa de las pensiones públicas, incluso por encima de las diferencias en torno a la reforma, a través incluso de hasta los más pequeños gestos, es de vital importancia. No es formal. Construir la unidad es mucho más difícil que destruirla, que cuesta bien poco. Tan importante es fortalecerla, como evitar que se deteriore socialmente.
La manifestación que convocó la MERP el 13 de noviembre, así como los actos previos y posteriores, como el del Congreso el 21 de diciembre, en el que se reunieron hasta 10 grupos parlamentarios de distinto signo, deben ser un camino a recorrer en los próximos meses.
Unidad para Blindar
Es normal que la segunda fase de la reforma genere, no solo enfrentamiento, sino preocupación por lo sensible de los puntos que aborda, y por la importancia de lo que nos jugamos. Las pensiones tienen un peso sustancial en nuestra economía, como ocurre a escala mundial, y todas las grandes entidades financieras del planeta tienen en los fondos privados de pensiones uno de sus principales negocios. Teniendo en cuenta que los planes privados en España no son más de un 10% del PIB y que en países como Holanda son más del 100%, puede decirse que el nuestro es un “mercado virgen”. Hay que prevenirse y defenderse de todo tipo de abusos.
Debemos aprovechar este periodo de transformación para blindar las pensiones
Por eso, no basta con trabajar la unidad en torno a la naturaleza pública de las pensiones, uno de los principales compromisos que incorporaron de forma explícita las recomendaciones consensuadas en el Pacto de Toledo. Hay que unirse para abordar un objetivo estructural y de futuro, blindar las pensiones en la Constitución, algo que empieza a convertirse en una razón incuestionable en nuestra sociedad.
Debemos aprovechar este periodo de transformación, reforma y cambio, para apuntalar nuestro Sistema Público de Pensiones en la Carta Magna, dotándolo de un candado constitucional que impida, de forma explícita, la posibilidad de un exceso, fruto de codicias incontroladas que, por desgracia, hemos visto desarrollarse en manos de algunas entidades. No basta con una ley que controle la gestión de las pensiones, como se pretende. Hay que dar un paso para que no dependan de uno u otro gobierno, o de ninguna coyuntura política o económica, sino solo de los principios fundamentales blindados en nuestra ley de leyes.
Hay que blindar las pensiones en la Constitución y unirnos en ello, pese a las muy diferentes posiciones que tengamos ante los distintos aspectos de esta segunda fase de la reforma de las pensiones. O sobre todo por eso.
Supongo que alguien puede pensar que es tonto pretender que sectores tan enfrentados en este proceso de reforma puedan ponerse de acuerdo en un objetivo común. No es eso lo que vimos el 21 de diciembre frente al Congreso, en un acto de la MERP con PSOE y PP, al que también acudieron las CUP, ERC o UPN. Pues eso, dame unidad y dime tonto… pero dame unidad.