Las librerías de barrio se organizan contra el dominio de Amazon

Cultura vs monopolio

Una librería no es solo una tienda donde se venden libros. Y un librero no es únicamente un agente comercial que busca colocar una mercancía. 

Evidentemente, deben garantizarse unos ingresos que les permitan hacer frente a los gastos. Pero son, además, focos de difusión y agitación cultural, a través de una red de pequeñas librerías en barrios y pueblos, con una relación entre librero y lector que va más allá de vendedor y comprador.

Las librerías son un sector castigado por las difíciles condiciones creadas por la pandemia, y debe atenderse a sus demandas materiales. Pero también, y ese es otro motivo para defenderlas, juegan un papel esencial en un circuito cultural sano, donde los libros, o cualquier otro producto cultural, no sea tratado como una caja de tornillos.

Pequeños libreros contra gigantes digitales

El león es el rey de la selva, y el resto de animales le deben pleitesía. Pero un refrán etíope, con esa sabiduría que los pueblos tienen y las academias no, afirma que “cuando las arañas unen sus telas pueden matar al león”.

Hoy, un gigante de la distribución, Amazon, domina el mercado de los libros, imponiendo sus condiciones. Pero los pequeños libreros se han organizado para combatir al león en su terreno.

Según un informe elaborado por el Ministerio de Cultura, donde se ha preguntado a libreros independientes sobre sus “miedos e incertidumbres”, su principal preocupación es “la venta online de los grandes operadores como Amazon”.

La mitad de las librerías españolas facturan menos de 90.000 euros al año. Y el 90% da trabajo a un par de personas. Son establecimientos pequeños, para los que tener su propia página web es una inversión fuera de su alcance. Por eso solo un 25,8% de las librerías utiliza internet como vehículo de venta.

Frente a ellos, un coloso como Amazon es el león que, una a una, devora fácilmente a todas las librerías. Solo hay un camino: tejer entre toda las arañas una red que el león no pueda romper.

La Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL), acaba de anunciar “un escudo frente al gigante Amazon”. Transformando la web Todostuslibros.com de un espacio de búsqueda, donde podías encontrar y reservar tu libro, en una plataforma de venta online para pequeñas librerías. Las plataformas controladas por Amazon, por ejemplo Iberlibro, imponen condiciones abusivas, donde el gigante digital se queda con todas las ganancias. A través de esta plataforma independiente los libreros pueden multiplicar por dos las ganancias. 

El sector de las pequeñas librerías, la inmensa mayoría, se enfrenta a una crisis sin precedentes. En 2008, antes del estallido de la crisis, habían 7.074. En 2016 esa cifra se jibarizó hasta 3.967. Y desde entonces desaparece una librería cada 43 horas. Y a las dificultades de la pandemia y los confinamientos se une el yugo de Amazon.

Esta es una contradicción que recorre Europa. Basta recordar las palabras de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo: “lo digo de verdad a los parisienses: no compréis en Amazon. Amazon es la muerte de nuestras librerías y nuestra vida de barrio”.

La factura del monopolio

No es una batalla de “arcaicas” librerías presenciales contra un nuevo medio como internet. Sino la lucha contra las draconianas condiciones que impone un monopolio como Amazon.

Que puede, por ejemplo, saltarse las condiciones impuestas por la ley del libro para ofrecer descuentos ilegales del 25% con el objetivo de hundir a la competencia.

Amazon no basa su éxito en ser más dinámico y competitivo. Uno de sus máximos defensores, el propietario de PayPal, Peter Thiel, publicó en The Wall Street Journal un revelador artículo bajo el título “La competencia es para los perdedores”. Utiliza su poder para copar el mercado. Minando el terreno de la competencia hasta dejarla al borde del abismo y exprimiendo a los proveedores hasta dejar seco su margen de beneficios.

Guillermo Schavelzon, uno de los principales agentes literarios de España, define a Amazon con una sola palabra: depredador. Por que “Amazon no creció logrando que se vendieran más libros, solo le arrebató los clientes a las demás librerías. Por eso es un depredador”.

Y añadiendo el gran riesgo que se cierne contra libreros, autores o lectores: “pagamos hipotecando nuestra futura independencia. Lo que está en juego, es la capacidad de decidir sobre nuestras lecturas, sobre nuestras vidas”.

Si Amazon controla la distribución de libros, ese es un poder también para decidir a qué libros tenemos acceso y a cuáles no. Esa falsa libertad que denunciaba Gore Vidal: «Yo tengo la libertad de escribir lo que quiera y ellos [los propietarios de las grandes editoriales] tienen la libertad de no publicarlo».