La demanda de unidad ante la crisis se ha transformado en una de las más poderosas corrientes de fondo de la política española. Cada día, diferentes sectores -muchos de ellos no ya diferentes, sino absolutamente enfrentados- presentan públicamente la necesidad de un gran «acuerdo nacional», que permita aunar fuerzas para encontrar la salida a una crisis que amenaza con consecuencias devastadoras. Pero en este caso no es lo mismo un pacto que otro. Y conviene diferenciar las sinceras propuestas de unidad, de los torticeros intentos por hacernos colar a los trabajadores un drástico plan de ajuste bajo la etiqueta de «pacto anticrisis».
Rosa Díez ha exigido que PSOE y PP deben “dejar de tirarse trastos a la cabeza en una situación en la que, cada día, se exulsa a miles de personas del sistema y del mercado laboral y trabajar para conseguir el consenso suficiente para formalizar un gran pacto nacional con todas las fuerzas políticas y sociales para que de, una vez, se adopten las soluciones y medias necesarias para afrontar la grave crisis que atravesamos”. Casi a la misma hora, Emilio Botín, al presentar los resultados anuales del Santander, declaraba que “tenemos un problema económico muy serio, vamos a trabajar todos, gobierno, ICO, CEOE, sindicatos, banca, si nos ponemos cuanto antes España superará sus dificultades”. Aparentemente, las dos intervenciones caminan en la misma dirección, pero en su sustancia no pueden ser más antagónicas. Rosa Díez encabeza una fuerza política como UpyD, que por su independencia y oposición al régimen bipartidista oficial fue boicoteada por los bancos, que se negaron a concederle ningún crédito. Emilio Botín es el jefe de las fuerzas que han llevado al país al borde del precipicio, es uno de los máximos responsables de la crisis. Por eso, debemos apoyar a Rosa Díez cuando propone un “gran acuerdo nacional” contra la crisis, y huir despavoridamente cuando quien lo dice es Emilio Botín… o Zapatero. Es necesario un gran pacto nacional de todas las fuerzas políticas, económicas, sociales, sindicales para salir de la crisis. Un gran acuerdo que incluya a trabajadores y pequeños y medianos empresarios, sindicatos y autónomos, agricultores y pescadores. La gravedad de la situación que enfrentamos así lo exige. Pero es necesario tener presente quién y para qué propone un pacto. Con cada vez mayor insistencia, la banca, la gran patronal, y los principales medios como altavoces de sus intereses, intentan popularizar la idea de unos “pactos de la Moncloa bis” como solución para salir de la crisis. Los Pactos de la Moncloa fueron un auténtico frente monopolista que desactivó la movilización obrera, e impuso a los trabajadores severos recortes laborales y sociales. Bajo el argumento de que eran “sacrificios necesarios” para salir de la crisis, y que luego ya se repartirían los frutos. Nos impusieron los sacrificios, y luego se olvidaron del reparto. No puede volver a pasar lo mismo. Cualquier pacto debe partir de denunciar a los responsables de la crisis: la gran banca y los principales monopolios –y los sucesivos gobiernos, desde Aznar a Zapatero-que han impuesto un modelo productivo basado en la construcción y el endeudamiento exterior, que nos ha hecho más dependientes del capital extranjero y más vulnerables a la crisis. Debe de establecer claramente la necesidad de cambiar radicalmente ese modelo de desarrollo por otro que impulse el crecimiento de un tejido productivo e industrial nacional. Y debe partir del interés general, exigiendo que paguen más para salir de la crisis quienes más se han beneficiado de los años de bonanza –bancos y grandes monopolios-. Frente a que tengamos que pagar entre todos planes de rescate públicos para la banca, mientras los estragos de la crisis se ceban en parados o pymes.