Esta misma semana Angela Merkel exclamaba que «no habrán eurobonos mientras yo viva». La inflexibilidad alemana parecía no conformarse con otra cosa que no fuera la entrega, previamente troceada, de España, y en el horizonte, de Italia. Pero sólo unos pocos días después, Berlín ha aceptado un acuerdo que recoge las principales reivindicaciones españolas e italianas.
Rajoy y Monti aparecen poco menos que como los protagonistas de un “golpe de mano” en la UE. Amenazaron con vetar el plan de crecimiento previamente pactado, y obligaron a cambiar el orden del día de la cumbre, que terminó, tras agrias disputas con Berlín, a las cinco de la madrugada.
El acuerdo final permite la recapitalización directa de los bancos españoles. Los 100.000 millones inyectados por Bruselas no contarán como deuda pública y –ahora sí, y no antes, como Rajoy predicaba- no tendrá impacto en el déficit. «La lucha contra la intervención, aunque sea parcial, debe mantenerse como un elemento central»
Además, el préstamo europeo a los bancos españoles no tendrá carácter preferente de cobro en caso de reestructuración, lo que frenará la huida de la deuda española del resto de acreedores –temerosos de quedar relegados. Y se ha autorizado que el fondo de rescate europeo pueda comprar deuda italiana o española. Estas dos medidas aliviarán previsiblemente las desmesuradas subidas de la prima de riesgo.
¿Rajoy y Monti han “doblegado” a Merkel? Es evidente que ha existido resistencia por parte de los gobiernos y las oligarquías española e italiana. Pero quien ha dado el golpe en la cumbre de la UE es quien puede hacerlo.
Significativamente, Obama no ha hablado con Merkel justo antes de la cumbre, como venía siendo habitual. Esta vez lo ha hecho con Hollande, que se ha mostrado “comprensivo” con las demandas italo-españolas.
El FMI ya había criticado duramente la inflexibilidad alemana. Para Washington “apretar demasiado las tuercas” en España, podría provocar un salto cualitativo en la respuesta social, como ha ocurrido en Grecia.
El fantasma de una Syriza española en un país clave para su diseño hegemonista era demasiado para Washington. Y ha utilizado todas sus armas para “hacer entrar en razón” a Berlín.
Se puede y se debe saquear España, pero manteniendo las formas y evitando una degradación total de España, como ha ocurrido en Grecia.
¿Qué ganamos nosotros con este acuerdo?
Rajoy y Monti han sabido utilizar las contradicciones entre EEUU y Alemania para ahuyentar a cualquier precio el fantasma de una intervención total. Berlín ha vuelto a encontrarse con dos de los grandes límites a sus ambiciones: la intervención norteamericana en Europa, y las resistencias de las burguesías europeas, dispuestas a echarse en brazos de Washington para librarse del “abrazo del oso” germano.
Se ha evitado lo peor, una intervención total. Pero no va a salir gratis. La prima de riesgo, que había caído drásticamente a primera hora de la mañana, ha remontado después “a la espera de conocerse la letra pequeña del acuerdo”.
Esa “letra pequeña” son los nuevos recortes y el mayor grado de control por parte de Washington y Berlín que España e Italia han debido aceptar.
A cambio de la recapitalización directa de los bancos, España se compromete a aceptar la supervisión europea directa de la banca española y la tutela del programa de reformas de la economía española.
España tendrá que presentar un nuevo programa de ajustes, en línea con las recomendaciones marcadas por la Comisión Europea y el FMI para cumplir con el objetivo de déficit. Rajoy ya ha avisado de que “habrá que tomar medidas difíciles en el corto plazo”.
La subida del IVA, los recortes a las pensiones, la nueva andanada en sanidad o el tijeretazo a los sueldos de los funcionarios forman parte de esa “hoja de ruta” del FMI y Bruselas que Rajoy está ya aplicando.
Se anuncia para mediados de julio la presentación del “techo de gasto”, que incluirá el nuevo paquete de ajuste impuesto por Bruselas para 2013 y 2014.
Además, la unión bancaria y fiscal va a suponer un mayor grado de intervención y control sobre la economía nacional. Bruselas tendrá capacidad de veto sobre los presupuestos nacionales y la “autoridad última” –por encima del Banco de España- para intervenir, incluso “de forma preventiva” en el sistema financiero.
Se ha evitado lo peor, pero no podemos cantar victoria. La lucha contra la intervención, aunque sea parcial, debe mantenerse como un elemento central. Enfrentando a su programa de recortes e intervención una alternativa de redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional.