En estas fechas navideñas hemos asistido a un nuevo episodio de racismo y xenofobia en Badalona (Barcelona) de la misma o mayor gravedad que los lamentables hechos del pasado verano en Torre Pacheco (Murcia).
Porque si en aquel caso la explosión de odio hacia los trabajadores migrantes fue alimentada por Vox y otros grupúsculos neonazis de su órbita ultra, y el alcalde popular de la localidad murciana al menos tuvo el tino de llamar a la calma y a la restauración de la convivencia, en el caso de Badalona ha sido el regidor del PP, Gabriel García Albiol -miembro del ala más dura del Partido Popular, y que lleva muchos años haciendo gala de su racismo, de su xenofobia y de su aporofobia- el que ha montado el Belén, echando gasolina a la hoguera del enfrentamiento, de la persecución y de criminalización hacia la población migrante de su localidad, de toda Cataluña y de toda España.
García Albiol lleva años lanzando violentas diatribas contra los trabajadores migrantes, haciendo campaña con eslóganes como «Limpia Badalona». En los últimos meses, ha cerrado todos los albergues municipales, no dando otra alternativa a los cientos o miles de trabajadores migrantes de su ciudad -muchos de los cuales, incluso con trabajos y nómina, no encuentran pisos en alquiler, precisamente por los climas de opinión racistas que él mismo inocula- que ocupar espacios municipales abandonados para poder encontrar techo y abrigo.
Este era el caso del instituto abandonado B9, en el que se refugiaban 400 trabajadores migrantes hasta que Albiol les envió a los Mossos a desalojarlos, en el mayor desahucio colectivo de las últimas décadas en toda Europa. Ignorando incluso las advertencias del juzgado que autorizó el lanzamiento, el alcalde del PP los ha tirado a la calle en plena ola de frio invernal, hostigándolos y volviéndolos a desalojar de una plaza cercana, obligándolos a hacinarse -en tiendas de campaña improvisadas, sin abrigo ni aislamiento- debajo del puente de Sant Roc.
Más tarde, cuando un sacerdote de una parroquia cercana (Sant Crist) ofreció sus limitados salones para alojar a algunas decenas de estos trabajadores, la hoguera del odio y de la insolidaridad -no de un «grupo de vecinos», como han dicho algunos medios, sino de una turba de ultraderechistas organizados- volvió a concentrarse delante de la iglesia, impidiendo con gritos y amenazas que los migrantes pudieran alojarse. Y allí que fue García Albiol, a volver a echar gasolina en el fuego.
Las cámaras captaron la escena. Cuando algunos de estos ultras pedían -literalmente- «quemar negros», García Albiol les respondió: «. Vamos a centrarnos en el objetivo de echarlos. Dejadme margen. Y si no, oye, haced lo que consideréis. Os hago una recomendación. No digáis según qué cosas porque se está grabando todo, y si luego pasa algo…. te la cargas. Lo digo por lo de quemar cosas».
La connivencia entre los ultras y el alcalde es escandalosa. Unos remueven el árbol y otros gestionan las nueces del odio y la intolerancia.
Pero no se inquieten, la historia no se acaba aquí. Les hemos prometido un Cuento de Navidad y eso van a tener.
Porque junto a este lodazal de odio e intolerancia, de racismo, xenofobia y aporofobia, del que Albiol es el principal porquero, otros miles de ciudadanos de Badalona han dado ejemplo de los mejores principios de nuestro pueblo, mucho más acorde con el espíritu de estas fechas.
Al campamento de precarias tiendas de Sant Roc, como si fuera el Portal de Belén, no han acudido los Reyes Magos, pero sí cientos de personas a ayudar. A llevar mantas, abrigos, comida y caldo caliente.
A las turbas del odio de la extrema derecha se contraponen otros miles de badalonenes, que se han manifestado ya por varios días por las calles de la ciudad, en defensa de los trabajadores migrantes y denunciando la xenofobia de Albiol y la especulación inmobiliaria, que genera un problema de vivienda para todos, al grito de «Nativa o estrangera, la mateixa classe obrera».
Al piadoso ejemplo del párroco Sant Crist, de Cáritas y de otros muchos miembros de la Iglesia Católica de la ciudad, se ha sumado Comisiones Obreras de Badalona, cediendo sus locales en la localidad para alojar a los migrantes y coordinar la ayuda en la distribución de alimentos, de ropa y de materiales básicos. Un ejemplo -como dicen en su web- «de solidaridad y compromiso de la clase obrera organizada» que recoge las mejores tradiciones del sindicalismo de nuestro país.
Y cómo no cerrar con el tierno gesto de Àngela Valeiras, una médica jubilada de Badalona que -«dejándose llevar por el corazón» según sus palabras- decidió acoger en su propia casa a los senegaleses Serigne Babacar y Abdou Ngom, de 24 y 30 años.
En nuestro pueblo existe un enorme caudal de energía revolucionaria, millones de personas que quieren construir otro mundo, otra sociedad, basados en otros principios de solidaridad, de apoyo mutuo, de altruísmo y generosidad. Somos la inmensa mayoría, somos la mayoría social progresista de este país. Y nuestro es el futuro.
Y los que como García Albiol, como Abascal, Silvia Orriols o Trump siembran el odio, el enfrentamiento y la intolerancia, más pronto o más tarde acabarán en el vertedero de la Historia.
