La noticia saltaba difundida desde RAC1, emisora catalana con especiales conexiones con las élites independentistas. Elsa Artadi, que dirigió la campaña de Junts per Catalunya en las recientes elecciones, sería la elegida por Puigdemont para presidir la Generalitat, mientras él ejercería de “president en el exilio” desde Bruselas.
Su nominación (un “dedazo de Puigdemont, similar a los que acostumbraba a practicar Aznar, filtrado sin consultar con los otros partidos con los que está negociando una fórmula de investidura) ha levantado ampollas no solo en ERC y las CUP, sino también en buena parte de los dirigentes del PDeCAT.
¿Pero es una simple decisión “técnica” dentro de la batalla por desbloquear la investidura? ¿O Artadi es una figura que nos dice mucho del perfil de las nuevas élites del independentismo?
Los medios se refieren a Elsa Artadi como una joven y brillante economista. Pero su curriculum no es su principal mérito, al menos no el que le ha abierto las puertas de la política.
La estrella de Artadi no empezó a brillar en Barcelona, sino en EEUU. Siguiendo los pasos de uno de sus mentores -Andreu Mas-Colell, cabeza de la política económica en los gobiernos de Mas-, se doctoró en una universidad norteamericana. Concretamente en Harvard, selecta fábrica de cuadros de la burguesía norteamericana, y donde también se forman parte de las élites de los países dependientes. Por poner solo un ejemplo, Ana Patricia Botín culminó allí sus estudios.
Pero Artadi no pasó de largo, sino que ese estableció en EEUU. Allí se convirtió en colaboradora de Xavier Sala i Martín, conectado con los círculos de los economistas norteamericanos más reaccionarios e influyentes.
La elegida de Puigdemont no se dedicó a “investigar” en un cerrado círculo académico. Sino que inmediatamente ocupó puestos de gestión cada vez más importantes en los organismos internacionales de los que EEUU es el propietario.
Del comité científico del Banco Mundial ascendió para convertirse en asesora del mismo organismo en Washington. Al mismo tiempo, acudía asiduamente, como asesora, al Foro de Davos, donde se reúne anualmente la flor y nata del capitalismo mundial.
En 2011, Mas Colell, entonces conseller de Economia, la ficha para integrarla en las estructuras de gobierno de la Generalitat.
¿Por qué en ese momento? En España se estaba acelerando la ejecución de los recortes. Y Cataluña era la alumna aventajada, la autonomía que mas lejos se atrevió a llevarlos, dejando a Esperanza Aguirre como una tímida aspirante.
Para eso se ficho a Elsa Artadi, que no ocupó el papel de un “gestor técnico” sino que asumió responsabilidades políticas cada vez mayores, hasta el punto de ser considerada una de las “gurús económicas” de la Generalitat.
Primero fue secretaria de Juegos y Tributos en el gobierno de Mas, para luego pasar a convertirse en secretaria de Hacienda. Su peso ascendente se demuestra al ser una de las muñidoras de la oferta de pacto fiscal que Mas presentó ante Rajoy.
Con Puigdemont al frente de la Generalitat ganó poder, siempre en la sombra, asumiento un cargo tan importante como la coordinación de todas las consejerías.
Cuando Puigdemont creó Junts per Catalunya desde Bruselas, puso a Artadi al frente de la campaña electoral, con mando en plaza por delante de la cúpula del PDeCAT.
A pesar de ser una de las más estrechas colaboradoras de Puigdemont, sigue cobrando -al no formar parte de los altos cargos de la Generalitat destituidos por el 155- un salario del Estado de 82.209 euros anuales, superior al de Mariano Rajoy.
Esta es Elsa Artadi. No proviene de la ex Convergencia, se afilió al partido en 2016 y rompió su carnet un año después. Criada en las ubres de la gran burguesía catalana pero despegó realmente en EEUU. No se le conoce activismo independentista anterior, pero ahora encabeza a los sectores más aventureros y agresivos que siguen defendiendo hoy “desobedecer al Constitucional” y “enfrentarse al Estado”. Detrás de su apariencia joven, moderna e informal se esconden las políticas económicas que desde Washington o la Comisión Europea nos han saqueado.
Como alternativa a la imposible investidura de Puigdemont, su antiguo mentor Mas Colell, propuso la formación de “un gobierno técnico”. Inmediatamente, Enric Juliana puso nombre a la “tecnócrata” catalana: Elsa Artadi.
En el nuevo escenario político, con el procés ya amortizado, el independentismo parece apostar por un gobierno cuya presidenta está formada en Harvard. Nada bueno puede esperarse de él.