Prohibidas las corridas de toros en Cataluña por 68 contra 55

Cuando el catalanismo huele a cuerno quemado

Otra vez el catalanismo demuestra intenciones ocultas. El mismo resultado de la votación encaminada a prohibir las corridas de toros en Cataluña, y desarrollada en el Parlamento catalán, los 68 votos del sí­ contra los 55 del no, más 9 abstenciones, reflejan la división y el enfrentamiento generados por una utilización polí­tica de la controversia social sobre los toros llevada adelante por el catalanismo. Porque la polémica entre los que están a favor o en contra de las corridas de toros viene de antiguo, está dentro de la historia de España; está en el seno de la sociedad española; y es independiente de la mentalidad polí­tica de derecha o de izquierda. Sin embargo, el catalanismo busca dividir a los catalanes y a estos con el resto de España. Habrá que coger al toro por los cuernos.

Porque en Cataluña no ha sido, no es, fundamentalmente una olémica sobre el maltrato animal como nos quieren hacer creer. Los catalanistas lo han convertido en una cuestión política. Utilizando las corridas de toros, y no el resto de actividades taurinas que se celebran en toda Cataluña, como una excusa, otra más, para dividir a los catalanes según una artificial identidad nacional; y para enfrentarlos con el resto de los españoles. La prohibición de los toros no es, en este momento de grave crisis económica y política, una preocupación prioritaria para los ciudadanos catalanes. Se trataba, se trata, de mezclar las corridas de toros con el veneno disgregador catalanista. Pero los catalanes llevan ya mucho tiempo sufriendo al tripartito, PSE-ERC-ICV, y a su ‘honorable oposición’ CiU. Por ello son ya ‘toro corrido’ –que no se deja engañar por tener mucha experiencia- y les ha importado un cuerno todo el montaje parlamentario. Lo mismo que han demostrado hace poco con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Después de ver los toros -la manifestación de contenido anticonstitucional envuelta en una senyera- desde la barrera, dijeron ‘¡Y un cuerno!’ y salieron a festejar el triunfo de la selección española de futbol por toda Cataluña. Y los catalanistas vieron como el apoyo “masivo” a la manifestación se les iba al cuerno. Y el antídoto popular ha sabido a cuerno quemado al catalanismo. Y aunque a toro pasado, los catalanistas venden su victoria antitaurina ocultando su carácter antiespañol, su defensa y mantenimiento de los festejos taurinos llamados correbous, que se celebran en el sur de Cataluña, también desenmascara su hipocresía. Por lo que su victoria terminará valiendo un cuerno. Porque cuando se va en contra de los deseos de unidad, de igualdad y de solidaridad de la inmensa mayoría, por mucho que se rompan los cuernos acabarán estrellándose sus planes disgregadores.