Homenaje a John Mayall (II)

Cuando el Blues venció al Imperio

El homenaje a John Mayall, que falleció el julio pasado, nos lleva a bucear en los orígenes del Blues y de la música negra, de los esclavos a los obreros y las primeras estrellas

Federico García Lorca, de su estancia en Nueva York en pleno Crack del 29, plasmó en Poeta en Nueva York, lo antagónico que es el capitalismo con la vida, así como la desigualdad y la opresiva segregación hacia la población afroamericana. Visitó y conoció Harlem, sus calles y sus clubs donde sonaba Jazz, guiado por artistas e intelectuales del movimiento cultural Renacimiento de Harlem, cuyos protagonistas de todas las expresiones artísticas eran por primera vez de raza negra.

En la conferencia-recital que da sobre el poemario en 1931, Lorca dice: «Y me lanzo a la calle y me encuentro con los negros. En Nueva York se dan cita las razas de toda la tierra, pero chinos, armenios, rusos, alemanes siguen siendo extranjeros. Todos menos los negros. Es indudable que ellos ejercen enorme influencia en Norteamérica y, pese a quien pese, son lo más espiritual y lo más delicado de aquel mundo. Porque creen, porque esperan, porque cantan y porque tienen una exquisita pereza religiosa que los salva de todos sus peligrosos afanes actuales (…).»

«Yo bajaba muchas mañanas desde la universidad donde vivía y donde no era el terrible mister Lorca de mis profesores sino el insólito sleepy boy de las camareras, para verlos bailar y saber qué pensaban, porque es la danza la única forma de su dolor y la expresión aguda de su sentimiento.»

«Yo quería hacer el poema de la raza negra en Norteamérica y subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco y de todas sus máquinas.»

De esta manera tan certera nos describe Lorca lo que hace único al Blues. Y con ese grito… “El Mascarón. ¡Mirad el mascarón! ¡Cómo viene del África a New York!”… en Danza de la muerte, podemos ver los barcos negreros y sus bodegas hacinadas con la voz, la música y la danza esclavizada de África, llegando a la capital del Imperio.

La rebelión negra

La música popular desde tiempos remotos es un recurso para el entretenimiento, para expresar relaciones sociales, afectivas o con el entorno. También, y ligada a los poderes del Estado, para mostrar el fervor militar, patriótico o religioso. Para el escritor Víctor Hugo la música “expresa aquello que no puede decirse con palabras, pero no puede permanecer en silencio”. Los pobres, los trabajadores provenientes de los estratos sociales más desprotegidos y marginados, o los soldados, utilizaban la música no solo para cantar sus penas y aligerar las pesadas cargas diarias, sino para denunciar situaciones que no podrían haberse dicho de otra manera. Es una expresión más de la lucha de clases «velada unas veces, y otras franca y abierta que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social» (El manifiesto del Partido Comunista, Marx-Engels).

Hay que recordar que tras la guerra de secesión (1861-65) se declaró ilegal la esclavitud en Estados Unidos, pero no la segregación racial. Las leyes de Jim Crow de 1876 que consolidaron las diferencias económicas, educativas, sociales y políticas completamente discriminatorias, clasistas y racistas para los negros, estuvieron vigentes hasta 1965. Estas leyes ya no están escritas pero, a día de hoy, sigue sintiéndose ese poso entre la población negra trabajadora.

A los 15 años Mayall (1948) era un gran conocedor de la música negra. Machaca una y otra vez la colección de pizarras a 78 r.p.m de su padre. No es anecdótico. Tras la primera Guerra Mundial, el Blues, el Jazz, las grandes orquestas, se extienden por Europa y sus grabaciones son comunes en las casas de los amantes de la música. Es la música enlatada que escuchan en casa desde niños. Pero estos jóvenes rebeldes, curiosamente no romperán con la música de sus padres, por el contrario, se engancharán a sus ritmos, a sus historias, a sus voces porque es una música revolucionaria.

Blues es nombre de mujer negra

El Blues se ha desarrollado siempre en una discusión permanente entre coger el camino del entretenimiento o de la reivindicación, de lo moral o lo inmoral, lo pagano o lo religioso. Pero hay una contradicción previa que determinó todas las demás, la de comer o pasar hambre, trabajar para vivir o mendigar. Esa es la que empujó a decenas de miles de trabajadores negros a abandonar los campos del sur. Con la incipiente mecanización del trabajo agrícola que se dio entre 1910-1920 se necesitaba menos mano de obra y se añadía la terrible represión que sufrían al amparo de las Leyes Jim Crow. El destino fueron las ciudades mas cercanas del norte y del medio oeste en la llamada Primera Gran Migración. Allí se desarrollaron los inicios del Blues Urbano unido al nuevo papel de la mujer en la sociedad mucho mas libre e independiente. Al margen de discusiones arqueológicas sobre los inicios del género, lo innegable es que las primeras estrellas del Blues fueron ellas.