Desde la noche electoral del 28A -donde las urnas dieron un claro giro a la izquierda con el PSOE como claro ganador- hasta la segunda sesión de investidura, han pasado 80 días. En ellos hemos pasado del apretón de manos entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, confirmados como «socios preferentes», o la promesa del «gobierno de cooperación», a un desencuentro total que aboca a unas nuevas elecciones que serán una auténtica ruleta rusa. ¿Que hechos han pasado entre medias?
El 7 de mayo, apenas una semana después del resultado electoral, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se reunieron por primera vez en Moncloa para explorar la posibilidad de colaborar y facilitar la investidura del socialista. Sonrisas y optimismo. Ambos acordaron «trabajar para el acuerdo» y hacerlo con «prudencia», «discreción» y «tranquilidad».
Las negociaciones se dejaron en «stand-by» debido al segundo ciclo electoral -el de las elecciones europeas, autonómicas y municipales. Pero tras los resultados del 26 de mayo, el tiempo siguió corriendo, ya que ambas formaciones centraron su atención en el complejo puzle de alianzas en decenas de CCAA y miles de ayuntamientos.
El asunto no se retomó hasta la segunda semana de junio, donde PSOE y Unidas Podemos acordaron hablar de ‘Gobierno de cooperación’, un término deliberadamente impreciso que tenía un significado distinto para ambos partidos. Para los de Ferraz significaba algo distinto a la fórmula de gobierno de coalición: en aquel momento el PSOE hablaba de gobernar en solitario, con el apoyo de UP «a la portuguesa», es decir, pactando la política desde fuera del gobierno. Para Podemos, significaba tener ministros en la Moncloa.
El lío -aparentemente semántico pero mucho más que eso- fue calentando el ambiente. Ante el enfado de los morados, desde Ferraz se ofreció a sus socios la posibilidad de incorporar personas a los segundos niveles de la administración. Proposición rechazada.
Las relaciones ya se habían ido agriando -sobre todo con las declaraciones cruzadas en los medios de Sánchez e Iglesias, y sobre todo con una consulta interna dentro de Podemos que disgustó a varios dirigentes de la formación morada por su capciosidad- cuando entramos en la tercera semana de julio. Entonces Pedro Sánchez se presentó en la Cadena Ser desde donde dio por rotas las negociaciones con Podemos. Días más tarde, el 18 de julio, en «Al Rojo Vivo», el el presidente del Gobierno dijo que «el principal escollo» para un acuerdo era Pablo Iglesias y aseguró que el líder de Podemos no podía estar en el Gobierno.
La cosa parecía lista para el descarrilamiento, pero entonces Iglesias dió un paso atrás, anunciando su decisión de descartarse como ministrable. El anuncio quitó una buena dosis de tensión sobre todo en las filas socialistas, pero el tiempo apremiaba.
Con poco más que un fin de semana por delante, y con los ojos y las esperanzas de la mayoría social progresista puestos en ellos, la vicepresidenta Carmen Calvo y Pablo Echenique tomaron la directa.
De nuevo, el escollo eran los asientos, las carteras y las competencias, y no el programa ni las políticas. El nombre en boca de todos era el de Irene Montero, a quien todos situaron inmediatamente en la vicepresidencia social que Unidas Podemos le exigía al PSOE. Pero una brecha de optimismo cundió en aquel momento. ¿Cómo no van a llegar a un acuerdo?
Y así llegaron a la primera sesión de investidura del lunes 22 de julio, con un no-acuerdo. Con un traje con las costuras abiertas.
Tras un largo debate de investidura, en el que Pedro Sánchez desgranó un programa de gobierno que en un gran porcentaje puede ser suscrito por Unidas Podemos, pero donde solo al final mencionó a sus socios morados, se produjo un bronco intercambio de reproches entre Iglesias y Sánchez. Al final, Unidas Podemos optó por la abstención en esa primera votación.
El martes 23 de julio Calvo y Echenique volvieron a intentar hacer arrancar el motor. La propuesta inicial de Unidas Podemos fue de seis ministerios y competencias en igualdad, trabajo, fiscalidad y transición energética. La del PSOE ofrecía a los morados cuatro carteras: una vicepresidencia (de Asuntos Sociales para Irene Montero) y tres ministerios (el de Vivienda y Economía Social el de Sanidad, Asuntos Sociales y Consumo y el de Igualdad), con áreas de gran interés para el lucimiento de una fuerza de las características de Unidas Podemos.
A solo unas horas de la votación definitiva, prevista para este jueves, el precario entendimiento saltaba por los aires. El PSOE decidía filtrar los textos con las peticiones de Podemos y las ofertas realizadas como respuesta. Unidas Podemos decidía mantener su abstención, frustrando toda posibilidad de sacar adelante la investidura.
80 días de oportunidades para el acuerdo, para llevar a buen puerto un gobierno progresista tal y como era el mandato de la mayoría social progresista que acudió masivamente a v