La criptomoneda más famosa, Bitcoin, se vendía por 192 dólares en octubre de 2013. En noviembre de ese año ya se pagaba a 1.000 $; alcanzó los 10.000 dólares cuatro años después, ¡y los 60.000 en octubre del pasado año! Una locura. Y de repente, en tres meses había vuelto a caer más de un tercio de su valor….
Una de estas criptomonedas lanzada en Corea, inspirada en el El juego del calamar (serie de TV), creció un 234.000% justo antes de caer en picado.
Con esta inestabilidad, ¿pueden considerarse las criptomonedas una alternativa de ahorro o inversión? ¿Cumplen con su anuncio de que acabarán con las monedas de los estados? ¿Son tan siquiera monedas?
Aunque el bitcoin es la más conocida, se compran y venden 9.953 criptomonedas distintas. De ellas, 2.311 ya se consideran muertas (todavía se pueden comprar pero valen casi cero).
Las noticias se suceden sobre enormes ganancias de los inversores en algunos casos, y de batacazos igual de grandes en otros. Los Bancos Centrales insisten en que se trata de inversiones de enorme riesgo y que no pueden ser consideradas monedas porque no cuentan con el respaldo de un Banco Central estatal.
Las criptomonedas son simplemente una vieja mercancía con una forma distinta: un nuevo producto financiero destinado a la especulación.
Tomemos bitcoin (BTC). Es un asiento contable, una anotación en el ordenador del comprador, cuya propiedad está verificada a su vez por otras anotaciones en decenas de ordenadores conectados entre sí en una red. No existe una «autoridad oficial» que certifique un título de propiedad o le asigne valor alguno. De hecho basta con que un propietario extravíe la clave informática que le certifica esa propiedad, para que lo pierda todo. Lo que ya ha destruído uno de cada diez bitcoin creados.
¿Cómo se crean los bitcoin?
Con un programa informático. Diversas personas, conectadas en red con sus ordenadores, validan los bloques de información que conforman la seguridad del gran libro de contabilidad que supone la red de Bitcoin. Para que mucha gente en diferentes rincones del planeta participe de esa red de certificación (así se garantiza un código de seguridad de la red de emisión y transacciones de bitcoins), hay un incentivo: el programa original de Bitcoin va lanzando problemas matemáticos. Quienes primero resuelven esas ecuaciones complejas se llevan de premio una cantidad determinada de nuevos bitcoins, que a su vez podrán vender obteniendo una ganancia en dinero.
A quienes completan ese trabajo informático y que obtienen por ello nuevos bitcoin, se les denomina mineros.
Ahora bien, este sistema de trabajo que se anuncia como una forma descentralizada de sostener una nueva moneda mundial y virtual, tiende en esencia al monopolio. No a la red o la gran cooperativa. Como ocurre en la producción de cualquier mercancía.
Para minar (producir) Bitcoin usando un ordenador personal medio, se tardarían 871.450.680 días en resolver los problemas de cálculo necesarios. A día de hoy, por cada problema resuelto, por cada nuevo bloque de información, el minero ganador obtiene 6,25 BTC (unos 225.000 euros al valor de Bitcoin en el momento de escribir este artículo). La espectativa de esta ganancia desató la competencia: los «mineros» conectaron varios ordenadores en serie para aumentar su potencia y resolver antes que nadie los problemas… y esto cada vez a mayor escala, hasta las compañías actuales que invierten millones de dólares en equipos más potentes, y pagan enormes facturas de luz para quedarse la producción. (Analistas de Deutsche Bank estiman que el consumo mundial anual de electricidad para minar esta criptomoneda equivale al de Suiza).
Así han rebajado el tiempo que se puede tardar en minar un bitcoin a 10 minutos. Y los pequeños miembros individuales de la red ya no pueden competir en la generación de bitcoins.
Ganancias decrecientes y concentración
Con las grandes inversiones que se realizan para minar Bitcoins, los pequeños mineros han sido desplazados; pero para los más grandes va cayendo la tasa de ganancia. Cada vez les cuesta más recuperar su inversión. Por la competencia, y también porque como esta mercancía (bitcoin) no se consume destruyéndola, sino que se almacena para especular con ella, su producción no puede ser constante, no pueden seguir generándose sin límite porque su superabundacia los convertiría en algo sin valor.
Y efectivamente, ese límite está marcado en el programa informático que los genera. Actualmente, se crean unos 900 bitcoins cada 24 horas. Se producirán un total de 21 millones, de los que 19 millones ya están producidos.
Esto hace que la ganancia que el minero recibe por cada problema resuelto vaya disminuyendo. Está programado que por cada 210.000 bloques de información o problemas resueltos, la cantidad de bitcoin que se ofrecen como recompensa se reduce a la mitad.
Inicialmente, en 2009, cada bloque de información generaba para el ganador 50 BTC, pero esta recompensa se fue reduciendo a la mitad cada cuatro años. Primero a 25 bitcoin, luego a 12,5 bitcoin y por última vez a los 6,25 bitcoin actuales. En 2024 se reducirá 3,12. En 2028 a 1,5….
Y eso hasta un punto en que ya no resultará rentable dedicarse a ello.
Entonces los poseedores de bitcoin deberán sostener la red, pagar comisiones para que alguien valide sus transacciones, o hacerlo ellos mismos gastando su tiempo, ordenadores y dinero, porque si la red se detiene, Bitcoin desaparece…
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Bitcoin se anunció como una alternativa al dinero actual. Una gran red mundial de individuos certificando su moneda virtual al margen de los Estados. La realidad es que tiende a la concentración tanto su producción, como su posesión: Solo 10.000 personas controlan un tercio de los BTC que hay en el mercado. Y de ellos los 1.000 inversores más grandes poseen ya unos 3 millones de bitcoins (un 16% del total). |
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Inversores en criptos, sus sueños… a merced de la demanda
A pesar de la gran variación de precios de las criptomonedas, ¿tienen un valor real? Sí, y éste depende de algo objetivo, la cantidad de trabajo invertido en su producción. Y como cualquier mercancía tenderán a ese precio aunque momentáneamente oscilen exageradamente por la oferta y la demanda.
«¿Cómo se miden las cantidades de trabajo? Por el tiempo que dura el trabajo, por horas, por días, …
Para calcular el valor de cambio de una mercancía, tenemos que añadir, a la cantidad de trabajo últimamente invertido en ella, la que se encerró antes en las materias primas con que se elabora la mercancía y el trabajo incorporado a las herramientas, maquinaria y edificios empleados en la producción de dicha mercancía … Hasta aquí, el precio de una mercancía en el mercado coincide con su valor. De otra parte, las oscilaciones de los precios del mercado, que unas veces exceden del valor o precio natural y otras veces quedan por debajo de él, dependen de las fluctuaciones de la oferta y la demanda.» (K. MARX, Salario Precio y Ganancia, 1865).
En 2021 el mercado global de criptomonedas alcanzó los 3 billones de dólares. Un año después vale la mitad. O sea, 1,5 billones de dólares han volado de las cuentas de muchos inversores
Lo que en el caso que nos ocupa nos explica que las superganancias especulativas con cada criptomoneda serán solo momentáneas (picos de demanda) y para algunos. Y que no puede ser de otra forma, con esta mercancía destinada a la especulación, que las ganancias de unos coincidan con las pérdidas de otros.
En 2021 el mercado global de criptomonedas alcanzó los 3 billones de dólares. Un año después vale la mitad. O sea, 1,5 billones de dólares han volado de las cuentas de muchos inversores, y esas son las ganancias de algunos.
No hay más.