Una vez dilucidado el cuerpo a cuerpo en que ayer se convirtió el debate televisado entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, candidatos de los dos principales partidos a las elecciones generales del próximo 20N, la hoja de ruta a seguir por quien resulte vencedor en los comicios para más urgente que nunca. Entre las tareas inaplazables por más tiempo, sobre todo ahora que los mercados y las autoridades europeas vuelven a tener en el punto de mira a España ante un posible contagio de las dificultades que atraviesa Italia, está el impulso decidido y urgente a una agenda de profundas reformas que aticen el estancamiento económico y restañen la confianza perdida entre los inversores extranjeros. La amenaza conocida ayer de que Bruselas podría llegar a sancionar al Gobierno español con una multa de mil millones de euros (equivalente al 0,1% del PIB) por el alto nivel de paro, que duplica la media de toda la UE y hace tiempo que rompió la barrera de los cinco millones de desempleados, constata que el Ejecutivo que se forme después de la cita con las urnas apenas disfrutará de un corto periodo de gracia para que ponerse manos a la obra