La Asamblea General de Naciones Unidas ha confirmado un mundo donde EEUU (aun conservando el mayor poder económico, político y militar) ya no es el incuestionable gendarme mundial.
El desorden campa y las naciones claman por cambios que reconozcan el nuevo status. El Secretario General de la ONU, António Guterres, subrayó la urgente necesidad de reformar las principales instituciones mundiales, las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad, y el sistema financiero internacional.
“No me hago ilusiones sobre las barreras a la reforma del sistema multilateral. Los que tienen poder político y económico, y los que creen tenerlo, son siempre reacios al cambio. Pero el statu quo ya está agotando su poder y sin reformas la fragmentación es inevitable, y las instituciones globales perderán legitimidad, credibilidad y eficacia”.
Mientras tanto los objetivos de reducir la desigualdad, acabar con la pobreza y las guerras, y revertir la contaminación del planeta, se estancan o retroceden.
La Asamblea se convocó bajo el lema “Pacto por el futuro” y se ha cerrado con una declaración general de objetivos a conseguir para traspasar un mundo mejor a la generación siguiente. Pero reconociendo al tiempo que incluso se ha retrocedido en lo fijado hace diez años. La guerra de agresión rusa contra Ucrania, las masacres de Netanyahu (cuyo ejército bombardeaba Beirut mientras él pronunciaba su discurso en Nueva York, en una clara acción de desprecio a la ONU), la guerra de Sudán, o la descomposición de Haití, son la terrible realidad.
Los países del Tercer Mundo, como la representante de Bolivia, exigían que “Las decisiones multilaterales deben ser colectivas, en igualdad de condiciones, respetando la soberanía de la que gozan todos los Estados.” Exigencia que reclamó también el Grupo de los 77+China.
Y el presidente de Nepal, en representación del Grupo de los 45 países menos desarrollados, puso el énfasis en la desigualdad: “Nada podría ser más injusto y poco ético que ignorar que millones de personas viven en la pobreza extrema, mientras una pequeña minoría en algunos rincones del mundo, acumula miles de millones cada día.”
Se genera cada vez más riqueza, suficiente para sacar de la pobreza al conjunto de la humanidad, pero aún hay cientos de millones de personas que pasan hambre o subsisten con lo mínimo.
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Concentración de la riqueza
Coincidiendo con la Asamblea de la ONU, la ONG Intermon Oxfam ha publicado un informe («Multilateralismo en una era de oligarquía global») cuyo centro es denunciar que el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 95%. Y advierte que la influencia de los milmillonarios «se ha disparado. Las tres mayores gestoras de fondos del mundo (BlackRock, State Street y Vanguard, de EEUU) acaparan el 20% de todas las inversiones del planeta (en acciones, fondos, metales y materias primas)”.
La pobreza disminuyó en el mundo en las últimas dos décadas por el desarrollo de China y algunas zonas de la India. Pero desde que hace tres años Pekin anunciase que había acabado con la pobreza extrema en su país, que sacó a 600 millones de la miseria, la cifra de pobres en el planeta ha dejado de reducirse.
Además como la minoría más rica, cada vez acumula más, y la mayoria pobre cada vez percibe menor porcentaje de la riqueza generada, la distancia se amplía, y la desigualdad crece.
Cada vez se genera más riqueza, pero cada vez se concentra más, y a mayor velocidad, en menos manos.
No solo crece la riqueza de los más ricos sino que hay un trasvase de la mayoría hacia la minoría, que está relacionado directamente con las ganancias financieras y empresariales. «El 82 % de los beneficios acaban en manos de accionistas, quienes se encuentran en su inmensa mayoría entre las personas más ricas.»
El excedente de producción es cada vez mayor por el desarrollo de las fuerzas productivas; pero se monopoliza por cada vez menos propietarios del capital.
La porción de los ingresos que le corresponde a la mitad más pobre de la humanidad apenas ha cambiado, pese a que la producción económica mundial se ha triplicado con creces desde 1990.
Lo que denuncia Oxfam es que el peso político de estos ultra ricos y de estas megaempresas se está incrementando. Y eso alimenta la desigualdad. Denuncia el director de Oxfam que esta hiper concentración de poder permite a estos milmillonarios influir de manera decisiva para que no se resuelvan algunos de los mayores problemas que tiene la humanidad: ya sea hacer accesible vacunas, proveer de comida a los más necesitados, luchar contra la evasión fiscal o reducir la montaña de deuda de los países más pobres.
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Monopolio y deuda externa
Esta concentración tan acerbada de la riqueza mundial no es la cuestión del patrimonio de un puñado de ricos, sino el fruto de la imposición del monopolio sobre la vida de todos.
«El aumento de la concentración en los mercados se observa en todos los sectores. Entre los años 1995 y 2015, 60 empresas farmacéuticas se han fusionado en 10 gigantes mundiales. Dos multinacionales son ya propietarias de más del 40% del mercado mundial de semillas…»
Estos gigantes surgidos de las absorciones empresariales dominan en exclusiva su mercado nacional y además son capaces de copar otros mercados en el resto de naciones, donde se imponen a los consumidores y a los productores. Con ello «los beneficios se concentran en manos de un puñado de empresas:el 0,001% de las mayores empresas reciben aproximadamente un tercio de los beneficios empresariales totales«.
El capital aumenta, se incrementa y se concentra en el capitalismo, como certificara K. Marx al desvelar en sus estudios las leyes que rigen este modo de producción. A esta tendencia no escapa ninguna rama o sector económico.
Y el monopolio se reproduce en el sector bancario: «El 1% más rico de la población mundial posee el 43% de los activos financieros globales”.
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Deuda
Y así los estados imperialistas no solo imponen sus monopolios en los mercados de otros países, donde sus bancos se hacen acreedores de las empresas y ciudadanos, sino que son capaces de encadenar enteramente a las naciones con los préstamos financieros. En 2023, el conjunto de los países en desarrollo perdieron una cifra récord de 443.500 millones de dólares, entregada para amortizar su deuda externa pública y abonar intereses a los prestamistas.
Con los países empobrecidos por este mecanismo, se agudizan las desigualdades que repercuten en la esperanza de vida y el acceso a servicios básicos, como la atención sanitaria, la educación, el agua…
«El imperialismo es la época del capital financiero y los monopolios que engendran en todas partes aspiraciones de dominio, no de libertad. Independientemente del sistema político, el resultado de estas tendencias en todas partes es la reacción y la intensificación de antagonismos en este ámbito.» «Los capitalistas reparten el mundo, no como consecuencia de su particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios; y se lo reparten «según el capital»; «según la fuerza»; otro procedimiento de reparto es imposible en el sistema de la producción de mercancías y del capitalismo.»
(El imperialismo, fase superior del capitalismo. V.I. Lenin.)