Hablar de Ángel Lozano es hablar de un revolucionario comunista a carta cabal, cuadro dirigente de UCE de larguísima y fructífera trayectoria, fundador del periódico De Verdad, director de la revista Chispas y de las Escuelas Populares de marxismo. Su contribución al pensamiento revolucionario no se puede expresar en palabras.
Durante muchos años, y en multitud de ocasiones, Ángel y yo coincidimos y colaboramos en las publicaciones del partido. Pero de todas esas ocasiones, yo siempre recuerdo una con especial cariño e insistencia.
El recuerdo me lleva a una tarde de otoño (lo que no puedo corroborar de ninguna forma) en la sede de Valencia de la calle Literato Azorín. Ya habían pasado el golpe del 23-F y las elecciones del 82. De alguna manera era presumible que la situación en España había dado un giro importante. En ese contexto, pero casi informalmente, nos reunimos Miguel, Ángel y yo para plantearnos el futuro de las publicaciones.
Recuerdo que fue una de esas reuniones escasamente rutinarias y, por el contrario, muy exigentes y participativas, a tumba abierta, donde le dimos un vuelco importante a una situación que apenas si había cambiado en los quince años anteriores. Allí decidimos que «El Arma del Pueblo», que había sido la publicación habitual del partido hasta entonces, pasaría a convertirse en una revista periódica, con contenidos más teóricos y de análisis. Y nos planteamos crear una nueva publicación quincenal, más «ligera» y de agitación, un instrumento para llegar más rápido a la gente y difundir las consignas del momento con más agilidad. No sé si ya lo sabíamos, pero estábamos fundando el periódico De Verdad.
Durante un tiempo, la criatura recién nacida era tan frágil que apenas si tenía 4 páginas, y la escribíamos al alimón Ángel y yo. Nada -o muy poco- hacía presagiar que, años después, se convertiría en una publicación cuyo prestigio e influencia no han dejado de crecer hasta hoy. Creo que ya han pasado 35 años de ello. En los últimos, por azar o por destino, Ángel volvió a estar a la cabeza del De Verdad. Y yo era el primero que al recibirlo, buscaba instintivamente los artículos de Ángel. Jamás defraudaban.
Será difícil olvidarlo. A mí, al menos, nunca se me olvidará aquella reunión.