Un grupo unos 200 estudiantes, con caretas y capuchas, al grito de «estás manchado de sangre» y «asesinos no sois bienvenidos», han impedido la conferencia del expresidente Felipe González y del director del grupo Prisa, Juan Luis Cebrian, en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, en el marco de las jornadas «Sociedad Civil y Cambio Global». En torno a este hecho se ha abierto un debate, con acusaciones cruzadas, que está contribuyendo a separar y enfrentar algunas de las fuerzas que deberían estar trabajando por construir una alternativa a un gobierno de los recortes del PP.
A estas alturas nadie tiene dudas de que Felipe González tiene graves responsabilidades, tanto por su pasado al frente del gobierno -desde los Gal al referéndum de la OTAN-, como por su presente y su intervención en el golpe en el PSOE para descabezar a Pedro Sánchez y favorecer la abstención que permita un gobierno de Rajoy.
Pero una cosa es abrir un debate, amplio y democrático, sobre estas cuestiones, y otra muy diferente son actuaciones como el boicot al acto en la universidad que, tanto por las formas como por el contenido, generan un lógico rechazo social.
No es nada nuevo que actuaciones de este tipo desvíen la atención. Lo hemos visto en numerosas manifestaciones (también en otras ocasiones en la Universidad), cómo la actuación de grupos “violentos” y provocadores revientan las manifestaciones, sembrando la confusión y la división y desviando el centro de las reivindicaciones.«Las consecuencias objetivas de hechos como el escrache a González y Cebrián es crear más dificultades en el camino de construir una alternativa de progreso que la mayoría social demanda»
Lo ocurrido en la Autónoma entra dentro de este tipo de provocaciones. ¿Por qué no movilizaron a los estudiantes con un debate amplio sobre lo que Gónzalez, sus hechos y sus posiciones significan, incluso llamando y entrando a debatir en el mismo acto?
Las consecuencias objetivas de hechos como el escrache a González y Cebrián es crear más dificultades en el camino de construir una alternativa de progreso que la mayoría social demanda.
Cuando somos más los que estamos por el cambio de políticas y de gobierno, y es más necesaria que nunca la unidad para hacer frente al nuevo gobierno de los recortes que nos quieren imponer, no podemos caer en la trampa de sembrar la confusión, el enfrentamiento y la división.
Por eso la gestora del PSOE se equivoca cuando culpabiliza a Podemos por la “irresponsabilidad política” de Pablo Iglesias al “señalar a políticos” que luego son atacados “violentamente”. Pero tampoco ayudan las posiciones de algunos dirigentes de Podemos, como Rafael Mayoral o Carolina Bescansa, que no se demarcan de lo sucedido en la universidad o lo equiparan con cualquier otra “protesta”.
Tanto las bases socialistas como las de Podemos forman parte importante de esa mayoria que rechaza otro gobierno de los recortes, y son elementos indispensables para una alternativa de un gobierno de progreso.
Todas las posiciones que confunden sobre esto, y que dividen y enfrentan, solo contribuyen a alejar la posibilidad de una alternativa contra los recortes y la corrupción que contaría con el apoyo de una amplia mayoría social.