Casaldáliga: ronda que te ronda

“CON LA MUERTE, DIOS Y YO (P. Casaldaliga) VENDREMOS DEFINITIVOS”

Desde hace años,  se cernía en el aire el temor a  que pudiera suceder lo de  hoy: la muerte de  Dom Pedro Casaldáliga, obispo del Mato Grosso en Sao Félix de Aaraguaia (Brasil). 

Ha sido una muerte anunciada, agravada por la presencia del hermano parkison por más de 20 años. Sin duda nuestro querido Pedro sabía bien cuando afirmaba que la cárcel y la enfermedad había que considerarlos como dos sacramentos más.   

Se han hecho realidad aquellas palabras suyas, que  poéticamente plasmó en soneto:

Ya la acogí, en la sombras, muchas veces

´             y la temí, rondándome, callada.

No era el vino nupcial, eran sus heces,

era el miedo al amor, más que la amada.

Pero sé que vendrá. Confío en ella,

Amada fiel de todos y maldita.

No hay modo de escapar a su querella.

Sin hora y sin lugar, ella es la cita.

Vendra. Saldrá de mí. La llevo dentro

desde que soy. Y voy hacia su encuentro 

Con todo el peso de mis años vivos.

Pero vendrá… para pasar de largo.

Y en la centella de su beso amargo 

Vendremos Dios y yo definitivos.

La muerte impone casi obligatorio, no ya el toque de campanas, sino la despedida o  escrito  que realce los méritos del fallecido.

En el caso de Casaldáliga, los méritos son superconocidos, me voy a limitar a  destacar  algunos principios y hechos, sin los que no se podría entender el sendero de su vida.

Este obispo POETA, con una carrera  que sobrepasa los 92 años, nació en Balsareny (Cataluña) en febrero de 1928,+ de una familia católica y de derechas, la revolución del 36  le coge en zona roja. No podía ir a la escuela  entre semana, por ser mixta y atea; no había misa ni catecismo los domingos; pero se confesaba en establos y galerías y ayudaba a Misa en eucaristías de catacumba. Aprendió a amparar y encubrir a los desertores; supo cómo a su tío Luis  y dos compañeros más los mataron los rojos.

Pedro presumía de requeté porque sonaba a oposición. Una tarde entró en el cuarto de sus padres , se echó al cuello de su madre y, rompiendo a llorar, le dijo: “Vull ser capellá, mare”. 

A sus 12 años, entra en el seminario de Vic . Allí  deja bien clara su voluntad de ser “poeta” y se enciende su vocación misionera. Y de Vic a Cervera, Alagón, Barbastro, Vic, Solsona y Valls, donde culmina su carrera ordenándose  sacerdote a los 24 años en el césped olímplico del Estadio de Montjuitch. 

En  el  plazo de estos  12 años, – oscurantistas y heroicos-  Pedro, dentro de una formación común a todos los demás seminarios, abriga deseos  de hacer  “revolución desde dentro” y se apuntaba a todo lo que oliese a inciativa comprometida. 

A la poesía tuvo que despedirla  definitivamente “como una amiga imposible” por aquello de que la literatura tenía muy mala prensa entre los maestros espirituales.

A los 24 años, lleno de vida e impaciencia,  Pedro se dispone a afrontar la dura realidad de la sociedad, las normas y observancia, muchas veces irritantes, de la vida religiosa y el tenor libre  y evangélico de su vida apostólica. 

Iba a consumir 15 años hasta dar su salto a Brasil en el 1968,    impregnado ya de los aires nuevos  del concilio Vaticano II: innovación, libertad,compromiso. Quince años como animador, conferenciante, director espiritual, servidor de los jóvenes, los trabajadores, los inmigrantes, los más pobres  en Sabadell , luego en Guinea Ecuatorial y después comprometido con las gentes  de la periferia y sus problemas. 

Llamado a Madrid, dirige con Mino Cerezo y Teófilo Cabestrero la revista IRIS DE PAZ, a la que rebautizan con el nombre de REVISTA DE TESTIMONIO Y ESPERANZA, impulsando desde ella iniciativas culturales y movimientos sociales. En ese tiempo, junto con seis compañeros más, escribe una carta al Superior General bajo el dilema de que la Congregación claretiana aceptaba el Vaticano II o ellos tantearían otros derroteros.

Pedro asistió  como representante  de la Provincia de Aragón al Capítulo  General de renovación en 1967,  abanderando la tendencia más carismática y valiéndole el apodo  de “Che Guevara” y el de “Sierra Maestra” por el lugar a los que con él se reunían.

Finalmente, Pedro emprende su viaje al Mato Grosso del Brasil, un viaje sin retorno, (han pasado 52 años) en el que quema las naves, sin nunca regresar a España, ni siquiera cuando murió su madre. “Había logrado por fin, escribe, lo que tanto había soñado y buscado: un clima heroico para vivir heroicamente”.  

Pedro, ya en el Brasil,  pasa cuatro meses en el Centro de Formación Intercultural (CENFI), para lograr una  perspectiva del Brasil y de la Iglesia brasileña: “ Se daba allí, escribe, toda la gama de una  Iglesia en evolución… todo contribuía a hacer revisar y replantear la formación recibida,  la piedad heredada, las austeras distancias del sexo, el apostolado en ristre, la fácil y convencida dicotomía con que en el viejo mundo vivíamos la misión de la Iglesia, frente a la política y la sociedad en general”. 

 Y del Centro de Formación, su salto al Araguaia, al “Oeste” desconocido, durante siete días de camión: julio de 1968. 

Ahora, sí, la voz de Pedro, sin necesidad de describir el vaivén cotidianamente dramático de su quehacer, nos podrá alumbrar el proyecto de sus sueños, por el que él nació, vivió y murió.

Pienso que la vida de Pedro, aparece como un rio que avanza en una única dirección, más bravo o más sosegado, dependiendo de la orografía del cauce, según este coadyuve a frenarlo, desviarlo o hacerlo llegar a su puerto. 

Los cambios en una persona no ocurren al azar, ni vienen desde fuera, más bien provienen de uno mismo, por elección propia, tras discernir las circunstancias que favorecen o impiden el curso elegido.

La Prelatura de Sao Félix de Araguaia, (área de 150.000 km)  fue creada el  13 de mayo de 1970 por el Papa Pablo VI.

Cuando Pedro es consagrado obispo de ella en 1971, había en ella un solo hospital y faltaban toda clase de infraestructuras; existía en ella el mayor latifundio de la zona con casi 700.000 hectáreas. Y Sao Félix tenía entonces  unos 600 habitantes, no había escuela, médicos ni electricidad. 

La realidad entraba por los ojos: ninguna  asistencia básica, hambre crónica, enfermedades, explotación, violencia, altos índices  de mortalidad infantil, analfabetismo generalizado. 

¿Opción  del obispo Pedro? 

No  es ningún secreto, le venía de muy atrás y la iba a aplicar con natural contundencia. Se opuso a que lo nombraran obispo, pero amigos de verdad le persuadieron de que su aceptación sería mejor para servir al pueblo y  denunciar las injusticias. 

En su consagración lo dejó bien claro:

TU MITRA será un sombrero de paja.

TU BACULO será la verdad del Evangelio. 

TU ANILLO será la Nueva Alianza del Dios Liberador y la Fidelidad al pueblo de esta tierra.

TU ESCUDO la fuerza de la Esperanza y la libertad de los hijos de Dios. 

TUS  GUANTES  el servicio del  Amor

ME LLAMARÁN SUBVERSIVO

Con un callo por anillo,

monseñor cortaba arroz.

Monseñor ¿”martillo 

y hoz”?

Me llamarán subversivo.

Y yo les diré: lo soy.

Por mi pueblo en lucha, vivo.

Con mi pueblo en marcha, voy.

Tengo fe de guerrillero

y amor de revolución.

Y entre Evangelio y canción

sufro y digo lo que quiero.

Si escandalizo, primero

quemé el propio corazón

al fuego de esta Pasión,

cruz de Su mismo Madero.

Incito a la subversión

contra el Poder y el Dinero.

Quiero subvertir la Ley

que pervierte al Pueblo en grey

y al Gobierno en carnicero.

(Mi pastor se hizo Cordero.

Servidor se hizo mi Rey).

Creo en la Internacional

de las frentes levantadas,

de la voz de igual a igual

y las manos enlazadas…

Y llamo al Orden de mal,

y al Progreso de mentira.

Tengo menos Paz que ira.

Tengo más amor que paz.

…¡Creo en la hoz y el haz

de estas espigas caídas:

una Muerte y tantas vidas!

¡Creo en esta hoz que avanza

– bajo este sol sin disfraz

y en la común Esperanza –

tan encurvada y tenaz!