El frágil alto el fuego entre los saharauis y el régimen marroquí ha quedado roto por las agresiones de Rabat. Una nueva guerra se libra en el Sáhara Occidental.
Durante 29 años, el pueblo saharaui ha esperado el referéndum de autodeterminación al que tienen derecho. Y durante 29 años no ha podido ver ni el más mínimo atisbo de avance. Viviendo en tiendas en el desierto, o en ciudades ocupadas bajo el régimen policíaco marroquí, que persigue, reprime y tortura a los activistas saharauis.
La gota que ha colmado el vaso ha sido la decisión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de prorrogar un año la Misión de la ONU para el Sáhara (Minurso), hasta el 31 de octubre de 2021. Algo que debería ser motivo de celebración para los saharauis, si no fuera porque el texto -redactado por la diplomacia norteamericana- olvida adrede, posterga, y borra toda acción concreta para que se avance en cumplir el mandato para el que fue establecida en 1991, y que como su nombre indica no es otro que la celebración de un referéndum de autodeterminación. [‘Minurso’ responde las siglas de la »Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental’]
La resolución apoya tácitamente la orientación política de Marruecos -plenamente respaldada en la ONU por Francia-, que busca la «muerte por olvido» del referéndum, y que se asuma como «única solución realista» la negociación para que se acepte el «status quo», y que -con la promesa de conceder más o menos autonomía- el Sáhara Occidental acabe siendo, de iure, una provincia de Marruecos.
La causa del pueblo saharaui es totalmente justa, y por eso se ha ganado el corazón, el apoyo y la solidaridad de millones y millones de personas del pueblo español y del mundo entero
Marruecos nunca ha estado solo en la violación de los derechos históricos del pueblo saharaui. Ahora, como desde hace 40 años cuando lanzó la “Marcha Verde” para apoderarse del Sáhara Occidental, el régimen alauita tiene dos poderosos padrinos: Francia y EEUU.
Estos hechos significan una traición a todo un pueblo saharaui que lleva 40 años soportando la humillante y brutal opresión policíaca de las fuerzas marroquíes. El pueblo saharaui ha usado todos los medios legales y democráticos para defenderse, demostrando una paciencia a prueba de fuego, concediendo cesiones políticas al enemigo, sufriendo una férrea represión en su tierra y sobreviviendo en condiciones verdaderamente extraordinarias en los campamentos de Tinduf (Argelia). Donde malviven desde 1975, en medio del desierto, unos 170.000 refugiados saharauis, según cifras de la agencia de la ONU para refugiados (Acnur).
Por todo ello, como acto de protesta para reclamar la atención internacional, el Frente Polisario movilizó a miles de saharauis para interceptar la estrecha carretera que atraviesa la llamada «zona tampón» de Guerguerat, un terreno de nadie administrado por la Minurso por donde circulan camiones entre el Sáhara ocupado y Mauritania. La guerra ha estallado cuando el Ejército marroquí ha enviado a sus tropas a disolver a tiros a estos civiles, para desbloquear la carretera.
También entre el pueblo marroquí -cada vez más hastiado del Majzen, el reaccionario, ultracorrupto, autocrático y saqueador régimen de Mohamed VI, sostenido sobre la miseria de la mayoría- crece el apoyo a la causa saharaui. Un partido político marroquí, el Partido Progresista Democrático de Marruecos, apoya a los saharauis y exige facilitar la celebración de un referéndum en el Sáhara Occidental. Un partido que por supuesto ha sido tildado de «traidor» por el Majzen.
La causa del pueblo saharaui es totalmente justa, y por eso se ha ganado el corazón, el apoyo y la solidaridad de millones y millones de personas del pueblo español y del mundo entero. Una fraternidad tan luminosa como odiosa es la complicidad de los distintos gobiernos de España, o de los países occidentales, con el Estado marroquí.