Una presencia inquietante para Washington

Con China hemos topado

En 2016, Dinamarca vetó la compra por parte de China de una instalación de defensa abandonada en Groenlandia. Dos años más tarde, en 2018, Copenaghe volvió a vetar la concesión a una empresa china del contrato para construir tres modernos aeropuertos en Groenlandia.

Fueron acciones de Estado. En su último informe anual, el servicio de inteligencia danés alude a “los riesgos asociados a las inversiones chinas en Groenlandia, dados los estrechos vínculos entre las empresas chinas y el Estado chino”.

La presencia de capital chino en la economía de Groenlandia se ha incrementado notablemente en los últimos años. 

El gigante chino de los minerales, Shengue Resources, posee acciones de la empresa local Greenland Minerals Camp Energy, que tiene permisos para extraer uranio y tierras raras en el sur de Groenlandia. Y la China National Petroleum Corporation y la China National Offshore Oil Corporation, primera y tercera petroleras del país asiático, negocian la concesión de permisos para explotar los yacimientos costeros al noroeste de la isla.

Pero una cosa son las inversiones, aunque sea en materias primas claves, y otra la presencia de China en sectores estratégicos. Y detrás de los vetos daneses a las operaciones chinas en Groenlandia están los intereses norteamericanos. En 2016, Copenaghe justificó el veto a Pekín como “un favor a nuestro aliado estadounidense”. Y en 2018 la operatividad de la base norteamericana de Thule -clave en el despliegue militar norteamericano- fue la clave para impedir la contrucción de los aeropuertos con capital chino.

En mayo de este mismo año, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, tenía previsto visitar Groenlandia para tratar “entre otros asuntos las actividades de China en la isla”. La crisis con Irán le obligó a cancelar la visita, pero Washington se encargó de dejar claro que no iba a permitir la presencia de China en enclaves geopolíticamente estratégicos como Groenlandia.