El 17 de septiembre dio comienzo en Honduras el juicio por el asesinato de Berta Cáceres, producido hace ya dos años y medio. La muerte de una activista referente en toda Hispanoamérica por su lucha contra el hegemonismo y las multinacionales y en defensa del medio ambiente.
Fue un crimen cobarde, donde dos pistoleros forzaron su casa de noche y acribillaron a la luchadora indígena mientras dormía. Ocho son los acusados que están actualmente en el banquillo. Entre ellos se encuentran Mariano Díaz Chávez, oficial del Ejército; Douglas Geovanny Bustillo exmilitar, y Sergio Ramón Rodríguez, gerente de la empresa Desarrollo Energéticos (DESA), empresa que pretendía construir una represa hidroeléctrica en el río Gualcarque, pero a la que Berta Cáceres se opuso por el impacto medioambiental que causaba en la zona y por la privatización de las zonas circundantes, expulsando a la población indígena lenca.
Tanto la familia como el COPHIN (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), donde Berta Cáceres era la coordinadora general y una de sus fundadores, denuncian que no se encuentran los “autores intelectuales” del asesinato. Las personas que señalaron a Berta Cáceres en la diana para que fuese asesinada.
De hecho, el propio COPHIN creó un grupo de expertos internacionales (GAIPE) que estudiase los hechos de manera independiente a la investigación oficial. Su informe final muestra la implicación de agentes estatales y de la hidroeléctrica DESA en el asesinato de Berta Cáceres.
La lucha de Berta Cáceres era un auténtico dolor de muelas para el Estado hondureño, los monopolios y el hegemonismo. Las continuas agresiones físicas, amenazas de secuestro o violación o ataques a miembros de su familia, previas a su asesinato, son clara prueba de ello.
Entre las continuas batallas que llevó adelante Berta Cáceres junto con COPHIN, se encuentra la denuncia del golpe de Estado contra el gobierno de Zelaya promovido por EEUU o la denuncia contra el proyecto hegemonista de construir la base militar más grande de Hispanoamérica en Honduras. El peso e influencia que tenía Berta Cáceres en Honduras entre la población indígena y campesina hacían necesaria su defunción para el hegemonismo y los monopolios.
Aunque no se juzgue todavía a las cabezas intelectuales del crimen, este juicio es una oportunidad para exigir y sacar la verdad sobre la cruda realidad que sufren los campesinos e indígenas en Honduras a manos de los monopolios y EE.UU.. Y al mismo tiempo, una oportunidad para reivindicar la figura de Berta Cáceres, un brillante y luminoso ejemplo no solo de lucha medioambiental y ecologista, sino también de lucha antihegemonista, antimonopolista y por la libertad de su pueblo.