Al final del la cadena de la crisis siempre están los trabajadores.

Colectas de comida para los huelguistas despedidos.

Mientras la pequeña y mediana empresa quiebra millones de trabajadores se quedan sin su fuente de supervivencia.

Ni ara comer.Lorca es una ciudad del campo murciano tiene 100.000 habitantes. Entre sus peculiaridades destacan su tradición histórica anarquista que se mantiene desde antes de la segunda republica, y sin tradición de izquierdas, el PSOE ha gobernado hasta hace dos años. Además es la ciudad ecuatoriana más grande del mundo fuera de Ecuador. Ciudad de campo, ciudad de izquierdas, ciudad obrera. Pues aquí, en este lugar, los compañeros de la empresa Acabados Novapel, están haciendo recolecta de comida para sus compañeros. La dirección de la empresa ha despedido a nueve de sus treinta trabajadores. Los trabajadores, todos, hicieron un proceso huelguístico el pasado otoño para poder cobrar lo adeudado en salarios desde mayo del pasado año. Se llegó a un acuerdo. Pero ahora, cuatro meses, después los obreros de esta factoría tienen el mismo problema. Llevan meses sin cobrar su salario. La conclusión fue declarar la huelga indefinida. Comenzó el veintiséis y al día siguiente nueve compañeros fueron echados a la calle. Algunos de los operarios exigían el salario desde noviembre. Según CCOO, el resto de los compañeros están recolectando comida para los nueve trabadores despedidos porque, entre el despido y los salarios sin cobrar, ahora mismo no tienen ni para poder comer. El propietario de la empresa tiene varios procesos abiertos por incumplir sus obligaciones con la Seguridad Social y Hacienda. Además tiene deudas con sus proveedores. CCOO exige la intervención de las administraciones. Por otra parte, el empresario se justifica planteando que no tiene crédito bancario ni líquido para pagar. La doble verdad. Cuatro de cada cinco empresas pequeñas y medianas tienen problemas para sobrevivir, por la falta de crédito bancario. También es verdad que muchos medianos empresarios han nadado en la superabundancia hasta que la burbuja inmobiliaria estalló. Pero la más cruel realidad va a parar a los trabajadores, a la clase obrera. Durante más de diez años, los empresarios han estando generando plusvalías, pero los sueldos jamás subieron al mismo nivel que la economía. Por el contrario los precios, la hipoteca, la vivienda, la cesta de la compra, etc. se han desbordado continuamente. La gente no ha tenido capacidad de ahorro, ahora viene la crisis y esto es lo que pasa. Al mismo tiempo que es necesario un gran pacto nacional por la creación de riqueza y empleo, donde participen empresarios también, es necesaria la reconstrucción de un movimiento sindical que vele por los intereses de la clase obrera y el resto de trabajadores