Oriol Pujol, imputado en la trama corrupta de las ITV

Cogen nuestro dinero y corren

Es indignante que a pesar de haber sido "pillado con las manos en la masa", Oriol Pujol mantenga su altanerí­a. Sólo "delega" sus cargos en unos testaferros que cumplirán sus órdenes a rajatabla. Y se niega a entregar su acta de diputado para conservar sus escandalosos privilegios judiciales.

La Cataluña actual cada vez se parece más a la Barcelona del «caso Savolta», cuando en plena Iª Guerra Mundial se convirtió en el paraí­so del «pistolerismo patronal» y las intrigas y corruptelas de todo tipo. La imputación de Oriol Pujol en la trama de las ITV nos devuelve en el espejo la imagen deformada de lo que hace pocos años era «el oasis catalán», y ahora es una maraña de corruptos, mafias y espí­as. Cuyo único objetivo es saquear, eso sí­ «patrióticamente», los bolsillos de todos los catalanes.

“Todo el mundo que se ha metido en las ITV ha ganado mucho dinero”. Así de claro lo dice Sergi Alsina, empresario imputado y amigo íntimo de Oriol Pujol.

El auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que señala como imputado a Oriol Pujol, es demasiado contundente.

La sentencia concluye que el número dos de Convergència “coordinaba, dirigía y daba el necesario apoyo desde una vertiente política” a una trama corrupta “que tenía interés en conseguir, de una u otra forma, pero siempre al margen de la ley, la adjudicación de autorizaciones de ITV [Inspección Técnica de Vehículos]”. «¿Cuántos otros sectores económicos en España están bajo la batuta de mando del gran capital norteamericano… y no nos enteraremos de ello hasta que salte a la luz un nuevo escándalo?»

Con la colaboración imprescindible de Pujol, urdieron una trama para anular la concesión vigente, diseñar un nuevo plan territorial para aumentar el número de estaciones y, finalmente, lograr que una compañía suya, Upprime Energy, lograra futuras adjudicaciones.

Tal y como establece el TSJ, Oriol Pujol se valió de su influencia política con el fin de “obtener un beneficio económico, para él y/o para sus amigos y colaboradores”.

Llegando incluso a presionar al entonces secretario general de Industria y Ocupación, Enric Colet, para que dos personas de la trama corrupta fueran nombradas en los cargos claves que iban a controlar la adjudicación de las ITV.

Además de las ITV, la trama corrupta planeaba “sacar tajada” del nuevo mercado camuflado bajo la “excusa verde” de la “eficiencia energética”. A través de sus conexiones políticas, encabezadas por Oriol Pujol, iban a introducir cambios en las leyes que hicieran “obligatorias” las inspecciones en los hogares, proponiendo que cada ciudadano tuviera que pagar 50 euros por la revisión.

Las pruebas contra Oriol Pujol son abrumadoras. Centenares de horas de conversaciones telefónicas intervenidas a los dos principales imputados –Sergi Alsina y Josep Tous- se refirieron a “O.P.” –iniciales de Oriol Pujol- como “el primo de Zumosol” que despejaría el camino.

¿Quién es el “el primo de Zumosol” en España?

¿Qué ha pasado? ¿Por qué sale ahora a la luz pública este episodio de corrupción?

Por un lado, la investigación del “caso Campeón” en Galicia condujo hacia la trama de las ITV en Cataluña. Pero, sobre todo, hay importantes “actores en la sombra” que se han molestado, y mucho, por las maniobras de Oriol Pujol.

Las ITV ha sido históricamente un monopolio controlado por dos grandes grupos, RVSA y sobre todo Applus, que acaparaba el 80% del negocio en Cataluña.

Y no es un negocio menor. La facturación de las ITV en Cataluña suponen unos ingresos garantizados de 75 millones de euros al año. De hecho, la trama corrupta esperaba “ganar” unos seis millones de euros “limpios” por las nuevas adjudicaciones.

Pero Applus es mucho más que “una empresa de ITV”. Esa es sólo una de las divisiones de la empresa, líder mundial en “ensayos, inspección y certificación”. Con más de 17.000 trabajadores distribuidos en 60 países.

El precio fijado en su privatización -1.485 millones de euros- es expresión de su valor.

Y detrás de Applus no está “cualquiera”. Estaba participado en un 70% por The Carlyle Group, uno de los fondos de inversión norteamericanos más agresivos y especulativos. Gestiona activos por valor de 81.000 millones de euros, y cuenta entre sus accionistas principales a la familia Bush.

El resto del negocio de Applus está en manos de nódulos históricos de la gran burguesía catalana. La Caixa fue el principal beneficiario de su privatización. Y el 25% del capital de la sociedad quedó en manos de un grupo de empresarios y cajas catalanas, lideradas por Caixa Catalunya.

En 2008, se prolongó durante cinco años más la concesión, en régimen de absoluto monopolio, de las ITV al grupo Applus. Carlyle necesitaba este dominio exclusivo del negocio para poder sanear la empresa y “revender” su participación obteniendo sustanciosas ganancias por ello.

Pero una reforma emprendida por el tripartito –entonces encabezado por Montilla- pretendió “abrir el mercado”, que hasta entonces funcionaba como un “duopolio”.

Si el “tripartito” proponía limitar la participación de Applus al 50%, CiU insistió en que no superara el 35%.

¿Por qué? Tras el cambio de gobierno, la jugada adquirió forma. Un sector de la clase política catalana, organizado en torno al clan Pujol, y cuya cabeza visible era Oriol Pujol, vislumbró en las ITV, y el resto de servicios gestionados por Applus bajo adjudicación pública, “una oportunidad de negocio”.

Poseídos por una soberbia ilimitada, estos grupos de la casta política catalana consideraron que podían “hacer y deshacer” a su antojo, “metiendo mano” en la caja sin contemplaciones.

Creyeron que podían pasar de ser “meros gestores” a convertirse en “propietarios con derecho”.

Llegaron a convencerse de que ellos eran “los primos de Zumosol”, como se califica a Oriol Pujol en las conversaciones intervenidas.

Pero el auténtico “primo de Zumosol” en España es el gran capital norteamericano, y los sectores aliados con él –como la gran burguesía catalana que compartía en minoría el accionariado de Applus-.

Ahora nos hemos enterado que es el gran capital norteamericano quien controla las ITV en Cataluña o impone su ley en Oriozona, el segundo operador turístico español, provocando su quiebra y echando a la calle a 5.000 trabajadores.

¿Cuántos otros sectores económicos en España están bajo la batuta de mando del gran capital norteamericano… y no nos enteraremos de ello hasta que salte a la luz un nuevo escándalo?

La imputación de Oriol Pujol ha puesto las cosas “en su lugar”. Los empleados –la clase política- no pueden aspirar a ocupar –aunque sea en un sector como las ITV- el lugar de los amos –el capital extranjero y la gran burguesía catalana-.

Porque, digámoslo con franqueza, las ITV ya eran antes un atraco a la población. ¿O que es sino consentir un monopolio absoluto, que es capaz de dictar precios abusivos o condiciones draconianas? Pero era “legal” porque estaba en manos “de quien debía de estar”, el capital extranjero y la gran burguesía catalana.

Esto no significa que Oriol Pujol no merezca estar en el banquillo de los acusados. Todo lo contario.

Es indignante que, a pesar de haber sido “pillado con las manos en la masa”, Oriol Pujol mantenga una altanería vergonzosa.

Se ha encargado de difundir que “no dimite”, sino que sólo “delega” sus cargos en unos testaferros que cumplirán sus órdenes a rajatabla.

Y se niega a entregar su acta de diputado para conservar los escandalosos privilegios judiciales que le otorga su condición de aforado.

¿Pero esto qué es? ¿Es que por ser “un chorizo de alta categoría”, Oriol Pujol merece mayor consideración?

Es hora de acabar con esta burla.