SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

China pivota hacia todo el mundo

A la principal economía del mundo todo le ha ido sobre ruedas mientras entra a un nuevo año en el calendario chino. Bienvenidos al Año de la Oveja. O de la Cabra. O del Carnero. O, técnicamente, de la Oveja (o Cabra) Verde de Madera.

Ni siquiera los mejores lingüistas chinos no se ponen de acuerdo sobre cómo traducirlo al inglés. ¿A quién le importa?

El hiperconectado chino promedio –haciendo malabarismos con sus cinco artefactos inteligentes (smartphones, tabletas, lectores electrónicos)– hace progresar valerosamente una verdadera revolución comercial. En China (y en el resto de Asia) las transacciones en línea ascienden ahora al doble del valor de transacciones en EE.UU. y Europa juntas.

En cuanto al Reino del Medio en su conjunto, ha ido mucho más lejos de la proposición inicial de producir bienes baratos y venderlos al resto del planeta y virtualmente dictamina la cadena global de abastecimiento.

Ahora «hecho en China» es una marca global. No menos de 87 empresas chinas están entre las 500 globales de Fortune y su negocio prospera mientras participan en una amplia gama de inversiones en el exterior.

¿Comercio transatlántico? Pertenece al pasado. La ola del futuro es comercio transpacífico mientras Asia ostenta 15 de los principales 20 puertos para contenedores del mundo (y China ocupa un lugar fundamental con Shanghái, Hong Kong, Shenzhen, Guangzhou).

Lo siento, Gran Bretaña, pero es Asia –y particularmente China– la que ahora gobierna las olas. Qué contraste gráfico con los pasados 500 años desde que los primeros barcos comerciales europeos llegaron a las costas orientales a principios del Siglo XVI.

Y además existe el espectacular ascenso de China tierra adentro. Esas provincias tienen una inmensa población de por lo menos 720 millones y un PIB que asciende al menos a 3,6 billones [millones de millones] de dólares. Como detalló Ben Simpferdorfer en su delicioso The Rise of the New East (Palgrave MacMillan), más de 200 importantes ciudades chinas con poblaciones de más de 750.000 habitantes se encuentran a unos 240 kilómetros al interior desde la costa. En efecto, estamos ante el ascenso de la mayor economía tierra adentro del mundo y eso cambiará la forma de China de ver el mundo. Desde las fábricas de Guangzhou a los banqueros de Shanghái todos comienzan a mirar hacia el interior, no hacia afuera”.

Esta nueva manera de China de ver el mundo –y a sí misma– ciertamente no forma parte del modo en que el mundo, especialmente Occidente, ve a China. En Occidente la prensa siempre habla de la desaceleración de la economía y palabrea sobre el estallido. La verdadera historia es cómo desarrollará y modernizará China sus ciudades medianas y grandes con poblaciones de más de 750.000 habitamtes. La concentración de China en sí misma es ahora tan importante como la extensión de sus tentáculos por el mundo.

Es el corazón del acelerado “impulso de urbanización” de Pekín.

Durante los años 90 del siglo pasado lo imperativo era la inversión masiva de la manufactura. Durante los primeros años del Siglo XXI todos hablaban de masivas inversiones en infraestructura y un auge en los bienes raíces. Ahora China ajusta su modelo de la reestructuración económica en gran escala a mejoras absolutamente necesarias de la gobernanza política.

Nuestros nuevos mejores amigos

Geopolíticamente China también ha ajustado su modelo pero Occidente, especialmente EE.UU., apenas se ha dado cuenta.

Esencialmente la dirigencia en Pekín terminó por aburrirse del intento de lograr un posible reajuste de la relación estratégica China-EE.UU. y de que la tratasen como a un igual. A los «excepcionalistas» no les gusta la igualdad. Por lo tanto Pekín sacó a relucir su propia respuesta al “giro a Asia” política-militar de la administración de Obama anunciado originalmente, y eso es bastante significativo, en el Pentágono.

Por lo tanto, a finales de noviembre de 2014, en la Conferencia Central de Trabajo de Asuntos Exteriores en Pekín, el presidente Xi Jinping hizo un anuncio trascendental: Desde ahora China dejará de tratar a EE.UU. –y a la UE– como principal prioridad estratégica. El nuevo enfoque es hacia el grupo de potencias emergentes de los BRICS, especialmente Rusia, vecinos asiáticos e importantes naciones del Sur Global, a los que se refiere como “importantes potencias en desarrollo” (kuoda fazhanzhong de guojia).

No se trata tanto de un giro chino hacia Asia como de un giro chino hacia naciones seleccionadas en el Sur Global. Y sobre la base de un “nuevo tipo de relaciones internacionales centradas en una cooperación beneficiosa para todos, no de un enfoque excepcionalista de intimidación o bombardeo.

Los consejeros clave de esta política deben incluir al profesor Yan Xuetong, decano del Instituto de Relaciones Internacionales Modernas en la Universidad Tsinghua y muy cercano a la intelectualidad del Partido Comunista Chino (PCC).

La nueva configuración de la política y estrategia exterior es tanto más evidente en el cortejo de vecinos asiáticos, invitados a embarcarse en la extremadamente ambiciosa doble estrategia china y la mayor historia comercial del joven Siglo XXI: El Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI, en breve, “iniciativa del Cinturón y la Ruta” como se conoce en China, lanzado ahora oficialmente con los primeros 40.000 millones de dólares atribuidos al Fondo de la Ruta de la Seda.

La enormidad del desafío está a la par con la ambición de Pekín: Una utopía comercial y de negocios eurasiática tejida por trenes de alta velocidad, redes de fibra óptica, puertos y conductos conectando el este de Asia, Asia central, Rusia, Medio Oriente y Europa.

Por supuesto habrá una miríada de problemas. Como cuando el empuje comercial chino choque con los intereses extranjeros y tenga que aprender a tratar las diferentes sensibilidades culturales. Y a coordinar una especie de campaña comercial global capaz de crear una gran diversidad de efectos políticos y económicos. Los chinos ya están preocupados por encontrar la terminología apropiada para que el sueño chino, interior y global, no se pierda en la traducción.

Por lo tanto hay grandes motivos para la excitación cuando comienza el Año de la Cabra (o de la Oveja). Lo que es seguro es que la caravana china, en contraste con los perros de guerra –y la austeridad– que atraviesan Occidente, ya ha girado hacia una integración paneurasiática de beneficio común para todos.