Siempre ha sido un asunto espinoso y opaco hablar de la financiación de los partidos políticos y de los sindicatos. No es de extrañar al ver casos como éste, que provocan a la vez estupor e indignación.
La doble tenaza financiera a la que están sometidos los dos grandes sindicatos, la subvención estatal, por un lado, y las “ayudas” empresariales, por el otro, evidentemente impiden que puedan defender los intereses de los trabajadores como deberían, un sindicato financiado por el Estado y por los empresarios no puede ser sino un sindicato al servicio de éstos, porque, aunque le escueza a alguno, el que paga, manda.
«Aunque le escueza a alguno, el que paga, manda» Y como el que paga manda se pacta la reforma de las pensiones con el gobierno de Zapatero, jubilarse a los 67 años, en vez de a los 65, cotizar 37 años para cobrar el 100% de la pensión o la subida de 15 a 25 los últimos años cotizados para calcular la cuantía de la pensión, ¿es que acaso estas medidas son buenas para los trabajadores?
Sólo desde aquí se puede entender también que el representante de CCOO en la comisión de expertos para volver a reformar las pensiones que propuso Rajoy haya votado a favor del ajuste más duro que se pretende aplicar en un país de la Unión Europea. Que haya votado a favor con los representantes de los bancos y de las aseguradoras.
En el sindicato se han levantado voces en contra, menos mal, aún queda algo de esperanza, pero la semilla ya está echada. No hay más que leer la respuesta del secretario de comunicación de CC.OO, Fernando Lezcano, al intentar justificar lo injustificable, cuando plantea que “cuando se negocian los convenios se pactan unos recursos en función de su tamaño, del número de trabajadores, de las características de la empresa, entre otros factores, que se ponen a disposición para sufragar las actividades sindicales y de negociación colectiva”. O sea que un monopolio como OHL financia desinteresadamente a los sindicatos cuya función en una negociación de convenio es conseguir ventajas para los trabajadores en detrimento de los beneficios de la empresa. ¿Desde cuándo una gran empresa da parte de sus beneficios a cambio de nada? ¿Y esto quién se lo cree?
«¿Desde cuándo una gran empresa da parte de sus beneficios a cambio de nada?» Lo que plantea el señor Lezcano, además, será cierto en las alturas sindicales porque el que suscribe este artículo es delegado sindical de CC.OO y ha participado en negociaciones colectivas en su empresa y su sección sindical nunca ha pedido ni recibido un euro por sus actividades sindicales ni por la negociación de un convenio colectivo, quizá sea porque siempre nos hemos negado a ser liberados del sindicato y tomado nuestras propias decisiones, ratificadas en asamblea por los compañeros de trabajo a los que nos debemos, de lo contrario, no podríamos ni mirarlos a la cara. Y también porque sabemos de qué lado estamos y a quién representamos.
Un sindicato de clase debe de ser independiente, empezando por su base financiera, sólo así se podrá hacer frente a la oleada de recortes a los que estamos siendo sometidos el 90% de la sociedad y en especial los trabajadores, cada vez con menos derechos y salarios.
Un sindicato independiente tiene que autofinanciarse y tener sus cuentas públicas, en qué se destina cada euro y confiar en la gente, en sus afiliados, si de verdad defiendes los intereses de la gente, ésta te apoya.
Los viejos del lugar todavía recordarán las cajas de resistencia, cuántas huelgas han podido resistir días y días gracias al apoyo popular, al dinero que aportaba la gente del barrio, del pueblo, familiares, amigos, dinero limpio salido del esfuerzo y del sacrificio, dinero que nunca sobraba, no envenenado como el que dan los empresarios. O cómo los compañeros que entraban en servicios mínimos daban el salario de ese día para financiar la huelga. Un sindicato independiente representa a la gente y ésta tiene que tener capacidad de decisión, no puede ser que unos pocos decidan en nombre de muchos, como dijo aquel, con mis ideas y con tu trabajo.
Que las secciones sindicales y los comités de empresa tengan capacidad de decisión es fundamental, son los que están en los tajos y los que mejor conocen la realidad y el día a día de las fábricas, ya que se trabaja allí y no en el despacho del sindicato.
En definitiva, cambio radical y limpieza total.
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