Hoy más que nunca, la unidad es la herramienta más valiosa de la que disponemos para dar la batalla por la exigencia de un referéndum contra la reforma de las pensiones. Con unidad, las posibilidades de dar con éxito la batalla se multiplican. Sin ella, estamos a merced de nuestros enemigos.
Como ya ocurrió a rincipios de los años 80 con la OTAN, la exigencia de un referéndum sobre la reforma de las pensiones es una batalla que no pertenece sólo a la izquierda, aunque a la izquierda nos corresponda el primer paso y dar ejemplo de consecuencia, combatividad, audacia y espíritu unitario. Tampoco es un asunto exclusivamente sindical, aunque los sindicatos tienen que ponerse a la cabeza de su exigencia y adquirir el protagonismo que les pertenece. Esta es una batalla en la que pueden y deben participar absolutamente todas las organizaciones sindicales, sociales, ciudadanas, políticas, las personalidades e intelectuales progresistas del país. A todos nos afecta por igual la reforma. Y unidos debemos enfrentarla. Trabajar por crear la más amplia unidad para dar la batalla es una de las tareas mas urgentes del momento. Unidad por arriba, pero unidad también por abajo. Unidad en un mínimo común denominador, la exigencia del referéndum, pero unidad también para que pueda abrirse paso y coger fuerza la alternativa de que sí existe otro camino de salida a la crisis basado en la redistribución de la riqueza, el ahorro y la inversión productiva. Con este fin, nuestro partido, Unificación Comunista de España, ha dirigido una carta abierta a todas estas organizaciones, para que en el plazo más breve de tiempo posible empecemos a unir nuestros esfuerzos y a coordinar las acciones para dar una respuesta global y unitaria a esta intolerable agresión a los intereses del 90% que el gobierno se dispone a ejecutar. La reproducimos a continuación íntegramente. La reforma de las pensiones, a referéndum Estimados compañeros: Como ya conocéis sobradamente, el gobierno se dispone con la reforma de las pensiones a ejecutar una de las mayores agresiones a los intereses del 90% de la población jamás planteado. A Zapatero, que ya en mayo se puso firmes ante la llamada de Obama, ahora le ha faltado tiempo para ejecutar la reforma de las pensiones que le exige Merkel. No es casual que haya sido precisamente en Bruselas, en medio de la cumbre de jefes de gobierno y de Estado de la UE, donde ha hecho públicos los puntos más duros de la reforma, anunciando que los aprobará con consenso o sin él. El grado de secuestro de nuestra soberanía aumenta en correspondencia con la envergadura cada vez mayor de los ataques a nuestros intereses que nos imponen Bruselas y el FMI. Si el primer plan de ajuste iba dirigido a rebajar sustancialmente los salarios y las rentas del 90% de la población, la reforma de las pensiones es diseñar ya directamente nuestro empobrecimiento futuro y el de nuestros hijos y nietos. Creemos que la respuesta debe de estar a la altura de esta auténtica provocación. Los máximos dirigentes de CCOO y UGT ya han advertido de la convocatoria de una nueva huelga general contra la reforma de las pensiones. Alternativa que compartimos plenamente y apoyamos con entusiasmo, como ya hicimos en la más que exitosa respuesta popular del pasado 29-S. Pero creemos que en el asunto de las pensiones es posible ir aún más lejos, organizar una respuesta popular y ciudadana todavía mucho mas amplia, masiva y contundente. Por primera vez desde que estalló la crisis tenemos condiciones para obligar a nuestros enemigos a dar la batalla en el terreno más desfavorable para ellos y más favorable para nosotros. Llevados de su desenfrenada voracidad, los grandes capitales nacionales y extranjeros se han metido en un terreno pantanoso, el de las pensiones, donde su capacidad de maniobra es limitada. En ningún otro terreno como en el de la reforma de las pensiones se dan condiciones más favorables para conseguir la más amplia unidad del 90% de la población. Y ésta, como sabemos sobradamente por experiencia, es clave para ganar cualquier batalla. No sólo el rechazo popular es abrumadoramente mayoritario –las encuestas lo sitúan por encima del 90%–, sino que en las propias filas gubernamentales provoca división y tensiones. Hasta el PP vacila en apoyarla, consciente del coste electoral que puede suponerle. La reforma de las pensiones es el punto más débil de sus proyectos y en el que están más aislados y divididos. Que el pueblo decida Son estas condiciones las que creemos que hacen posible, si somos audaces y sabemos unirnos y organizarnos adecuadamente, lanzar una batalla política por la exigencia de un referéndum para que el pueblo decida, por sí mismo y sin intermediarios, si desea o no la reforma de las pensiones. Estamos, como recoge la Constitución, ante “una cuestión de especial trascendencia”, y que por tanto es exigible que sea refrendada a través de una consulta popular. El objetivo que creemos perfectamente posible plantearnos y conseguir es que a mediados de febrero, coincidiendo con el inicio del debate parlamentario de la propuesta del gobierno de reforma de las pensiones, se presenten en el Congreso al menos medio millón de firmas exigiendo la celebración de un referéndum para que el pueblo decida sobre ella. Exigir un referéndum para que el pueblo decida sobre la reforma de las pensiones es un ejercicio de democracia. Es dar la voz y la capacidad de decisión directa a la gente, por encima incluso de una clase política cada vez más desprestigiada ante la ciudadanía, sobre un asunto que afecta directa y crucialmente a su vida. Exigir un referéndum es también un ejercicio de soberanía nacional. Ya está bien que las grandes decisiones económicas que afectan vitalmente a nuestro futuro como país y como pueblo nos las dicten Washington y Berlín, de acuerdo con los intereses de sus grandes poderes financieros. Exigir un referéndum es una alternativa movilizadora que política y socialmente permite a cualquier persona, sin excepción –independientemente de sus conocimientos, de sus condiciones, de su edad, de donde viva o trabaje– participar en ella de una forma sencilla, recogiendo firmas en su entorno más cercano, entre sus familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o estudio,…. Alternativa que no sólo no es incompatible con la convocatoria de una Huelga General contra la reforma de las pensiones, sino que al contrario la fortalece, reforzándose ambas mutuamente. Allí donde llegue una hoja de firmas exigiendo el referéndum, se están creando automáticamente condiciones para un éxito de la huelga general superior incluso al del 29-S. Y viceversa, la movilización en torno a la huelga general crea inmejorables condiciones para superar ampliamente el medio millón de firmas. La exigencia de un referéndum sobre la reforma de las pensiones es, además, una alternativa que no se agota con el debate parlamentario, ni siquiera con la aprobación de la ley. Todos recordamos cómo en junio de 1981, el gobierno de Calvo Sotelo nos metió en la OTAN de tapadillo y por la puerta de atrás, con una ajustada mayoría parlamentaria. Sin embargo, no por eso se detuvo la batalla por el referéndum, creándose tal clima de opinión ciudadana y de presión popular que el gobierno siguiente, el de Felipe González, se vio obligado a realizar, 5 años después de que ya estuviéramos en la OTAN, el referéndum. Ganándolo sólo por los pelos, con una campaña repleta de trampas y chantajes y un más que probable amaño de los resultados. Pues bien, hoy, si somos capaces de dar la batalla con la audacia, la persistencia y la consecuencia con la que entonces la dimos, las condiciones son todavía mucho mas favorables. La oposición y el rechazo entre el 90% de la población a la reforma de las pensiones es mucho más amplio del que existía contra la OTAN. ¿Qué a mediados de febrero se entregan medio millón de firmas y no les hacen caso? No importa lo más mínimo. Aparte de que ellos mismos se pondrán más en evidencia, nosotros, en los seis meses siguientes, presentamos otro millón. Y en vísperas de las elecciones generales de marzo, dos millones más. A ver qué pasa. A ver cuánto tiempo son capaces de despreciar a la opinión pública y de ignorar la presión política de una expresión tan contundente de la voluntad popular como son millones de firmas exigiendo el referéndum, sostenidas además por un amplísimo respaldo de fuerzas sindicales, sociales, ciudadanas, políticas, de intelectuales, personalidades,… Golpear en el punto mas débil Podría pensarse que una movilización popular tan amplia como la que proponemos para un objetivo tan aparentemente limitado como es frenar, paralizar o tener en cuestión durante un largo período la reforma de las pensiones, podría ser un desperdicio de fuerzas, algo así como matar moscas a cañonazos. Nosotros, por el contrario, creemos que en torno a la reforma de las pensiones se nos abre la oportunidad de dar un golpe contundente que nos permita empezar a frenar sus agresivos planes de rebajas y recortes y empezar a cambiar una correlación de fuerzas que hasta ahora les ha sido extraordinariamente favorable. Ahora es el momento y la reforma de las pensiones nos ofrece una ocasión inmejorable. Son ya infinidad los ataques y agresiones de todo tipo que el gobierno Zapatero, al dictado de Washington y Berlín, ha perpetrado contra los intereses populares. Podemos disparar al mismo tiempo y con la misma intensidad contra todos ellos, dispersando nuestra capacidad de lucha o, por el contrario, concentrar toda nuestra potencia de fuego en torno a un único punto, aquel en que más débiles son ellos y más fuertes somos nosotros. La batalla contra la reforma de las pensiones exigiendo un referéndum puede actuar a modo de una cuerda de red. Una red está formada por muchas cuerdas entrelazadas entre sí, pero de entre todas ellas hay una principal, la cuerda de red. Sólo tirando de ella la red se abre en toda su amplitud y se cierra con rapidez para atrapar todo lo que cae dentro. Ese es el papel que juega hoy la batalla de la reforma de las pensiones. Y la exigencia del referéndum puede convertirse en esa cuerda de red. Asestar un golpe de esta magnitud en un punto tan cualitativo como es la reforma de las pensiones, no es sólo frenar sus agresivos planes de recortes, rebajas y reformas, es empezar a cambiar la correlación de fuerzas y posibilitar que se abra paso y coja fuerza la alternativa de que sí existe otro camino de salida a la crisis basado en la redistribución de la riqueza, el ahorro y la inversión productiva. Pero para dar una batalla así, y darla para ganarla, necesitamos la más amplia unidad. Y este es precisamente el objetivo de esta carta y de la reunión que os proponemos para debatir directamente e intercambiar francamente nuestros puntos de vista sobre la justeza y la conveniencia de lanzar la campaña de exigencia de un referéndum sobre la reforma de las pensiones. Campaña cuyo protagonismo debe corresponder, junto a toda la gente a título individual que la apoye con su trabajo de recogida de firmas –y que pueden llegar a ser muchos miles de personas–, a todas las fuerzas sindicales, sociales, ciudadanas o políticas que consideramos que ha llegado el momento de levantar un amplio frente de unidad para detener el alarmante y abrumador saqueo que las grandes potencias –con la conformidad del gobierno y de buena parte de la clase política– están lanzando contra nuestro país y nuestro pueblo.