Selección de prensa internacional

Cambian los ejes de poder

La sincronización revela el carácter global de la crisis y su condición de cambio histórico. Es el fin de una época y el comienzo de una etapa histórica distinta. Los cambios históricos en el capitalismo tienen una dimensión cualitativa, que abarca lo económico y se extiende a lo social, cultural y polí­tico. Se crea un nuevo ví­nculo entre sociedad, estructura económica y sistema polí­tico. Nada vuelve a ser igual, ante todo, en la estructura del poder mundial.

Argentina. Clarín EL BRIC CAMBIA EL EJE DE PODER MUNDIAL, JUNTO A EEUU Jorge Castro El BRIC (Brasil, Rusia, India y China), reunido en Ekaterimburgo (Rusia) el martes y miércoles asados, se ha convertido en el nuevo eje del poder mundial, junto con Estados Unidos. Es obra de la crisis financiera global y de la aceleración de la tendencia de fondo de los últimos 15 años, en la que los países emergentes han sido responsables de más del 70% del crecimiento de la economía mundial y representan 50% del PBI global en 2009. La OCDE señala el carácter "sincronizado" de la caída de la economía mundial en el último trimestre de 2008; y también subraya la dimensión "sincronizada" de su recuperación, que tendría lugar en los últimos tres meses del año. Esta sincronización es la causa principal de la profundidad de la caída (-3% en la economía mundial; -6.3% en EE. UU.; -6% en la UE; -15% en Japón), con un hundimiento del comercio internacional (-6%). También puede implicar similar rapidez en la recuperación. La sincronización revela el carácter global de la crisis y su condición de cambio histórico. Es el fin de una época y el comienzo de una etapa histórica distinta. Los cambios históricos en el capitalismo tienen una dimensión cualitativa, que abarca lo económico y se extiende a lo social, cultural y político. Se crea un nuevo vínculo entre sociedad, estructura económica y sistema político. Nada vuelve a ser igual, ante todo, en la estructura del poder mundial. Hay que prever en EE. UU. una profundización del "fenómeno Obama", con la consolidación de su liderazgo político y la aceleración de su programa estratégico de largo plazo (nueva matriz energética, acceso universal a la educación universitaria, generalización del sistema de salud). En términos históricos, sucede algo todavía más importante: la ampliación de la vigencia (hegemonía) de la Generación del Milenio, sustentada en una sociedad norteamericana posracial, de carácter mundial, basada en una economía de servicios de alta tecnología. El Banco Mundial señala que el crecimiento chino disminuirá 2% anual en los próximos 10 años, debido a la caída de las exportaciones y que su recuperación se realizará a través del mercado interno y el consumo individual. La secuencia de acumulación china será la siguiente: más consumo individual, más servicios, más empresarios, y crecimiento, probablemente vertiginoso, de una gigantesca clase media. En este período de la historia china lo decisivo será que 233 millones de campesinos, según el Consejo de Estado, transferirán o venderán sus derechos sobre la tierra agrícola a grandes empresas productoras de alimentos, con alto nivel tecnológico, de capital extranjero o directamente de propiedad transnacional. Se homogeneiza, en términos productivos e institucionales, incluyendo el derecho de propiedad, el campo y las ciudades, el agro y la industria chinas; y el sistema se abre y descentraliza, con similar intensidad. Esta transformación implica un salto de productividad en el agro y en las condiciones de vida del campesinado, de 5/6 veces el nivel actual. El origen de la crisis es global (boom de crédito en EE. UU. debido a la atracción del 75% del flujo mundial de capitales, la mitad proveniente de China) y también es global la recuperación. Dos fuerzas pujan para establecer su rapidez e intensidad: el alto nivel de endeudamiento público y privado en EE. UU.; y el auge de la demanda global, arrastrada por los países emergentes (BRIC), y en primer lugar por China. El BRIC, como eje del poder mundial, es un mito, que se parece cada vez más a la realidad. Prueba la vigencia del adagio de Oscar Wilde: "La naturaleza imita al arte". La nueva estructura del poder global se asemeja -como metáfora histórica- al fin de la Segunda Guerra Mundial. La guerra concluyó en Europa el 8 de mayo de 1945; en marzo, la Argentina le declaró la guerra al Eje: era la condición para participar de la nueva estructura del poder mundial (Naciones Unidas). Las metáforas históricas no son una guía para la acción, pero tienen a veces un carácter aleccionador. CLARÍN. 21-6-2009 La Jornada. México IRÁN Y LA PRENSA VENENOSA Guillermo Almeyra Da vergüenza tener que repetir en 2009 la discusión de hace 30 años, cuando la caída del sha, el cual fue arrastrado por la ola de la revolución campesina que asumió la forma y el ropaje de una revolución islámica debido a que los únicos “intelectuales orgánicos” de los campesinos eran los mulás y ayatolas. Entonces, como ahora, estudiantes y clases medias urbanas, ligados a los comerciantes importadores y exportadores del bazar, eran liberales y proccidentales (proimperialistas, modernizadores), mientras que el sha era proimperialista pero modernizador a la Bismarck, desde arriba, con el aparato estatal, y afirmaba su “modernización” tecnológica en la policía y el ejército y en el apoyo de los propietarios terratenientes y del capital extranjero. La izquierda internacional dogmática, para la cual la religión es siempre y en cualquier circunstancia y país sólo una fuerza reaccionaria que quiere hacer volver al Medievo, se alineó con el imperialismo para combatir la revolución “de los ayatolas” (en realidad, de los campesinos que se apoyaban en éstos para imponer un intento de reforma agraria). Una parte de esa izquierda (el partido comunista Tudeh ilegalizado en Irán) combatió incluso contra Irán del lado de Saddam Hussein en la guerra de ocho años fomentada por Estados Unidos y por Arabia Saudita y las monarquías árabes, para destruir un régimen islámico –el de Teherán– que predicaba la pobreza y la igualdad (banderas de los chiítas) y pretendía expulsar al imperialismo y a su marioneta, Israel, del Cercano Oriente, y derribar a los regímenes (sunitas) corruptos del mundo árabe. El igualitarismo y hasta el comunismo religioso primitivos asustaban, al mismo tiempo, a los ricos de Irán, que habitan las ciudades, y a sus aliados árabes y europeo-estadunidenses que tenían grandes intereses y grandes ambiciones en ese rico país lleno de petróleo y de gas. Toda la gran prensa mundial, de modo coherente con los intereses de los grandes grupos capitalistas que la alimentan y con los de Israel, que tiene en Irán su principal enemigo potencial, atacó violentamente al régimen de Teherán, poniendo en primer plano las expresiones de atraso y barbarie del fundamentalismo islámico pero escondiendo el fondo progresista de la revolución iraní, al mismo tiempo que callaba el atraso y la barbarie del fundamentalismo judío o cristiano que marcó con sangre y fuego estas tres décadas de guerras internacionales y de ocupación colonialista y racista de Palestina. Ahora, ante las elecciones presidenciales en Irán, nuevamente tergiversa, engaña, quiere crear las condiciones para una cruzada cuando en Irán se repitió, con una cobertura religiosa, lo que se ve en Venezuela: los barrios ricos y las clases urbanas ricas, minoritarias, no aceptan los resultados de las urnas y chocan contra la Venezuela popular, beneficiaria del proceso de desarrollo capitalista nacional dirigido desde arriba, verticalmente, por un aparato que, para enfrentar al capital extranjero y al gran capital nacional, se apoya en los trabajadores y en los más pobres. Por su parte, Israel, que desde hace rato expone públicamente sus planes de bombardear Teherán, alimenta la jauría de los intervencionistas, entre otras cosas porque Obama, a diferencia de Bush, no alienta la colonización de Palestina ni una aventura militar antiraní y Tel Aviv quiere vencer esa resistencia produciendo hechos consumados. Mirhosein Musavi no es un liberal laico. Aunque por él se manifiestan laicos, de izquierda, musulmanes liberales y otros opositores a Ahmadinejad, forma parte del régimen. Es musulmán, partidario del desarrollo nuclear iraní, es amigo de Rafsanjani (musulmán moderado) y fue primer ministro. Todos los candidatos presidenciales, por otra parte, deben ser aprobados previamente por el Consejo de Guardianes, compuesto por 12 personas, seis juristas religiosos y seis clérigos elegidos por Ali Jamenei, el líder supremo, que es jefe también de las fuerzas armadas y al cual se subordina Mahmud Ahmadinejad, el presidente y ganador de las elecciones por 11 millones de votos de diferencia. En un país donde todo tiene un aspecto religioso, la lucha de clases se da entre los comerciantes y capitalistas del bazar y los sectores explotados y oprimidos y se da dentro mismo del grupo de los mulás y ayatolas y en el Consejo de Guardianes, y cada grupo tiene su intérprete, fundamentalista o liberal, de los textos sagrados. Por eso es frívolo, patético y vergonzoso el título, por ejemplo, de Liberazione, órgano de lo que queda de Rifondazione Comunista, que, regocijándose con las manifestaciones opositoras en la capital, grita en su primera página “¡No pasdaran (guardianes)!”, queriendo insinuar que los islámicos fundamentalistas están todos del lado de Ahmadinejad y que los opositores quieren hacer de Irán un país como Egipto, “moderno” y ligado a Estados Unidos. Sin embargo, en Irán no existe sólo el fundamentalismo, que es repudiable aunque social e históricamente comprensible (y que, por otra parte, es doctrina oficial desde hace 100 años y fue doctrina del poder ya con el sha y el padre de éste). Por ejemplo, aunque los adeptos de las otras religiones “del libro” (cristianos, judíos, zoroastrianos) no pasan de 2 por ciento de la población, según la Constitución actual tienen garantizados cinco diputados (o sea, una representación que casi triplica su importancia numérica) y, así como hay curas y monjas católicos partidarios de la teología de la liberación, no faltan mulás y ayatolas para los cuales la revolución islámica debe ser social. El centro y el centro derecha de los clérigos, bajo la presión popular y ante el temor al estallido de graves conmociones políticas, han respaldado ahora al presidente Ahmadinejad. La pelota bélica está, pues, en el campo de Tel Aviv que, sin embargo, para una solución de fuerza, necesita que la administración de Obama –dividida al respecto– le dé luz verde, lo cual sin duda provocará grandes discusiones en el gobierno de Estados Unidos. LA JORNADA. 21-6-2009 EEUU. The New York Times SALIR DE LAS SOMBRAS Paul Krugman ¿Servirá el plan de reforma financiera de la Administración de Obama para hacer lo que hay que hacer? Sí y no. Sí, el plan taparía algunos grandes agujeros en la regulación. Pero, tal y como lo han descrito, no pondría fin a esos incentivos distorsionados que han hecho que la crisis actual sea inevitable. Empecemos por las buenas noticias. Nuestro sistema actual de regulación financiera data de una época en la que todo lo que funcionaba como un banco parecía un banco. Mientras que uno controlase los grandes edificios de mármol con sus filas de cajeros, uno tenía las cosas bastante bien atadas. Pero hoy no hay que parecer un banco para ser un banco. Como lo ha expresado Tim Geithner, el secretario del Tesoro, en un discurso citado infinidad de veces que dio el verano pasado, la banca es cualquier cosa que conlleve la financiación de "activos a largo plazo, de riesgo y hasta cierto punto sin liquidez" con "responsabilidades a muy corto plazo". Dos buenos ejemplos: Bear Stearns y Lehman, que financiaron grandes inversiones en valores de alto riesgo, principalmente con préstamos a corto plazo. Y como Geithner señalaba, en 2007 más de la mitad de la banca estadounidense, en este sentido, estaba en manos de un "sistema financiero paralelo" -otros lo llaman "banca en la sombra"- de instituciones que en gran medida no estaban reguladas. Como señalaba con tristeza, estos bancos que no son bancos eran "vulnerables a las típicas retiradas masivas de depósitos, pero sin las protecciones, como los seguros de depósitos, que el sistema bancario tiene establecidas para reducir esos riesgos". Cuando Lehman cayó, nos dimos cuenta de lo vulnerable que era la banca en la sombra: una retirada generalizada de depósitos del sistema hizo que la economía mundial mordiese el polvo. Por eso, una de las cosas que la reforma financiera tiene que hacer es sacar de la sombra a los bancos que no son bancos. El plan de Obama lo hace al otorgarle a la Reserva Federal el poder de regular cualquier gran institución financiera que juzgue "importante para el sistema" (es decir, capaz de causar estragos con su hundimiento), independientemente de que esa institución sea o no un banco tradicional. A esas instituciones se les exigiría que reservasen cantidades relativamente grandes de capital para cubrir posibles pérdidas, cantidades relativamente grandes de efectivo para cubrir posibles demandas de los acreedores, y así sucesivamente. Y el Gobierno tendría autoridad para hacerse cargo de esas instituciones si diesen la impresión de ser insolventes; la clase de poder que la Corporación de Seguros del Depósito Federal ya tiene sobre los bancos tradicionales, pero que faltaba para instituciones como Lehman o A.I.G. Buena idea. ¿Pero qué pasa con el problema más general de los excesos financieros? El discurso del presidente Obama en el que se esbozaba el plan financiero describía muy bien el problema. Wall Street ha desarrollado una "cultura de la irresponsabilidad", decía el presidente. Los prestamistas no se guardaban sus préstamos sino que, en vez de eso, los vendían baratos para que se reconvirtiesen en valores que, a su vez, eran vendidos a inversores que no comprendían lo que estaban comprando. "Mientras tanto", decía, "la compensación ejecutiva -sintiéndose libre de las ataduras del rendimiento a largo plazo o incluso de la realidad- recompensaba la imprudencia más que la responsabilidad". Desgraciadamente, el plan, de la forma en que se ha publicado, no es consecuente con el diagnóstico. Es verdad que el nuevo Organismo de Protección Financiera al Consumidor propuesto ayudaría a controlar los préstamos abusivos. Y la propuesta de que a los prestamistas se les exija quedarse con el 5% de sus préstamos, en vez de venderlo todo para su reconversión, supondría cierto incentivo para prestar de forma responsable. Pero el 5% no es suficiente para disuadir de gran parte de los préstamos de riesgo, dadas las enormes recompensas que reciben los ejecutivos financieros que ingresan beneficios a corto plazo. Así que ¿qué debe hacerse con esas recompensas? De manera certera, el resumen ejecutivo que la Administración hace de sus propuestas destaca las "prácticas retributivas" como motivo clave de la crisis, pero luego no es capaz de aportar nada sobre la forma de enfrentarse a esas prácticas. La versión larga dice más cosas, pero lo que dice -"los reguladores federales deben ofrecer normas y directrices para que las prácticas de compensación a los ejecutivos de las empresas financieras estén más en consonancia con el valor a largo plazo para el accionista"- es una descripción de lo que debería pasar, más que un plan para hacer que pase. Además, el plan dice muy pocas cosas sustanciales sobre la reforma de los organismos de calificación, cuya disposición a otorgar un sello de aprobación a valores turbios ha desempeñado un importante papel a la hora de organizar el lío en el que estamos. En resumen, Obama tiene una visión clara de lo que ha funcionado mal pero, aparte de regular la banca en la sombra (lo que no es poco, a decir verdad) su plan básicamente le da un puntapié a la pregunta de cómo evitar que todo vuelva a repetirse, y deja las decisiones difíciles para futuros reguladores. Soy consciente de las realidades políticas: conseguir que el Congreso apruebe una reforma financiera no será fácil. E, incluso tal como está, el plan de Obama sería mucho mejor que nada. Pero para ser consecuente con su propio análisis, la Administración de Obama tiene que ser más dura con los organismos de calificación y, lo que es aún más importante, ser mucho más concreta en cuanto a reformar la manera en que se paga a los banqueros. THE NEW YORK TIMES. 18-6-2009