Cajas nacionalizadas

«No es un secreto que la reforma se ha ejecutado con retraso, vacilaciones y errores. Las tres cajas nacionalizadas son el fruto de sendas fusiones regionales realizadas por motivos partidistas, es decir, para que los Gobiernos de turno siguieran controlando su caja. El sentido común y la penosa situación de las entidades recomendaban otro tipo de medidas, pero las presiones de los polí­ticos y la dejadez del Banco de España obraron el desastre.»

La banca se enfrenta ahora a otros roblemas de singular gravedad que tienen consecuencias para el crecimiento económico y el empleo. Bancos y cajas tienen en este momento problemas de rentabilidad. Están sufriendo una caída importante en los márgenes de negocio y el encarecimiento de las primas de riesgo no ayuda a disponer de recursos de inversión. Así que la recapitalización no era el único remedio para ese problema. Ahora se apunta otra causa, el excesivo endeudamiento de la banca. Quizá estemos en el comienzo de una cadena de causas sin fin. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Lo sabemos: vivimos una profunda crisis financiera provocada por la irresponsabilidad de las instituciones financieras que quisieron irse de rositas, rescatadas por nuestros impuestos y con pingües ganancias para los bancos y primas millonarias para los banqueros. No es demagogia, son datos. También sabemos que cuando se cerró el grifo del crédito empezaron a caer pequeñas y medias empresas y a despedir trabajadores las grandes. Y que los gobiernos fueron tapando agujeros con dinero que no tenían, pidiendo prestado con tipos de interés cada vez más altos para regocijo de los mismos financieros. Hasta que se les acabaron las reservas y peligró su capacidad de pagar las deudas. EXPANSIÓN.- La caída de la bolsa ha rebajado una media de un 50% el valor de nuestras grandes empresas cotizadas en un corto espacio de tiempo, con el agravante de que ya veníamos de recortes significativos anteriores en algunas de ellas. En paralelo, nuestras grandes empresas son atractivas para muchos competidores e inversores internacionales, que a los precios actuales ya empiezan a rondarlas para hacerse con su control. Editorial. El País Cajas nacionalizadas El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, dio ayer por culminada la recapitalización de las cajas de ahorros, aunque reconoció que, "si hay más necesidades de capital, las entidades deberán revaluar sus activos ponderados por riesgo y pedir más capital". Con buen criterio, Fernández Ordóñez expresaba abiertamente que la crisis no ha finalizado y que el capital de las entidades financieras puede depreciarse en el futuro. Pero a día de hoy, el plan de reestructuración de las cajas ha concluido, y lo ha hecho con la entrada del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) en Novacaixagalicia, CatalunyaCaixa y Unnim. No es un secreto que la reforma se ha ejecutado con retraso, vacilaciones y errores. Las tres cajas nacionalizadas son el fruto de sendas fusiones regionales realizadas por motivos partidistas, es decir, para que los Gobiernos de turno siguieran controlando su caja. El sentido común y la penosa situación de las entidades recomendaban otro tipo de medidas, pero las presiones de los políticos (Núñez Feijóo debería admitir su error al empeñarse en fusionar las cajas gallegas) y la dejadez del Banco de España obraron el desastre. Tampoco estuvo ayer muy afortunado Fernández Ordóñez cuando afirmó que la Caja Mediterráneo (CAM) es "lo peor de lo peor". No solo porque genera una alarma innecesaria en sus clientes, sino porque el Banco de España dispone de los instrumentos necesarios para evitar irregularidades como las registradas en la CAM. Pese a todo, las demoras o errores cometidos no autorizan al portavoz del PP, Cristóbal Montoro, a incorporar la recapitalización de las cajas a un saco sin fondo de la "herencia recibida". La reforma se ha ejecutado tarde y con poco sentido de la oportunidad (Bankia y Banca Cívica han salido a Bolsa en el peor momento de los mercados de los últimos 80 años), pero no queda pendiente para el futuro. Salvo que la economía europea y la española entren en una nueva fase de recesión, las inyecciones de capital fresco deben ser suficientes para sostener la solvencia de las entidades. La banca se enfrenta ahora a otros problemas de singular gravedad que tienen consecuencias para el crecimiento económico y el empleo. Bancos y cajas tienen en este momento problemas de rentabilidad. Están sufriendo una caída importante en los márgenes de negocio y el encarecimiento de las primas de riesgo no ayuda a disponer de recursos de inversión. La obsesión por reducir riesgos y cumplir las obligaciones de solvencia cristaliza en una política de restricción del crédito, lo que dificulta la recuperación. Según los banqueros, la sequía crediticia durará al menos hasta 2013. Así que la recapitalización no era el único remedio para ese problema. Ahora se apunta otra causa, el excesivo endeudamiento de la banca. Quizá estemos en el comienzo de una cadena de causas sin fin. EL PAÍS. 1-10-2011 Opinión. La Vanguardia Las mentiras de la crisis Manuel Castells Lo sabemos: vivimos una profunda crisis financiera provocada por la irresponsablidad de las instituciones financieras que quisieron irse de rositas, rescatadas por nuestros impuestos y con pingües ganancias para los bancos y primas millonarias para los banqueros. No es demagogia, son datos. También sabemos que cuando se cerró el grifo del crédito empezaron a caer pequeñas y medias empresas y a despedir trabajadores las grandes. Y que los gobiernos fueron tapando agujeros con dinero que no tenían, pidiendo prestado con tipos de interés cada vez más altos para regocijo de los mismos financieros. Hasta que se les acabaron las reservas y peligró su capacidad de pagar las deudas. Y así llegamos a la receta universal del mundo del dinero y el poder: cortar el gasto público en todos los servicios esenciales de la vida de la gente: salud, educación, cobertura social, seguro de paro y demás conquistas sociales consideradas insostenibles por quienes siguen cobrando sus sueldos y disfrutando de sus privilegios. Eso sí, hay que pagar a los acreedores, porque son bancos, franceses y alemanes en particular. Es también sabido que Grecia no puede pagar sin una transferencia de fondos de otros países europeos, o sea, de su bolsillo y del mío. Y como hay resistencias con consecuencias electorales (desde el nacionalismo finlandés hasta el partido pirata berlinés) la opción es un impago parcial y una devaluación de la deuda griega mediante la salida de Grecia del euro. Pero resulta que la insolvencia pública y la crisis de liquidez bancaria también se dan en Irlanda, Portugal e Italia. Y, de forma aún parcialmente encubierta, en España. No es que todos los bancos sean insolventes, sino que son interdependientes y hay activos tóxicos (o sea, impagables) en muchos de ellos. No se fían unos de otros mientras nos piden que nos fiemos de ellos. Por eso se han reducido al mínimo los préstamos interbancarios. Los bancos transfieren fondos al BCE, que los hace llegar a sus destinatarios previo control de liquidez. Pero, dícese, no hay que preocuparse: la UE, o el BCE, o el FMI o el G-20 van a intervenir de forma coordinada y a restablecer la liquidez bancaria y la estabilidad financiera. Quienes así dicen saben que es mentira, que no hay capacidad política de coordinación ni capacidad financiera de intervención en un mercado global por el que circula 50 veces más capital del que los bancos centrales pudieran movilizar para contrarrestar los flujos especulativos. Ni siquiera están de acuerdo Francia y Alemania, ni Merkel con su coalición, ni la cúpula del BCE (recuerden la dimisión del número dos). Y en cada país, autoridades políticas y reguladores financieros engañan al personal, ya sea por ignorancia, incompetencia o mentira. En España, Zapatero estuvo negando incluso la existencia de una crisis durante dos años, y cuando la tuvo que admitir, tanto él como su vicepresidenta económica periódicamente anuncian el repunte económico inminente, en contraste con la vivencia de los ciudadanos. Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, ha acentuado la incertidumbre económica negando repetidamente la evidencia de la fragilidad del sistema financiero español (a veces presentado por Zapatero como el más solvente del mundo), contradiciendo incluso los diagnósticos benevolentes de las autoridades financieras europeas. Cuando en julio constatamos que entre las nueve entidades financieras europeas que no superaron las pruebas de resistencia había cinco españolas, el arrogante gobernador rechazó la metodología del cálculo. Siendo así que en realidad había otras tres entidades españolas (hoy con problemas) que tampoco las habrían superado si no hubiera sido porque se contabilizó como activos, sin ningún rigor, lo que esperaban obtener de su anunciada salida en bolsa. O sea: ocho de las doce entidades en peligro eran españolas. Y este mes se ha sabido que de los 16 bancos que la Autoridad Bancaria Europea declara en necesidad de ser recapitalizados, siete son españoles: ningún otro país tiene más de dos en la lista. De nuevo salió a la palestra el inefable gobernador, desdeñando la importancia de la advertencia. Y cuando las agencias de evaluación rebajan la cotización de la deuda pública española, las autoridades del país, con la ministra de Economía a la cabeza, la rechazan por injusta como si de una conspiración antiespañola se tratara. Siendo así que aunque la evaluación no reflejase la realidad, sus efectos negativos la hacen real. Tal vez piensen nuestros gobernantes (a algunos de los cuales veremos pronto en jugosos puestos de consultoría económica, pero a otros, como el gobernador, habrá que vivirlos peligrosamente) que mintiendo descaradamente tranquilizan a los mercados y reducen la ansiedad de los ciudadanos. Alguien tendría que hacerles un cursillo de comunicación. Ni los mercados ni los ciudadanos se creen a los gobernantes. Nos han acostumbrado a que dicen lo que creen que debemos saber y no saber, porque en último término nos consideran ignorantes e irresponsables. En realidad, es esta mentira sistemática sobre la realidad de la crisis, el cómo y el porqué, lo que está ahondando la crisis de confianza entre las instituciones y las personas, sean inversores, consumidores, trabajadores o votantes. La ocultación de la verdad como forma de gobierno es una práctica generalizada en Europa y en el mundo. Nadie habla de la más que probable desintegración del euro ni explica el porqué ni el cómo se puede evitar. En esa niebla de incertidumbre, las palabras de un megalómano como Rastani tienen más credibilidad que las oblicuas declaraciones de gerifaltes emperifollados que luego explicarán que no fue culpa suya sino de otro país, del mercado, o de Casandras irresponsables. La irresponsabilidad es, en una situación de tanta gravedad como la que estamos viviendo, no hablar alto, claro, sin tecnicismos innecesarios, y plantear las opciones, sus costos, sus consecuencias, a quiénes perjudican y a quiénes benefician. Y dejar en último término que decidamos nosotros. Porque ahora vienen elecciones. Pero ¿serán el momento de la verdad? ¿O, como es habitual, el carrusel de las mentiras? LA VANGUARDIA. 1-10-2011 Opinión. Expansión España en venta Aldo Olcese La caída de la bolsa ha rebajado una media de un 50% el valor de nuestras grandes empresas cotizadas en un corto espacio de tiempo, con el agravante de que ya veníamos de recortes significativos anteriores en algunas de ellas. La crisis internacional se presenta especialmente dura en nuestro país, cuyos desequilibrios tardarán años en resolverse, durante los cuales no será fácil que las grandes empresas españolas no se vean afectadas por una imagen deteriorada del país y persistan las dificultades para financiarse y para que las cotizaciones bursátiles se recuperen. En paralelo, nuestras grandes empresas son atractivas para muchos competidores e inversores internacionales, que a los precios actuales ya empiezan a rondarlas para hacerse con su control. Adicionalmente, nuestros legisladores acaban de aprobar, antes del verano, la supresión de los blindajes estatutarios para democratizar las juntas generales de accionistas bajo el principio universal de un hombre un voto, frente al típico de 100 hombres 10 votos, más entendido hasta ahora como protección de los grupos y personas de control dominantes que como una auténtica protección del interés nacional, que puede y debe defenderse de otra forma. España presenta en estos momentos la situación más avanzada y democrática del mundo económico occidental en cuanto al ejercicio del poder económico, con un modelo abierto de corte anglosajón, acorde con los mejores usos de transparencia y gobernanza empresarial, sin limitación alguna. Simultánea y paradójicamente, nuestro país muestra una enorme debilidad y fragilidad en la estructura de control empresarial, poniendo en grave peligro la conservación del interés nacional estratégico en manos españolas. Cuestión ésta que se agrava por la desaparición creciente de los tradicionales grupos de control españoles vinculados a la banca y a las cajas de ahorro, que han de liquidar gradualmente, pero sin pausa, sus carteras de participadas industriales. Cóctel explosivo La trilogía del desplome de las cotizaciones, la absoluta apertura y libertad de control de capital y lo bien que están sorteando la crisis nuestras grandes multinacionales forma un cóctel explosivo que amenaza la integridad nacional de nuestras empresas estratégicas. El ejemplo reciente de Repsol y Pemex y otros que vendrán próximamente servirán para ir avalando esta teoría, que en su materialización práctica puede ser letal para los intereses españoles y la recuperación de nuestra economía. En efecto, gracias al comportamiento de nuestras grandes multinacionales, las consecuencias de la crisis económica en nuestro país serán menos duras para el conjunto de los ciudadanos, y podremos disponer de una plataforma sólida de relanzamiento y prosperidad futuras. Sería un drama que después de realizar todas las políticas de ajuste y reconversión, con el desgaste social, político y económico que va a suponer, nos encontráramos con una buena parte de nuestras grandes empresa en manos del control foráneo y sin capacidad para relanzar nuestra economía con la contribución de nuestras mejores herramientas. Con una política económica limitada por la falta de los instrumentos empresariales necesarios que hagan de adecuada correa de transmisión. Corren voces que claman por la vuelta de los blindajes estatutarios, pero esa no es la solución. Hay que buscar una fórmula que concilie la bien ganada democracia empresarial con los principios de simetría y reciprocidad que garanticen la adecuada protección del interés nacional estratégico frente a agresiones externas de Estados o de empresas privadas de países donde no se permiten prácticas de toma de control igualmente abiertas y libres. Es cierto que los países más democráticos y libres deben marcar el paso para que esa apertura económica se extienda al conjunto del sistema, pero de eso a ser tomados por tontos debería haber un trecho. Esa teoría dominante en la Europa libre del ciclo expansivo se vio truncada por la Ley que el Gobierno del presidente Sarcozy aprobó hace poco más de un año en Francia para la protección de las industrias de interés estratégico nacional, a la vista de las caídas generalizadas de valor y del vendaval financiero. La medida fue imitada inmediatamente por su homólogo italiano Berlusconi, quien además argumentó el peligro que suponía para la industria italiana quedarse inerme y desvalida ante posibles agresiones extranjeras, especialmentede empresas francesas, para mas inri blindadas por la nueva legislación. Entorno de asimetrías Así las cosas, no parece razonable que España vaya de Don Quijote mundial con una apertura de capital total en un entorno de asimetrías regulatorias y de falta clara de reciprocidad, incluso en el ámbito comunitario, donde además los grandes países conservan todavía un sector público empresarial muy potente, que no es el caso de España. Hasta el liberal conservador Cameron habla de ello en la cuna del liberalismo anglosajón en estos días, y se anticipa una medida de protección del interés nacional en el Reino Unido a corto plazo. Alemania ya tomó sus medidas hace casi dos años con la excusa de los capitales árabes no deseados o provenientes de actividades mafiosas (en clara alusión a los inversores rusos) y a los hedge funds. En definitiva, que “aquí el que no corre vuela” y algo tenemos que hacer aquí. El Gobierno de España, el que sea, que esto no va de ideología sino de interés general y cuestión de Estado, debería promover con carácter urgente una norma que dé solución a este problema y nos iguale con los grandes países europeos en la defensa de nuestros intereses estratégicos, sin caer en los cantos de sirena del regreso a los blindajes, pero complementando rápida y eficazmente la libertad de control, con principios irrenunciables de simetría y reciprocidad en la toma de participaciones en empresas estratégicas. Esto es política con mayúsculas y habría que tomar las decisiones con urgencia, en el marco de las medidas de actuación de reformas y reestructuraciones que hemos de abordar en las próximas semanas y meses. Parece que un nuevo Gobierno de Mariano Rajoy tendrá que enfrentarse con esta situación ante la falta de tiempo para actuar del actual Gobierno socialista y las previsiones electorales generalizadas de victoria Popular. Esta medida no sólo contribuirá a defender los intereses nacionales estratégicos, sino que hará respetar al Gobierno español que la tome frente a la comunidad internacional y le garantizará el uso de una de las palancas más eficaces para sacar a nuestro país de la crisis. EXPANSIÓN. 30-9-2011