La crisis ha puesto en evidencia el crecimiento desorbitado del sector financiero. Que en España los problemas de liquidez y solvencia afecten con especial virulencia a las Cajas es una llamada de atención sobre la particular vulnerabilidad de su modelo. Las Cajas son una excepción española. En ningún país del mundo han llegado a ser más del 50 por ciento del sistema financiero.
Las Cajas tienen que elegir entre volver a sus orígenes, egarse al terreno, independizarse plenamente del poder político y actuar como una especie de cooperativas de crédito que practican la solidaridad local o, en cambio, convertirse a todos los efectos en bancos comerciales. Las fusiones intrarregionales de Cajas son un error que sólo significa más exposición al mismo tipo de actividad económica local -construcción o agricultura-, más duplicidad de redes y oficinas, más ajustes de personal y más politización. EL MUNDO. La ruptura del diálogo social ha provocado un cruce de reproches entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos, que se culpan unos a otros del fracaso. La dramática situación económica, con casi 4,2 millones de parados, exige una visión de conjunto de la que el Gobierno, empeñado en parches cortoplacistas, carece. Por ello, no se trata de llegar a pequeños acuerdos irrelevantes para bajar uno o dos puntos las cotizaciones sociales o para aumentar las prestaciones a los parados de larga duración, sino de negociar un gran pacto -con la implicación de todas las fuerzas sociales y políticas- para sacar a España de la crisis. Y ello pasa por recuperar la competitividad perdida en estos años mediante ajustes que no van a ser nada fáciles. Editorial. ABC CAJAS: FUSIONES PREOCUPANTES EL Fondo de Rescate Bancario (FROB) es un arma de doble filo que puede ayudar al necesario proceso de restructuración de las Cajas de Ahorros o, a las malas, consolidar su ocupación política y su configuración como instrumentos al servicio de las Comunidades Autónomas. Hasta ahora, vistas las dos fusiones anunciadas, no hay razones para ser optimista. La crisis ha puesto en evidencia el crecimiento desorbitado del sector financiero. El mundo tiene que acostumbrarse a vivir con menos crédito y, por lo tanto, con menos negocio financiero. Sobran entidades, oficinas y trabajadores en el sector bancario, condenado a un proceso de ajuste similar al que han sufrido otros sectores. Sobrevivirán los más eficientes y los mejor gestionados, los que mejor hayan adoptado su modelo de negocio a las nuevas condiciones. Que en España los problemas de liquidez y solvencia afecten con especial virulencia a las Cajas es a la vez un tributo al buen hacer de nuestros bancos y una llamada de atención sobre la particular vulnerabilidad de su modelo. Las Cajas son una excepción española. En ningún país del mundo han llegado a ser más del 50 por ciento del sistema financiero. En algunos casos, como en Estados Unidos, su colapso a principios de los noventa ocasionó pérdidas entre el 8 y el 10 por ciento del PIB. España puede evitar una situación semejante y el FROB puede ser el mecanismo adecuado. Pero es necesario que no se utilice como un factor de legitimación de operaciones políticas carentes de lógica económica. Las Cajas tienen que elegir entre volver a sus orígenes, pegarse al terreno, independizarse plenamente del poder político y actuar como una especie de cooperativas de crédito que practican la solidaridad local o, en cambio, convertirse a todos los efectos en bancos comerciales. Si optan legítimamente por esta última vía, dos son los requisitos necesarios: capital y tamaño. El primero es sencillo: pueden y deben utilizar los mecanismos existentes, las cuotas participativas, para mejorar sus recursos propios. El FROB tendría que exigirlo así como condición previa a cualquier ayuda pública. Cuotas con derechos políticos que sean transmisibles y que permitan al Estado aportar dinero de los contribuyentes sólo cuando hay alguien que está dispuesto a jugarse el suyo propio, cuando la viabilidad de la institución no es sólo un juicio técnico, siempre discutible, ni una decisión política, sino una apuesta empresarial. El tamaño es necesario, y también la diversificación geográfica, para evitar la concentración de riesgos en un tipo de estructura productiva determinada. Por eso las fusiones intrarregionales de Cajas son un error que sólo significa más exposición al mismo tipo de actividad económica local -construcción o agricultura-, más duplicidad de redes y oficinas, más ajustes de personal y más politización. España supo deshacerse en la Transición de un sector financiero público que lastraba su crecimiento económico y era una fuente de favoritismo político empresarial y corrupción. Lo hicieron continuadamente el PSOE y el PP, aunque algunas decisiones del gobierno Zapatero respecto al ICO parecen insinuar que se arrepiente de ello. Sería una tragedia de coste incalculable que ahora se acabara creando una banca pública autonómica mediante la utilización del FROB. Nada se puede esperar de la vicepresidenta económica, visto cómo ha resuelto la financiación autonómica. Sólo el Banco de España puede evitarlo, aunque para ello tenga que asumir su propia responsabilidad. ABC. 27-6-2009 Editorial. El Mundo TODAVÍA ES POSIBLE UN GRAN PACTO DE ESTADO CONTRA LA CRISIS LA RUPTURA del diálogo social ha provocado un cruce de reproches entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos, que se culpan unos a otros del fracaso. Sorprende, no obstante, la virulencia de las descalificaciones del presidente del Gobierno hacia el de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, al que, según fuentes de La Moncloa, no quiere volver a tener enfrente como interlocutor. De forma más sensata, la patronal propone dejar pasar agosto para que se calmen los ánimos y volver a la negociación en septiembre. En medio de esta situación de desconcierto, surge un líder sindical que demuestra envergadura y visión a largo plazo proponiendo por elevación un gran pacto de Estado entre Gobierno, agentes sociales y fuerzas políticas. Estamos hablando de Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, que ha expuesto en el Foro de EL MUNDO su análisis sobre el fracaso del diálogo social y sus recetas para salir de la crisis. El diagnóstico que formula Fernández Toxo sobre las causas de la ruptura es bastante similar al de Zapatero: culpa a la patronal de «deslealtad» y dice que en realidad Díaz Ferrán no quería llegar a ningún acuerdo. Zapatero y Fernández Toxo han sugerido que una de las razones del fracaso del diálogo es que el presidente de la patronal se había aliado con las tesis de Rajoy. Sea como fuere, lo lógico es que el segundo partido de este país tuviera una participación activa en la negociación. Pero el secretario general de CCOO no se queda en los reproches y reconoce que España necesita un acuerdo mucho más amplio que el que se negociaba durante las últimas semanas para salir de la crisis. Fernández Toxo apuesta, salvando las distancias, por un gran pacto similar al de los de La Moncloa de 1977 con una amplia representación de las organizaciones sociales y políticas. Su planteamiento no es precisamente nuevo. Coincide con las propuestas formuladas el año pasado por el ministro Miguel Sebastián y el director de EL MUNDO, con las que han venido coincidiendo dirigentes políticos y organizaciones empresariales como el Círculo de Economía y las Cámaras de Comercio. Todas estas personas e instituciones estarían de acuerdo con Fernández Toxo en que la crisis no se va resolver en seis meses y en que estamos en un momento de abordar profundas reformas para aumentar la competitividad de la economía. El propio Fernández Toxo comenta el fuerte rechazo que la palabra «crisis» siempre ha suscitado en Zapatero, recordando que en junio del año pasado, cuando era más que evidente el deterioro de la economía, el Gobierno vetó esa expresión en un documento negociado con los sindicatos. Desgraciadamente esta recesión va para largo y va a exigir dolorosos ajustes, por lo que el líder de CCOO dice con mucha razón que hay que encender «las luces largas». La dramática situación económica, con casi 4,2 millones de parados, exige una visión de conjunto de la que el Gobierno, empeñado en parches cortoplacistas, carece. Por ello, no se trata de llegar a pequeños acuerdos irrelevantes para bajar uno o dos puntos las cotizaciones sociales o para aumentar las prestaciones a los parados de larga duración, sino de negociar un gran pacto -con la implicación de todas las fuerzas sociales y políticas- para sacar a España de la crisis. Y ello pasa por recuperar la competitividad perdida en estos años mediante ajustes que no van a ser nada fáciles. Da la sensación de que Zapatero está ofuscado en estos momentos con la CEOE y Díaz Ferrán. Pero los empresarios son lo que son, al igual que los sindicatos. Si durante 30 años han sido capaces de negociar y llegar a importantísimos acuerdos, como recuerda Fernández Toxo, ¿por qué no ahora? El Gobierno no debería tirar la toalla y aprovechar este fracaso para intentar fraguar ese gran pacto de Estado que hoy es más necesario que nunca. EL MUNDO. 26-7-2009