La debacle del partido Laborista

Brown en la cuerda floja

En el marco de este nuevo lanzamiento público de su figura, el primer ministro reconoció que tiene problemas en la comunicación con el público de sus polí­ticas. “No soy tan buen presentador como me gustarí­a serlo”, dijo a The Guardian.(EFE)

En una entrevista exclusiva con The Guardian el primer ministro Gordon Brown admitió que podrí­a dejar su puesto «mañana mismo». «No siento el menor apego hacia esos privilegios que acompañan el poder. No me preocuparí­a si no puedo volver nunca más en mi vida a Downing Street. Probablemente serí­a mejor para mis hijos», indicó el primer ministro.

El rimer ministro del Gobierno británico, Gordon Brown, admite en una entrevista publicada en la edición digital de The Guardian que se siente «herido» por los ataques personales que en las últimas semanas se han venido dirigiendo contra él y asegura que «para ser honesto, podrí­a abandonar todo esto mañana». En la primera entrevista concedida por Brown desde el golpe recibido por el Partido Laborista en las elecciones europeas del pasado 7 de junio, en las que solo recabó el 15,3% de los apoyos, e el premier británico ha dejado claro que los últimos tiempos han sido los peores de toda su carrera polí­tica y ha apuntado que no descartarí­a dedicarse a la educación si finalmente abandona Downing Street.»No estoy interesado en lo que me rodea estando en el poder, y no me preocuparí­a no regresar más a todos estos lugares -Downing Street, Chequers [la casa de campo del primer ministro]-… Probablemente serí­a mejor para mis hijos», ha asegurado a The Guardian. No obstante, insiste en que con su liderazgo, los laboristas podrí­an ganar las próximas elecciones. «La gente sabe que se han tomado decisiones para intentar atajar la crisis económica, pero todaví­a no ha visto los resultados», ha lamentado.Hace un par de semanas, Brown evitó por poco que sus propios compañeros de partido lo forzaran a abandonar el poder, después de la dimisión de una serie de miembros del gabinete (ministros y secretarios de Estado), desencadenada por un escándalo por las dietas cobradas por funcionarios públicos, unos resultados electorales históricamente malos en los comicios europeos y luchas de poder internas. El premier debe convocar elecciones como muy tarde en mayo de 2010.En relación con el escándalo de las dietas de los parlamentarios en Reino Unido, la policí­a inició investigaciones contra diputados, informó hoy Scotland Yard en Londres. Sólo «un pequeño número» de legisladores de las Cámaras alta y baja están afectados. Las investigaciones serán realizadas por una unidad especial de criminalidad económica. Scotland Yard no reveló el nombre de los sospechosos contra quienes se abrió una investigación.Según informó la emisora británica BBC, el diputado laborista David Chaytor es uno de los investigados. í‰l solicitó dinero para una hipoteca que ya estaba cancelada. También su compañero de partido Elliot Morley será interrogado por la policí­a, según se indicó.El escándalo de las dietas hundió en una de sus peores crisis al Parlamento británico y puso al gobierno al borde del abismo. El diario Daily Telegraph difundió en mayo el affaire, al publicar durante semanas informaciones sobre cobros falsos y absurdos por parte de parlamentarios de todos los partidos británicos.En el marco de este nuevo lanzamiento público de su figura, el primer ministro reconoció que tiene problemas en la comunicación con el público de sus polí­ticas. «No soy tan buen presentador como me gustarí­a serlo», dijo a The Guardian. En otra admisión de doble filo -virtud en la carencia- Brown dijo que no es tan buen polí­tico, opinión que seguramente ganará un inusual consenso entre laboristas y conservadores. «No tengo una gran habilidad para las maniobras polí­ticas», le dijo al matutino. A pesar de todo esto Brown insistió en que el laborismo puede ganar la elección con él como primer ministro porque sus iniciativas en materia económica y de gastos de parlamentarios van a empezar a dar resultado. La entrevista parece formar parte de esta nueva estrategia. En medio de una doble crisis económica y polí­tica -los niveles de confianza pública en la Cámara de los Comunes está en su nivel más bajo por el escándalo de los gastos de los diputados- Brown necesitará bastante más que un cambio cosmético para salir del entuerto.Habrá que ver, además, con qué coherencia cultiva esta nueva imagen y qué impacto tiene en la opinión pública británica. El encargado de rescatar la reputación de Isabel II luego de los tórridos meses que siguieron a la muerte de la princesa Diana, Simon Lewis, estará a cargo a partir de julio de un reto tanto o más arduo: la imagen pública del alicaí­do Brown.En el curriculum vitae de Lewis figuran los dos años que trabajó para el Palacio de Buckingham por unos 400 mil euros al año, un perí­odo en Vodafone y uno de esos requisitos semiobligatorios para las élites británicas: la Universidad de Oxford. De similar importancia son los datos que no se encuentran en su CV. Lewis es miembro del Partido Laborista y viejo amigo del gran superministro del nuevo elenco gubernamental, Lord Peter Mandelson, verdadero Rasputí­n del Nuevo Laborismo. Además, es hermano del editor del Daily Telegraph, el periódico que publicó en mayo las revelaciones sobre abusos en los gastos de diputados que dañó la reputación del parlamento en su conjunto y del gobierno en particular.Lewis tendrá que recomponer la atribulada relación de Brown con la prensa y la opinión pública. La percepción de continua manipulación mediática de parte de 10 Downing Street ha debilitado a Gordon Brown tanto ante su propio partido como con la clase polí­tica y los británicos en general. Uno de los escándalos que le sacó el brillo a la exitosa conferencia del G-20 el pasado 2 de abril fue el de los correos electrónicos de Damian Mc Bride, un aliado y asesor polí­tico de Brown, que proponí­a hacer circular todo tipo de calumnias sobre polí­ticos opositores y hasta sus esposas y familias para ganar la batalla mediática. Mc Bride renunció, pero a Brown ni los encendidos elogios que le habí­a prodigado durante el G-20 el presidente Barack Obama lo salvaron del oprobio.Es toda una historia que semanas atrás convulsiono Gran Bretaña, la filtración de los gastos de sus señorí­as, estallo en medio de la crisis económica, la indignación de los contribuyentes del Reino Unido, muchos de ellos con sus viviendas embargadas tras el desplome de las llamadas hipotecas basuras y los intentos de funcionarios de reducir gastos a costa del estado, arreciaron el efecto de un nuevo escándalo polí­tico. El Ejecutivo de Gordon Brown ha entrado en una espiral de escándalos, dimisiones y disculpas, que han hundido al partido Laborista. Toda esta concatenación de sucesos escándalos y extraví­os de documentos difí­cilmente pueden se hechos aislados. Hay muy pocos que tengan acceso a esa cantidad de informes y los filtren con tal tino cronológico. Solo los aparatos de estado y los servicios de información e inteligencia tienen capacidad operativa para lograr algo así­.El hecho es que el escándalo está poniendo contra las cuerdas al gobierno de Gordon Brown. Hasta el punto que como dicen los titulares de la prensa británica, «las ratas abandonan el barco» y dejan a Gordon Brown ante su suerte antes que el barco se hunda.El periodo que le queda es más de un año con un gobierno muy debilitado. La indignación de los contribuyentes del Reino Unido, muchos de ellos con sus viviendas embargadas tras el desplome de las llamadas hipotecas basuras y los intentos de funcionarios de reducir gastos a costa del estado, han arreciado el efecto de este nuevo escándalo polí­tico. La debacle Laborista se podrí­a llevar por delante el Tratado de Lisboa, si adelantaran las elecciones, porque los tories llegarí­an al poder antes de que haya podido ser ratificado en Irlanda y, por tanto, antes de que entre en vigor. Eso permitirí­a a Cameron dar marcha atrás en la ratificación británica y convocar un referéndum para decidir la posición británica.