La experiencia de más de la mitad del mundo demuestra que no es cierto que la única salida a la crisis sea rebajar salarios, rentas, pensiones y gastos sociales. Los países que están creciendo, desde China hasta Brasil, pasando por India, Turquía o Argentina, pueden hacerlo porque llevan una política contraria y aplican unas medidas opuestas a las recetas que el FMI nos impone y que Zapatero-Rubalcaba (o Rajoy) ejecutan sin rechistar.
Exactamente eso mismo es lo que nosotros tenemos que hacer. Y odemos hacerlo, si nos unimos y nos dotamos de fuerza política organizada, porque somos el 90% frente a una ínfima minoría que sólo busca concentrar más riqueza a costa de empobrecernos a los demás La experiencia brasileña En Brasil, hace 8 años, cuando Lula llegó a la presidencia, había 50 millones de pobres, uno por cada 4 habitantes. En este tiempo, más de 20 millones de personas han superado la barrera de la pobreza. Y ésta disminuye a un acelerado ritmo del 10% anual, de forma que en 2014 sólo habrá un 8% de pobres y en 2016 estará prácticamente eliminada. ¿Qué es lo que ha hecho Lula? Pues, sencillamente, aplicar justo la receta contraria a la que nos imponen a nosotros. El crecimiento de Brasil ha sido posible, según los economistas, por la conjunción de varios factores. En primer lugar, la creación de 12 millones de empleos fijos en los últimos ocho años. En segundo lugar, el aumento del 53% del sueldo base de los trabajadores, que en algunos sectores alcanza el triple del sueldo base. En tercer lugar una política de más ayudas sociales a las familias pobres, lo que les ha permitido consumir más. 12 millones de empleos fijos en Brasil frente a 5 millones de parados en España. Allí un aumento del 53% en los salarios, frente a una rebaja del 25% aquí. Lula da más ayudas sociales a las familias pobres, Zapatero-Rubalcaba-Rajoy aplican recortes sociales sin fin. Su sucesora en el cargo, Dilma Roussef, también del Partido de los Trabajadores, además de seguir la línea impulsada por Lula, acaba de proponer una ley para que los altos cargos del Estado no puedan cobrar un salario superior a los 10.000 euros mensuales. En Brasil limitan el sueldo de los altos cargos a 10.000 euros mensuales, aquí los directivos de las cajas de ahorro se autootorgan sueldos de 2 o 3 millones de euros anuales, finiquitos de 5, 7 o 10 millones y pensiones vitalicias de 360.00 euros al año. ¿Y Qué sucede en China, India, Argentina o Turquía, por citar sólo a los países que más están creciendo este año, todos por encima del 8%? Pues algo muy parecido a lo de Brasil. A las exportaciones han añadido un nuevo motor de crecimiento: el consumo doméstico, el aumento del poder adquisitivo por habitante.En lugar de imponer rebajas salariales y recortes sociales, estos países están elevando considerablemente los salarios, incrementando las ayudas sociales… Consiguiendo, a través de la elevación del nivel de vida de la población y la reducción de la pobreza, un incremento de la demanda interna para que se convierta en el principal motor de su economía. ¿Quién ha dicho que no podemos aplicar una política de redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional en España? En nuestro país existe riqueza y recursos más que suficientes para salir de la crisis en beneficio de la mayoría. Lo que sobra es concentración de esa riqueza en manos de unos cuantos. Y lo que falta es redistribuirla de acuerdo con las necesidades y los intereses de la mayoría. Pero para eso la clave es acumular fuerza política organizada. Sumar al mayor número de candidatos dispuestos a llevar adelante esta otra alternativa, crear el mayor número de agrupaciones electorales de base para difundir el programa de redistribución, democracia y soberanía entre la gente, conseguir el mayor número de votos posibles para nuestras candidaturas. Ese es el único camino. El caso Lula y el Partido de los Trabajadores El ex presidente brasileño Lula se ha convertido en una de las personalidades políticas más prestigiosas y respetadas del mundo. En primer lugar, porque ha sabido conducir a su país hacia la eliminación de la pobreza, el crecimiento económico y la reducción de las desigualdades sociales. Pero también porque ha sido capaz de poner en su sitio al FMI –es decir, fuera de cualquier tipo de control e injerencia sobre el gobierno brasileño–, parar los pies, o cuanto menos frenar, el saqueo de las multinacionales sobre su país e imponer unas relaciones de mucha mayor igualdad y beneficio mutuo con las principales potencias mundiales, dotando a Brasil de una voz propia cada vez más fuerte y respetada en el tablero mundial. Sin embargo, pocos conocen que desde 1989, Lula y el Partido de los Trabajadores fracasaron hasta tres veces en su intento de ganar las elecciones presidenciales, consiguiéndolo sólo a la cuarta ocasión, en 2003. En 1989, en las primeras elecciones presidenciales tras la dictadura militar, Lula y el Partido de los Trabajadores sacaron la mitad de votos que Fernando Collor de Mello. En las siguientes, en 1994, al frente de una amplia coalición en la que se integraron, entre otros, el Partido Socialista Brasileño, el Partido Comunista de Brasil, el Partido Popular Socialista o el Partido Socialista Unificado Brasileño, Lula aumentó en un casi un 50% sus votos. Sin embargo, no fue suficiente para ganar a Fernando Henrique Cardoso, que también le duplicó en número de votos. Cuatro años después, en 1998, Lula volvió a ser derrotado, pero esta vez las distancias ya se habían estrechado. Mientras Cardoso no conseguía elevar su techo electoral, la coalición de Lula y el PT aumentaba nuevamente sus votos en un 30%. Y así, finalmente, a la cuarta vez, en 2002, se producía un vuelco histórico. A pesar de que sus rivales seguían manteniendo el mismo número de votos, Lula multiplicó por dos los suyos. Entre 1989 y 2002, el PT había conseguido aumentar en un ¡470% su respaldo electoral! Fue la persistencia en defender una y otra vez un programa justo de redistribución de la riqueza y soberanía nacional, la determinación, elección tras elección, de ir ganándose el apoyo y el voto de la mayoría de la población, la voluntad política de levantar un amplio frente de unidad, en el que cabían desde el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra hasta los representantes del empresariado de Sao Paulo, la que acabó finalmente transformando a Brasil, llevándolo por otro camino y con otra política completamente distinta. Ese es el camino que tenemos que seguir nosotros. El de la persistencia en el programa de redistribución, soberanía y democracia que necesitamos. El de la determinación de ganar el apoyo del 90%. El de la voluntad de crear un amplio frente de unidad para defender nuestros intereses. Con unidad y con fuerza política organizada, claro que podemos imponer otra política, otro camino, otra alternativa. En primer lugar, porque somos el 90% de la población, una inmensa mayoría. En segundo lugar porque sí hay una alternativa para salir de la crisis distinta a las rebajas, ajustes y recortes que nos están imponiendo. Redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional. La Huelga General, el 15-M o las masivas movilizaciones de los trabajadores sanitarios de Cataluña y de la enseñanza en media España demuestran el formidable rechazo que existe entre amplísimos sectores sociales contra su política y el enorme caudal de energía que existe entre el 90% de la población de nuestro país. Sí podemos, si, como han hecho Lula y el Partido de los Trabajadores de Brasil, unimos todo ese rechazo y ese caudal de lucha en un frente amplio de unidad capaz de representar los intereses, la demandas y las aspiraciones de redistribución, democracia y soberanía del 90% de la población. Si nos unimos claro que somos más que capaces de cambiar esta intolerable situación. La experiencia de Lula y el PT en Brasil no ha hecho más que corroborar lo que historia ha demostrado una y mil veces: nada puede detener la fuerza de millones de personas cuando se unen para un lograr un objetivo común.