De acuerdo con el profesor, la pauta ultracapitalista presentada por el actual Presidente, así como su énfasis en derrotar a una supuesta “ideología” de izquierda dominante en el país, corresponden, sobre todo, a una respuesta de las elites brasileñas ante los sucesivos avances sociales iniciados en 1988, tras el final del régimen militar, la aprobación de la Constitución Federal y la apertura de un camino democrático que permitió innumerables conquistas populares, incluida la elección, en 2002, del Partido de los Trabajadores. La victoria de Lula da Silva representó el inicio de un proyecto progresista. Según el profesor Condé, el programa aplicado por el Partido de los Trabajadores (PT), a pesar de no poseer un cuño propiamente socialista, tuvo como resultado significativos avances sociales, sacudiendo así el territorio hasta entonces intocable de las élites.
Sin embargo, este proyecto empezó a ser destruido a partir del golpe blando que destituyó a la presidenta Rousseff en 2016. Se produjo un vaciamiento no solo de las instituciones que sostienen el sistema político, sino sobre todo de los actores de la política. Ese escenario permitió que Bolsonaro se convirtiera en una alternativa.
¿Cuáles son las amenazas concretas representadas por Bolsonaro en la actual coyuntura política?
Eduardo Condé: ¡El Presidente de la República, en Brasil, puede mucho! En el presidencialismo brasileño, el presidente no es un espectador. Tiene un instrumento, por ejemplo, como el “decreto presidencial”. Puede modificar lo que no sea materia constitucional y no esté expresamente fijado por ley. Puede, por ejemplo, profundizar la reforma laboral aprobada por el gobierno de Temer, flexibilizar aún más los contratos de trabajo, etc.
Bolsonaro ha dicho que una de sus primeras acciones sería emprender una verdadera “limpieza ideológica” en la administración pública. ¿Cómo ve usted este escenario?
La administración pública no necesita ninguna limpieza. ¡Está repleta de contradicciones! En la última semana, el Ministro de la Casa Civil(una especie de Jefe de Gabinete de la Presidencia) destituyó a todos los cargos de confianza. ¿Sabes lo que pasó? ¡Paralizó la Casa Civil!
El Gobierno está tanteando, encontrando temas y debates que de una manera u otra generen satisfacción en sus bases electorales y las mantenga en constante efervescencia. No quiero decir que esos temas no tengan importancia, pero seguramente la madre de todas las reformas no es esa. La reforma del Estado brasileño pasa por la economía. ¡La discusión real es económica!
Las universidades brasileñas siempre han sido importantes espacios para el desarrollo de un pensamiento crítico, autónomo y democrático. No por casualidad se han convertido en escenario de innumerables persecuciones.¿Cuáles son las amenazas concretas representadas por el actual Gobierno hacia las Universidades? ¿De qué modo ello podría debilitar la lucha por la democracia y la justicia social en los próximos años?
Durante las elecciones, hubo varios episodios en los que las universidades fueron atacadas. Fue un claro intento de decir al sector de la universidad que no podía seguir ejerciendo su libertad.
A lo largo de muchos años, en Brasil, las universidades fueron espacios distantes del pueblo. El gobierno de Lula amplió el número de plazas para los alumnos y creó un sistema de cuotas que permitió una relativa democratización de estos espacios.
El problema de la elite brasileña es que ella desea perpetuar la desigualdad en el país. Esa es la cuestión. Es por eso que la universidad se convierte en un enemigo.
La universidad sufre una doble amenaza. En primer lugar, la amenaza de perder su autonomía financiera, ya que el gobierno controla sus recursos. Y, en segundo lugar, los intentos de romper la libertad de cátedra de los profesores, libertad garantizada por la Constitución de 1988.
En este momento, existen movimientos de resistencia en varias universidades. El país no está parado. Pero nosotros sufrimos amenazas e intentos de impedir, incluso, nuestra libre manifestación. ¡Eso la universidad no lo va a tolerar! Usted puede tener la más absoluta certeza. ¡El gobierno no va a conseguir imponernos ninguna ley mordaza! Ninguno de nosotros está dispuesto a abandonar el derecho de organizar una clase de la forma en que creamos conveniente. ¡Si el Gobierno cree que lo va a conseguir tendrá una pelea destinada al fracaso!
Frente a los desafíos impuestos por el ascenso de las fuerzas de extrema derecha, no solo en Brasil, ¿cómo se está organizando la izquierda brasileña y cuáles son sus posibles líneas de acción?
En este momento la izquierda brasileña se está rehaciendo de la derrota en las urnas. Todavía se está discutiendo qué caminos seguir y cuáles son los motivos reales de la derrota.
Por ejemplo, es innegable que el PT se alejó de sus bases populares. Tenemos que reconstruir todos los puentes con los sectores populares. ¡Esto hoy está implosionado! Quien hoy está hablando con esos sectores es la derecha. Este es un giro histórico importante y necesitamos reconstruir esos puentes. En algún momento hablábamos con las personas que se encuentran en la base de la pirámide social. Eso se perdió.
El problema es que la izquierda, muchas veces, se pierde en medio de tantas pautas. En mi opinión, tenemos que centrarnos, por ejemplo, en la siguiente cuestión: ¿qué es un programa de izquierda? Durante las elecciones tuvimos la oportunidad de discutir esto y construir una candidatura más a la izquierda, y que fuera unificadora, pero eso acabó no sucediendo. Es decir, estamos perdiendo posibilidades históricas de empezar a reconstruir. Necesitamos tener más convergencia.
Desde su punto de vista, ¿qué papel representa hoy la figura de Lula, y su situación de prisión, en el contexto de la lucha democrática brasileña?
Lula es simplemente el presidente más popular de la República. Su contribución a la historia democrática brasileña es absolutamente innegable.
En cuanto a su prisión, ¿podemos afirmar que Lula es un preso político? ¡Sí! ¿En qué sentido? No es un preso político de una dictadura, como Nelson Mandela, por ejemplo, que fue encarcelado por un régimen de apartheid. Lula no es Nelson Mandela. Pero las condiciones en las que se realizó su proceso son claramente condiciones de excepción. Parece como si el proceso se hubiera cronometrado para llegar a las elecciones. Parece como si estuviera diseñado para producir un impacto en el liderazgo que él representa, en un año crucial como el año pasado.
La prisión de Lula, hoy, tiene un importante significado para las élites brasileñas. Su gran temor es que sea liberado y que dentro de cuatro años gane las elecciones. Bolsonaro y sus seguidores saben, también, que si Lula quedara libre tendría un gran poder para articular la oposición. Por lo tanto, creemos que Lula no será liberado.
Eduardo Antônio Salomão Condé es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Estatal de Campinas y Máster en Ciencias Políticas por el Instituto de Investigación de la Universidad de Río de Janeiro. Entre otras muchas actividades, fue Director del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad Federal de Juiz de Fora y actualmente es Prorrector de Planificación, Presupuesto y Finanzas en la misma universidad. Durante diez años formó parte del Partido de los Trabajadores de Brasil.