Washington y Teherán inician un diálogo indirecto

Biden intenta reeditar el acuerdo nuclear con Irán

Biden quiere que Irán vuelva al acuerdo nuclear, pero muchas cosas han cambiado, en EEUU, en Irán y en Oriente Medio. No será una negociación sencilla.

Las delegaciones diplomáticas de EEUU e Irán en 2016, en una imagen de archivo.

Las delegaciones diplomáticas de EEUU e Irán en 2016, en una imagen de archivo.

Tras tres años deteriorándose en estado vegetativo tras su ruptura por la administración Trump, el Acuerdo Nuclear firmado en 2015 entre Irán y otras seis potencias trata ahora de ser resucitado por el nuevo presidente norteamericano, Joe Biden. Sin sentarse aún en una misma mesa, pero manteniendo contactos indirectos en Viena, los representantes de Washigton y Teherán intentan volver a ponerse de acuerdo para reeditar los términos del tratado. Pero las circunstancias han cambiado y las negociaciones prometen ser largas, difíciles y tortuosas.

El 14 de julio de 2015 la administración Obama culminaba uno de sus mayores logros diplomáticos: el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés). En aquel acuerdo, se creaban las condiciones para evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear, algo que los ayatolás siempre han negado pretender.

Muchas cosas han cambiado, dentro y fuera de EEUU e Irán, desde entonces. Por en medio ha pasado una línea Trump que hizo trizas el JCPOA -tildándolo como “el peor acuerdo jamás firmado”- y endureció las sanciones para tratar de asfixiar a Teherán y obligar a los ayatolás a una renegociación en términos más ventajosos para el dominio hegemonista de Oriente Medio.

La economía iraní se ha resentido duramente desde entonces, pero la República Islámica no ha pasado por el aro. Ni en el plano nuclear -enriquecen más uranio cada vez- ni en el plano geopolítico: la influencia de Teherán se deja sentir por gran parte de Oriente Medio, y la cercanía a Rusia y a China han permitido a Teherán esquivar parte de las sanciones.

Además, la ruptura del acuerdo por parte de Trump, y el magnicidio del general Qasem Soleimani por parte de EEUU, ha tenido un importante efecto en la política interna de Irán. Los sectores más duros, inmovilistas y contrarios a cualquier tipo de compromiso con el «satán» occidental han tomado la delantera, mientras que los más moderados o pragmáticos del régimen de los ayatolás -entre los que está del presidente, Hasan Rohaní, y su ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif- se han quedado sin argumentos o tienen que endurecer su postura.

Tampoco las cosas son nada fáciles para la administración Biden. Dentro de la clase dominante norteamericana -y de gendarmes de Oriente Próximo como Israel o Arabia Saudí- existe una fuerte oposición a hacer concesiones a Teherán, y hay claros intentos de entorpecer las tareas de los diplomáticos.

Ahora mismo, los negociadores tratan de sacar las conversaciones de un callejón sin salida. Porque ambas partes han incumplido una parte del acuerdo. Primero la incumplió EEUU imponiendo sanciones, y luego, como respuesta, la incumplió Irán enriqueciendo más uranio del permitido. Los ayatolás exigen como punto de partida para empezar a hablar con Washington el que Biden retire retiraban las sanciones impuestas por Trump. Y por el contrario la Casa Blanca pretende regresar a ese acuerdo, pero no retirará las sanciones hasta que Teherán se deshaga del combustible nuclear prohibido.