Consuelo Abril es abogada y profesora de Derecho del Instituto Internacional, y profesora de Derecho para posgraduadas/os en el Colegio de la Abogacía de Madrid. Fue presidenta de la Comisión de malos tratos a mujeres de España. Miembro de la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, de la Comisión de Mujeres Violadas y de la Comisión de Familia, del Fórum de Política feminista y vicepresidenta de la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad.
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¿Cómo puede ser que varias mujeres asesinadas en las últimas semanas hubieran denunciado e incluso estuvieran en el sistema VioGén –vigilancia y protección de las víctimas de violencia machista–?
Nosotras estamos, en estos momentos, haciendo un estudio sobre las deficiencias que tiene la Ley Integral contra la Violencia de Género y su aplicación, porque justo ahora ahora hace 20 años que se puso en funcionamiento. Hay que identificar cuáles son las deficiencias de esa ley y por qué estando en VioGén mujeres víctimas de la violencia machista que han denunciado, no solo siguen teniendo dificultades sino que son asesinadas.
En principio la Ley está bien. Hace una proyección de ideas tanto preventivas como educativas. Pero la realidad es que no está suficientemente desarrollada en la práctica.
¿En qué sentido?
Porque permanentemente se plantea “Mujer, ¡denuncia!”, que es lo que normalmente la sociedad tiene en su cabeza, es decir, si tienes un problema, mujer denuncia y acude al 016, que te van a solucionar el problema. No es verdad.
Una mujer cuando denuncia lo hace ante la policía, nerviosa, y sin que esté bien fundada. Lo único que sabe en ese momento es que su pareja (marido, novio o lo que sea) le ha agredido y poco más, o le ha pasado lo que le haya pasado en concreto. La consecuencia de esto es que las mujeres que son víctimas de violencia machista en cualquiera de sus formas denuncian con muy poca consistencia, porque están muy mal o nada asesoradas. Esas denuncias al final, incluso muchas ni siquiera llegan a prosperar porque no hay elementos suficientes de prueba para demostrar que ese maltrato existe.
El sistema que debe aplicar la Ley, en sí mismo, no es correcto, porque lo que tendría que haber es un asesoramiento de esa persona, en vez de ser “Mujer, ¡denuncia!”, debería ser “Mujer, ¡asesórate primero!” y ante las personas adecuadas, claro, no necesariamente ante el policía con el que presentas la denuncia. Lo que pasa entonces es que cuando esa mujer vaya a denunciar irá acompañada y tendrá un seguimiento. Porque si no denuncian o ponen una mala denuncia, a continuación viene un juicio de faltas asistida por un abogado que es de oficio y que casi la atiende en la puerta del juzgado sin tener un conocimiento preciso de lo que ha pasado. El sistema está mal porque esa mujer no tiene una protección real, sino que la llaman de vez en cuando.
“No es ‘Mujer, ¡denuncia!’, debería ser ‘Mujer, ¡asesórate primero!’”
El sistema tiene muchísimas deficiencias. El mismo VioGén no protege al 100% de las mujeres, en absoluto. No hay una coordinación suficiente. Los mecanismos de protección hacia la mujer no están perfeccionados, por decirlo de alguna manera.
¿Es un problema de presupuesto, de recursos?
También. Hay un problema de raíz y es que el VioGén lo hacen los policías. ¿Quién debería hacer la valoración de riesgos cuando una mujer va a presentar una denuncia? Hablamos de una valoración de riesgo para saber qué nivel de protección necesita. Pues resulta que esa valoración del riesgo depende de lo que ella diga, la víctima. ¡Oiga!, que la víctima nunca va a pensar que la van a asesinar, porque es el padre de sus hijos, porque es la persona de la que está enamorada, y cuando le preguntan, ¿pero usted cree que puede haber un riesgo alto de que le pase algo?, pues contesta que no, que ha sido un hecho puntual. Las víctimas le quitan importancia a la situación.
Insisto, la evaluación del riesgo no puede recaer sobre la víctima. Tiene que recaer sobre profesionales con un conocimiento profundo, que se les haga un cuestionario, que se le pregunte, no si ella se considera víctima o no, sino averiguar qué ha pasado y que le atiendan. El nivel de protección hacia la mujer no puede depender nunca de la víctima.
“VioGén no protege al 100% de las mujeres”
Hablamos de dos elementos, la asistencia previa a las víctimas, un asesoramiento previo y que la valoración del riesgo la hagan profesionales especializados.
Sí, pero fíjate. Hay infinidad de asociaciones de mujeres que están infrautilizadas y serían una red estupenda, porque en cada pueblo hay una asociación de mujeres y en ese pueblo la gente conoce la idiosincrasia y conoce a sus moradores. Podrían dar una primera información y el primer asesoramiento y protección, y por supuesto darle amparo a esa mujer. No puedes decir, “Mujer, ¡denuncia!”, “vete a una comisaría que no conoces a nadie, que a lo mejor te tienen dos horas esperando, a que el policía te pregunte en función de su sensibilidad”, y que de ahí derive todo lo demás. En sí mismo el sistema no es correcto.
Si hubiera una asociación de mujeres, ¡imagínate!. En breve voy a ir a un pequeño pueblo de Valencia a hablar sobre el informe que estamos elaborando y que es el fondo de política feminista. Pero también voy por familiaridad, porque tengo una prima. Bueno, pues esa asociación de mujeres conoce todo lo que pasa en el pueblo, y van a desplegar un sistema de coordinación entre todos los pueblos para hacer un acto importante. Pues oye, una protección basada en esa coordinación es muchísimo mejor, y sobre ella que actúe una abogada, una psicóloga… es decir, que la atiendan y que valoren qué es lo mejor para esa persona, y que así le den una protección adecuada a sus circunstancias.
Cuando una mujer denuncia, va a la policía y se mete en un vericueto judicial que asusta, y que muchas veces negativiza la denuncia. Es el primer error. Volvamos al informe, ¿cómo va a depender el informe en la evaluación del riesgo de un policía al que le han dado un ‘cursito’?, debe depender de un psicólogo o psicóloga especialista. Es como si tú vas a una urgencia y eres tú misma la que te tienes que valorar. Hay una parte fácil que es “me duele aquí”, pero tú ya no haces los siguientes pasos, no los marcas tú, te los marca una profesional, “podemos hacer una analítica…”. Pero ahora todo se basa en “¿y usted qué cree?, ¿que con este pie va a poder andar?”. ¡Yo qué sé si va a poder andar o no!. Yo lo denuncio, digo que esto me está pasando, y ya.
“Como ir a Urgencias y tener que diagnosticarte tú”
¿Esto influye también en que se denuncie menos?
Claro. Cada vez las mujeres creen menos en la Justicia porque no ven la respuesta adecuada. Es decir, hay que revolver todo, tiene que reformarse todo.
Como abogada soy yo la que te digo qué tienes que hacer en el juicio, atiendo a la persona, me escucha lo que le tengo que decir, le digo lo que le van a preguntar, lo que no le van a preguntar, la informo, la preparo para saber en qué medio se va a desenvolver… no me reúno cinco minutos antes de empezar el juicio y ya está.
No puede ser que pretendamos que la víctima se ahorme a la Justicia, el deber es que la Justicia se ahorme a la víctima. Las mujeres se presentan en el juzgado y les preguntan, “¿se ratifica usted en la denuncia?”, un juez togado, vestido de negro… hay mujeres que no saben ni qué significa la palabra ratificación, no saben lo que significa estar preparada para el juicio porque están nerviosas, tiene al maltratador al lado… es decir, el propio sistema es un auténtico desastre.
Hay que ir a la raíz de los problemas y preguntarse si una mujer que denuncia luego se tiene que volver a casa con su maltratador. Es un sistema organizado de forma totalmente perjudicial para la mujer.
Me parece fundamental cuando hablas de una red de apoyo basada en las asociaciones de mujeres…
Es que hay montones de asociaciones en cada pueblo, en cada lugar. Las mujeres están tiradas a la calle permanentemente denunciando el maltrato, intentando hablar con las instituciones. Yo pertenezco a la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad, con más de 400 organizaciones a nivel de toda España, y hay material y una red de mujeres extraordinaria que podría atender a las víctimas. Las asociaciones de mujeres en general tendrían que tener mucha más legitimidad. Y no lo digo por los recursos o las subvenciones, porque la mayoría lo hacen de manera totalmente voluntaria. Es lo que pasa con las personas migrantes, que cuando tienen un problema hay una amplia red de asociaciones que le pueden ayudar.
“Las asociaciones de mujeres son una red en la que apoyarse”
Se trataría de dar como una especie de credencial a esas organizaciones para que a su vez pudieran acompañar a las víctimas a la policía, incluso a presentar una denuncia, pero con conciencia de en qué consiste esa denuncia, para que eso tenga un recorrido recto.
Y otra cosa. Cuando una mujer maltratada denuncia, ya lo sabe su familia, lo saben en los colegios, los tutores, porque lo saben, como lo pueden saber los médicos que atienden a mujeres con depresión… la sociedad en su conjunto debemos cambiar el sistema de alertas.