Verdaderamente la dimensión sistémica de la crisis es de tal dimensión que el mundo se esta volviendo auténticamente del revés. Las grandes potencias imperialistas nacionalizando sus sistema financieros y levantando la bandera del intervencionismo estatal en la economía. Mientras, un Estado socialista como China -aunque sea, como ellos mismo dicen, con una «economía de mercado socialista con características chinas»- ha abierto el debate de si la crisis presenta ante ellos la oportunidad para, liberalizando los mercados y dejando más campo de acción a la iniciativa privada, China puede salir aún más rápidamente de la desaceleración y expandir su economía cuando los demás aún están pensando cómo salir de la recesión.
Esta al menos es la alternativa que lantea en su editorial The Economic Observer, la revista de economía y política editada en Pekín, dirigida al mundo de la empresa y que pasa por ser una de las de mayor tirada (600.000 ejemplares) e influencia entre los hombres de negocios chinos. El análisis que plantea es que, dado que en los últimos 30 años el mercado interior chino ha estado ocupado en lo principal por las grandes empresas monopolistas públicas o semipúblicas, los sustancial del sector privado se ha visto obligado a dirigirse a los mercados exteriores como motor de su crecimiento. Y en ellos han demostrado su dinamismo, eficiencia y competitividad inundando el mercado mundial cn sus mercancías y productos manufacturados. El reto que plantea es el de aprovechar esos rasgos adquiridos por fuerza –dado que ha tenido que moverse en un entorno exterior extremadamente competitivo– para volcarlos hacia el mercado interno. Desarrollándolo de ese modo a una velocidad muy superior de lo conseguido hasta ahora por la intervención estatal. De acuerdo con este análisis, China resolvería dos problemas al mismo tiempo. Dar una salida a la contracción de la demanda en los mercados exteriores y elevar considerablemente la demanda interna y con ello la capacidad de consumo de su población. El resultado final sería un enorme salto adelante de las industrias chinas, basándose en su gran mercado interno aún sin desarrollar, justamente cuando las industrias rivales está estancadas o en retroceso. Con lo que, de ser todo esto así, la recuperación económica mundial encontraría a una industria china todavía más fuerte y competitiva que en la actualidad. Y en condiciones por tanto de hacerse con una mayor cuota del mercado mundial. Que se publique un editorial de este tipo, justo cuando está reunida la Conferencia Consultiva Política –constitucionalmente, el máximo órgano asesor del gobierno chino– es un indicador de la ebullición de ideas y alternativas de todo tipo que recorren la economía más dinámica del mundo en la actualidad. Y no hay que olvidar, que el sector social de más crecimiento en la afiliación al PCCH en los últimos años ha sido, precisamente, el de los empresarios privados. Lo que quiere decir que su nivel de influencia política aumenta proporcionalmente a su desarrollo económico. China. The Economic Observer BUSCANDO LAS FUENTES DE LA CONFIANZA ”En tiempos difíciles necesitamos más confianza de la habitual", dijo el presidente de China Hu Jintao en un discurso pronunciado el 23 de febrero, cuando presidía una reunión del grupo de estudio político. Pero para hacer esto, debemos primero entender la raíz del problema e identificar las fuentes de las que podemos extraer la confianza. Aunque la crisis financiera en los EEUU ha provocado una caída a nivel global y arrastra a China hacia una desaceleración, el Economic Observer considera que los problemas reales han emanado desde dentro. El modelo de desarrollo de los EEUU, principalmente impulsado por la tecnología y el consumo, es el polo opuesto de China. China es altamente dependiente de las inversiones y las exportaciones, un modelo de crecimiento compartido por muchos países en desarrollo y mercados emergentes. Como la economía de los EEUU cayó, también lo han hecho las exportaciones chinas. Aunque entendemos la correlación, no podemos dejar de preguntarnos: ¿qué pasa con el mercado interno de China? ¿Por qué las incesantes medidas políticas desde 1998 para ampliar la demanda interna no han dado algún alivio? Esto prueba que nuestro mercado nacional es problemático. Desde 1995, el gobierno ha puesto en marcha una serie de medidas para la creación de gigantescas empresas de propiedad estatal (EPE), a través de la consolidación de activos y mediante la concesión del monopolio del Estado. El aumento inevitable de las empresas públicas ha exprimido a las empresas privadas más pequeñas, que sólo podían recurrir a las exportaciones hacia fuera. Aunque en las últimas décadas, las rentas públicas del país y el crecimiento del PIB aumentaron mucho, el crecimiento del ingreso per cápita ha aumentado a un ritmo mucho más lento. No es de extrañar que nuestros mercados internos sean débiles. Nuestra economía de mercado está aún en su infancia, y se necesita mucho más para perfeccionarla. A medida que el país va por el inexplorado camino de la reforma del mercado, es comprensible que se busque su protección y ejercer el mayor control posible. Sin embargo, mirando hacia atrás en nuestra experiencia acumulada, hemos aprendido que los controles macro-económicos pueden reducir la volatilidad de los mercados, pero no pueden eliminar las fluctuaciones cíclicas que, como todas las economías, nos hace pasar por desaceleraciones. En China, no hay duda acerca de si es necesaria la intervención del gobierno, pero podemos preguntarnos cuanta cantidad de intervención es razonable, especialmente cuando nos enfrentamos a una desaceleración económica en curso. Sin duda, las inversiones del gobierno a gran escala podrían estimular la economía, sin embargo, esta estrategia también perpetuaría la dependencia del crecimiento de la economía china de una inversión dirigista, consolidaría los mecanismos económicos intervencionistas del gobierno, y reforzaría las filas de un ejército de empresas públicas anticuadas. En última instancia, estos retrocesos afectarían a la reestructuración económica de China, y también traerían grandes riesgos para el próximo descenso cíclico. Bajo las circunstancias actuales, tenemos que mirar de frente la raíz del problema de nuestra economía. Si la respuesta de EEUU para poner fin a su crisis económica es el fortalecimiento de las regulaciones del mercado, la salida para China es todo lo contrario; creemos que liberalizar aún más el mercado de China es clave para salir de la actual desaceleración. Dejar a las empresas que funcionen de acuerdo a los mecanismos del mercado, y dejar que la gente disfrute de los frutos del crecimiento; eliminar las restricciones que impone la intervención del gobierno, y liberar la vitalidad de una economía impulsada por el capital privado. Creemos que si se les da una justa igualdad de oportunidades para la competencia y se orienta el mercado hacia estas condiciones económicas, las empresas privadas chinas serían las primeras en salir de la crisis coyuntural y volver a estimular la economía, lo que sería una fuente de confianza para el mercado. Una vez, un economista chino resumió los 30 años de apertura y reforma como " la crisis impulsó la reforma". De hecho, el estallido de la actual crisis financiera mundial ofrece de nuevo una oportunidad de mejora. China se enfrenta hoy a una serie de problemas sistémicos, como el económico-social y político; es hora de que los afrontemos con inteligencia. THE ECONOMIC OBSERVER. 2-3-2009 EEUU. The New York Times LA GRAN INDECISIÓN Paul Krugman El mes pasado, en su discurso ante el Congreso, el Presidente Obama abogó por medidas audaces para reparar los disfuncionales bancos americanos. "Si bien el coste de la acción será grande", declaró, " puedo asegurar que el coste de la inacción será mucho mayor, ya que podría resultar en una economía que renqueara a lo largo de meses o años, incluso quizá de una década". Muchos analistas están de acuerdo. Pero con las personas que hablo hay un sentimiento cada vez mayor de frustración, incluso pánico, a que las palabras del Sr. Obama no coincidan con sus hechos. La realidad es que cuando se trata de lidiar con los bancos, la administración de Obama se estremece. La política se atasca en un modelo accionarial. He aquí cómo funciona el modelo: primero, los funcionarios de la administración, por lo general con declaraciones off the record, filtran un plan de salvamento de los bancos a la prensa. Este globo sonda es echado abajo rápidamente por los comentaristas informados. Luego, unas semanas más tarde, la administración filtra un nuevo plan. Plan que es, sin embargo, sólo una versión un poco encubierta del plan anterior, elaborado con rapidez por todos los interesados. Y el ciclo comienza de nuevo. ¿Por qué los funcionarios mantienen la oferta de planes que nadie considera creíbles? Porque de alguna manera, los altos funcionarios de la administración Obama y de la Reserva Federal están convencidos de que los activos con problemas, a menudo llamados estos días como "residuos tóxicos”, tienen en realidad mucho más valor del que nadie está realmente dispuesto a pagar por ellos; y que si estos activos fueran tasados correctamente, todos nuestros apuros desparecerían. Así, en una reciente entrevista Tim Geithner, el secretario del Tesoro, intentó hacer una distinción entre el "inherente valor económico básico" de los activos en dificultades y el "valor artificialmente deprimido" con que se despachan ahora esos activos. En las últimas transacciones, incluso títulos respaldados por hipotecas con la calificación AAA se han vendido por menos de 40 centavos de dólar, pero el Sr. Geithner parece pensar que valen mucho, mucho más. Y la labor del gobierno, declaró, es "proporcionar la financiación para ayudar a los mercados a que trabajen", empujando el precio de los residuos tóxicos hasta el lugar en que deberían estar. Es más, los funcionarios parecen creer que si consiguen que los residuos tóxicos estén debidamente tasados, eso curaría todos los males de nuestras principales instituciones financieras. A principios de esta semana, Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, fue preguntado por el problema de los “bancos zombies", las instituciones financieras que están efectivamente en quiebra, pero se mantienen vivas por la ayuda gubernamental. "No sé de ningún gran institución zombie en el sistema financiero de EEUU ", afirmó, y se dirigió específicamente a negar que AIG -¡AIG! – fuera un zombi. El mismo AIG que, incapaz de cumplir sus promesas de pagar a otras instituciones financieras cuando los bonos se hundieron, ya ha recibido 150 mil millones de dólares en ayuda y acaba de recibir un compromiso por 30 mil millones más. La verdad es que el plan de Bernanke-Geithner -el plan que la administración mantiene flotante, en versiones ligeramente diferentes- no va a funcionar (…) (…) mediante el uso de fondos de los contribuyentes para subsidiar los precios de los residuos tóxicos, la administración regaría con beneficios a todos los que cometieron el error de comprar este material. Algunos de los beneficios gotearían hacia donde es necesario, apuntalando los balances de las principales instituciones financieras. Pero la mayoría de los beneficios irían a las personas que no necesitan o merecen ser rescatados. Y esto significa que el gobierno tendría que introducir billones de dólares para que el sistema financiero vuelva a la salud, lo que, a su vez, garantiza tanto una feroz protesta pública como añadir preocupaciones al ya de por sí grave déficit (…) Siendo realistas, esto simplemente no va a suceder. Entonces, ¿por qué tiene esta idea de zombie –guardar al difunto, pero guardarlo para que vuelva- ha tomado tan poderoso arraigo? La respuesta, me temo, es que los funcionarios todavía no están dispuestos a afrontar los hechos. Ellos no quieren hacer frente a la calamitosa situación de las principales instituciones financieras, ya que es muy duro rescatar a un banco esencialmente insolvente sin tomarlo, al menos temporalmente. Y la nacionalización temporal sigue siendo, al parecer, considerada impensable. Pero esta negativa a hacer frente a los hechos significa, en la práctica, la ausencia de acción. Y comparto los temores del presidente: la inacción podría traducirse en una economía que renquee a lo largo, no de meses o años, sino durante una década o más. THE NEW YORK TIMES. 5-3-2009 Cuba. Granma LA CRISIS ACTUAL HA PUESTO AL DESNUDO LAS CARENCIAS Y FALLAS DEL SISTEMA La importancia de la integración para hacer frente a la actual crisis económica. La búsqueda de nuevos modelos de desarrollo y en ese contexto el combate a la pobreza, estuvieron en el centro de la ponencia presentada la víspera por José Manuel Zelaya, Presidente de Honduras, en la segunda sesión del XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo. El mandatario hondureño fue el primer orador de la tarde. Tras manifestar que constituía para él un gratísimo honor participar en este evento, refirió que la integración es el camino a seguir hoy. Nuestras economías —dijo— se encuentran prácticamente asiladas en este contexto del debate internacional de los grupos que monopolizan el comercio, pero integrados, podemos buscar respuestas alternativas. Recordó que cuando su país decidió incorporarse a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), lo que calificó como "un hecho sin precedentes en Honduras", empezaron a implementarse inmensos programas de cooperación conjunta, que se propusieron erradicar el analfabetismo, la pobreza rural, y el impulso a procesos agrarios para los pequeños productores del campo, entre otros, señaló el dignatario. Zelaya enfatizó que la crisis ha servido para poner al desnudo las carencias y las fallas del sistema, desvestido sus vicios, y sus adicciones, sus flaquezas y debilidades, y ha golpeado las estructuras de todos los componentes del modelo capitalista. "Comenzó como una especulación financiera en Estados Unidos y al final terminó afectando a los bancos, a las compañías multinacionales y al mundo", añadió. Acotó asimismo, que pese a la grave crisis, este no es el fin del sistema capitalista, pero que "el capitalismo financiero, especulativo, y la globalización ingobernada, injusta, intolerante están heridos de muerte. Se requiere mucha voluntad política, porque este sistema ha demostrado a través de la historia su perversa capacidad para reproducirse". De igual manera criticó la gran desconfianza que se ha generado en los mercados, el pánico, la estampida de muchos capitales, así como el aumento del desempleo, el hambre, la pobreza, y mayores formas de desigualdad y dependencia. Por ello llamó en su intervención —muy ovacionada— a reestructurar el orden económico internacional, con derechos de equidad y justicia. En ese sentido Zelaya resumió en sus ideas que la globalización debe abrirse fronteras a los espacios de la solidaridad humana; el capital debe estar al servicio del hombre y de la mujer y nunca a la inversa, y la necesidad de nuevas regulaciones y controles en función de nuestros países y no para procesos de dominación política. Antes de concluir pidió saludar de forma muy especial al Gobierno y al pueblo cubanos. "Admiramos y respetamos a Cuba, hemos reconocido su lucha" y condenó "el absurdo bloqueo" que Estados Unidos ha impuesto por casi cinco décadas a la Mayor de las Antillas GRANMA. 4-3-2009