La Educación en Gaza, tras dos años de genocidio

Bajo las ruinas de Gaza

Desde octubre de 2023 la Franja de Gaza ha sufrido una destrucción masiva de su infraestructura educativa. Un crimen de guerra más.

Informes de agencias internacionales y verificaciones in situ señalan que casi la totalidad de los centros escolares han sufrido daños: según el Education Cluster y la UNESCO, alrededor del 97% de los edificios escolares registraron algún daño y más de 500 de 564 centros requieren reconstrucción total o rehabilitación mayor para volver a funcionar.

Los datos verificados por la ONU muestran además que cientos de edificios escolares fueron alcanzados directamente: en una de las verificaciones más amplias se documentaron más de 400 escuelas con impactos directos desde el inicio del conflicto, lo que equivale a una proporción altísima del parque escolar de Gaza y confirma que el daño no ha sido sólo parcial ni disperso. El alcance de estos golpes ha transformado aulas en escombros y muchas escuelas en refugios improvisados para familias desplazadas.

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Universidades: campus destruidos, carreras interrumpidas

Las universidades de Gaza —que antes del conflicto daban formación a decenas de miles de estudiantes y sostenían investigación regional— han sufrido también daños severos. Edificios de campus han quedado inutilizables o convertidos en albergues para desplazados; laboratorios, bibliotecas y archivos están dañados o perdidos. Ante la pérdida masiva de infraestructura, organismos como la UNESCO han impulsado iniciativas virtuales para preservar trayectorias académicas: por ejemplo, la Gaza Virtual Campus busca apoyar a decenas de miles de estudiantes de educación superior con recursos digitales y continuidad académica. Estas medidas son paliativos necesarios, pero no reemplazan aulas, prácticas ni la socialización académica.

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Docentes: muerte, desplazamiento, agotamiento profesional

El personal docente ha pagado un precio humano y profesional muy alto. Informes de organizaciones humanitarias y de derechos humanos documentan docentes asesinados, heridos, detenidos o desplazados, y una pérdida consistente de experiencia pedagógica cuando maestros y profesores abandonan la Franja o pierden sus medios de vida. Además del riesgo físico, el personal sufre estrés postraumático, sobrecarga al asumir tareas de protección y atención psicosocial, y una enorme dificultad para planificar cursos en condiciones de intermitencia educativa y ausencia de recursos. La destrucción de centros de formación para docentes y la imposibilidad de acceder a formación continua amenazan la calidad educativa futura.

El 97% de las escuelas de Gaza están dañadas o destruidas”

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Alumnado: millones excluidos, riesgo de “generación perdida”

Las consecuencias para niñas, niños y jóvenes son devastadoras y multidimensionales. Cierre de escuelas y destrucción de instalaciones han dejado a centenares de miles de estudiantes sin educación formal; organizaciones humanitarias han alertado sobre el riesgo de una “generación perdida” por interrupciones largas, caída en retención escolar y el impacto acumulado de desnutrición, trauma y pobreza. El ausentismo prolongado y la pérdida de itinerarios académicos (exámenes, grados, prácticas profesionales) perjudican las oportunidades de vida y el desarrollo cognitivo y socioemocional de los menores. Además, la militarización de espacios escolares y los ataques a centros que eran refugios han aumentado la desconfianza y el miedo a volver a la escuela.

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Efectos sistémicos sobre el sistema educativo de Gaza

Más allá de edificios destruidos, el sistema educativo gazatí enfrenta fallas estructurales: pérdida de registros administrativos, destrucción de materiales didácticos y libros, interrupciones en la gobernanza educativa, colapso de mecanismos de evaluación y certificación, y drásticas limitaciones de financiación operativa. Las soluciones inmediatas (espacios temporales, enseñanza online, impresión de materiales) se topan con problemas severos: falta de electricidad, internet limitado, desplazamiento interno y bloqueos que impiden importación de insumos y la llegada de expertos internacionales. En suma, la capacidad de reconstrucción no es solo física sino institucional y humana.

«La guerra amenaza con una generación perdida sin educación”

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Respuestas humanitarias y retos para la recuperación

Organizaciones multilaterales y ONGs han desplegado respuestas: clases temporales, apoyo psicosocial, redes digitales y programas de alimentación escolar cuando es posible. Sin embargo, la escala de la destrucción exige una estrategia de reconstrucción masiva y sostenida: rehabilitación segura de infraestructuras, programas de formación docente, restauración de currículo y servicios de protección, y mecanismos para recuperar trayectorias educativas interrumpidas (acreditación flexible, aceleración de estudios, becas). Las iniciativas virtuales (como la de la UNESCO) son útiles, pero su alcance está limitado por la infraestructura básica que falta.

La educación en Gaza no solo ha sido afectada en su forma física; ha sido golpeada en su función social y futura: escuelas y universidades destruidas significan menos oportunidades, mayor vulnerabilidad y una fractura en el capital humano del territorio. La reconstrucción exige no solo fondos y marcos técnico-constructivos, sino cuidado a docentes y estudiantes, restauración de certificaciones y una paz sostenible que permita reabrir aulas con seguridad. Sin esto, la pérdida de aprendizaje y el trauma colectivo podrán marcar a toda una generación.