Convulsión ante un atentado de repercusiones globales

Atentado fallido contra Donald Trump, convulsión global

El atentado sólo deja herido leve al expresidente, pero catapulta sus posibilidades en la carrera hacia la Casa Blanca. Lo ocurrido en una pequeña localidad de Pensilvania destata una convulsión de alcance planetario

El expresidente de EEUU Donald Trump ha sufrido un atentado cuándo daba un mitin en un pequeño pueblo de Pensilvania. El líder republicano sólo resultó herido leve por una bala que le alcanzó la oreja, pero un asistente al mitin ha resultado muerto y hay otros dos heridos graves. El tirador, un joven de 20 años de la zona, fue abatido por los agentes de seguridad.

Este intento de asesinato ha multiplicado -aún más si cabe, ante un cada vez más cuestionado Joe Biden- las posibilidades de Donald Trump en la carrera por las próximas elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 2024.

Todos los líderes mundiales -incluidos los que están en las antípodas ideológicas y políticas de Trump- han condenado este intento de asesinado. Una condena a la que se suma la redacción del deverdaddigital.

Foto de la bala instantes antes de impactar contra la oreja de Donald Trump. Imagen de Doug Mills para The New York Times

Donald Trump se dirigía a miles de seguidores en un mitin en Butler (Pensilvania). Sólo llevaba unos minutos agitando a su público cuando se oyeron unos disparos. Las imágenes muestran como Trump se lleva la mano derecha a la cara, y se agacha, siendo inmediatamente cubierto por agentes del servicio secreto. Segundos después se lo llevan del escenario, con sangre en la cara, no sin antes detenerse para dirigirse a sus seguidores, puño en alto, en una imagen icónica -la del fotoperiodista Evan Vucci- que ya ha dado la vuelta al mundo.

Trump había tenido suerte, la bala sólo le había alcanzado en una oreja y la herida es leve. Pero los proyectiles habían alcanzado mortalmente a un asistente y habían herido de gravedad a otros dos.

Inmediatamente tras producirse los disparos, los francotiradores del servicio secreto apostados en los tejados próximos localizaron y abatieron al tirador. Un testigo aseguró a la BBC que había advertido a la policía de la presencia de este individuo desde hacía minutos sin que interviniese.

Infografía de The New York Times sobre el escenario del atentado. A la izquierda de la imagen, la localización del tirador

El autor del atentado luego fue identificado por el FBI como Thomas Matthew Crooks, de 20 años, de Bethel Park, Pensilvania. Estaba registrado como votante republicano, una filiación política que confirman sus redes sociales, además de situarlo como amante de las armas de fuego.

Tres horas después tras el intento de magnicidio, Joe Biden, compareció unas tres horas después para condenar el atentado: “No hay lugar en América para este tipo de violencia. Es enfermizo. Es una de las razones por las que tenemos que unir este país. No podemos permitir que esto ocurra. No podemos consentir esto”. El presidente norteamericano informó que había llamado a su rival republicano para interesarse por su estado, y que había conversado con él.

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Convulsión mundial

Esta foto del fotoperiodista Evan Vucci -Associated Press, ganador del Premio Pulitzer- va a catapultar a Trump a la Casa Blanca

Inmediatamente tras producirse el atentado, los teletipos ardían, las rotativas paraban para cambiar las portadas, y las redes sociales entraban en ebullición.

Una opinión era prácticamente unánime: el atentado ha multiplicado las opciones de Donald Trump de retornar a la Casa Blanca, una carrera que ya estaba en un pronunciado ascenso. Algo aún más acentuado si lo comparamos con un cada vez más cuestionado -ya entre sus propias filas demócratas, o entre influyentes medios entre el electorado progresista, como el New York Times- Joe Biden.

Porque efectivamente, el atentado que ha ocurrido en una pequeña localidad de Pensilvania ha producido una convulsión de alcance planetario.

El próximo 5 de noviembre de 2024, una fecha para la que ya quedan menos de cuatro meses, tienen lugar las elecciones presidenciales en EEUU. En ellas no sólo se dirime el rostro del inquilino de la Casa Blanca para los próximos cuatro años.

Lo que se decide es qué línea va a dirigir a la superpotencia, el hegemonismo norteamericano, que es el enemigo principal de todos los países y pueblos del mundo, la principal fuente de guerra, agresión e intervención, de explotación y opresión del planeta.

El inevitable ocaso imperial que afronta la superpotencia desde hace dos décadas generando una aguda lucha de fracciones en el seno de su clase dominante que ya no se da simplemente entre sus representantes políticos (republicanos vs. demócratas), sino que recorre los aparatos fundamentales de su Estado.

Las dos lineas persiguen preservar a toda costa la hegemonía norteamericana. Las dos tienen como objetivo principal la contención del ascenso de China. Y las dos líneas persiguen explotar y oprimir a los pueblos del mundo, perpetrando un sinfín de agresiones.

Pero, representando a distintas fracciones y sectores de la clase dominante norteamericana, ambas líneas difieren en la estrategia y la táctica para defender la hegemonía de EEUU.

La línea que encarna Donald Trump en el Partido Republicano -como antes fue la de Bush- está sostenida e impulsadoa por una poderosa fracción de clase, entre cuyos sectores podemos distinguir entre otros al complejo militar-industrial, a los fondos más feroces de Wall Street y a las industrias extractivas.

Todos dan por hecho que, de retornar esta línea al frente de EEUU, lo hará en una forma aún más agresiva e intervencionista. Trump ya nos está ofreciendo algunas «pistas» de por dónde iría eventualmente su política exterior.

Además de azuzar una confrontación aún más agresiva contra China, el republicano parece proponer un acuerdo imperialista con Rusia, que sacrifique a Ucrania y separe a Moscú de Pekín; apuesta por la disgregación de la UE, para tratar “bilateralmente” con cada país, imponiéndole condiciones más onerosa; propone un modelo social donde se agudicen los ataques a los inmigrantes, para conseguir una clase obrera sin derechos o cuestione la democracia…

Un eventual retorno de Trump a la Casa Blanca es lo que los halcones más criminales y genocidas del sionismo israelí -el gobierno de Netanyahu- están aguardando, y casi con tal seguridad implicaría un salto en las agresiones hegemonistas en Oriente Medio, multiplicando la agresividad hacia Irán.

Un eventual regreso de Trump a la Casa Blanca -cuyas posibilidades se han multiplicado tras el atentado- es lo que también están aguardando las diferentes familias de la ultraderecha europea: desde Giorgia Meloni en Italia a Viktor Orbán en Hungría, desde Le Pen en Francia a Vox en España.

Por eso las consecuencias de este atentado tienen consecuencias mucho más allá de EEUU. Es un intento de magnicidio de alcance global.