El “tanto tienes, tanto vives” ha dejado de ser solo una expresión, el abismo social puede medirse en años de vida. Exactamente ocho años menos de esperanza de vida es la distancia entre las personas en situación de precariedad frente a las personas con altas rentas en Cataluña, según afirma el último estudio realizado por el departamento de salud de la Generalitat.
Según este estudio, la esperanza media de vida es de 83,8 años en las personas de renta alta, que perciben más de 100.000 euros anuales y de 76,6 las que subsisten con ayudas no contributivas como único ingreso. La renta garantizada de ciudadanía (RGC) aprobada por el Parlamento catalán el pasado julio es de 7.967,63 euros anuales.
El abismo se expresa no solo en la esperanza de vida, también en la tasa de mortalidad. Esta investigación sostiene que el riesgo alto de enfermar o morir en la población con altas rentas es del 8%; siendo del 27% el de las personas con las rentas más bajas, aquellas que están por debajo de los 18.000 euros anuales.
La diferencia entre ambos sectores de la población no es solo expresión de la desigualdad salarial, son literalmente años de vida.
Hagamos las cuentas. Según estos números, en la escala más baja de rentas cada año tiene un precio de 7.967,63 euros, 21,8 euros al día. Menos que un par de zapatos. Eso es lo que cuesta cada día de miles de personas en una situación precaria. Es el valor de la vida.
Pero no son solamente cifras -como dice Lorca, “debajo de las divisiones hay una gota de sangre de marinero”- en este caso de más de 120.000 personas que en Cataluña (y 1,5 millones en España) sufren las consecuencias reales y verdaderas de este abismo social de distancias siderales.
Nuestra vida, no solo tiene una duración determinada según nuestras condiciones sociales, tiene un precio, como cualquier otro producto del mercado.
Días, horas y minutos que venden cada vez que imponen una reforma laboral, recortes sociales o el reciente proyecto de privatización de las pensiones.
La única forma de pararlo es acabar con los recortes, el saqueo y la degradación. Cambiar esta situación de base, es más que decisivo para nuestras vidas y las de las futuras generaciones.