Redistribuir la riqueza

Expropiar a los expropiadores

Redistribuir la riqueza es empezar a expropiar a los que nos han estado expropiando para ponerla al servicio de las necesidades de la mayorí­a.

¿De qué hablamos exactamente cuando decimos redistribución de la riqueza?

Frente a las ideas que tradicionalmente, y todaví­a hoy, recorren el pensamiento de muchos pensadores y dirigentes de la izquierda, redistribuir la riqueza no es «repartirla» más equitativamente. No puede reducirse simplemente a «rescatar» a los sectores sociales más vulnerables y castigados por la crisis. Mucho menos convertirla en una alternativa donde el Estado debe encargarse de subsidiarlo todo: empresas públicas deficitarias, empleos improductivos, cultura subvencionada,… Una concepción heredada del sistema económico burocrático, parasitario y corrupto propio del régimen socialfascista soviético que ya sabemos todos cómo acabó: en el reparto de la miseria realmente existente.

Cuando desde Unificación Comunista de España o desde Recortes Cero hablamos de redistribución de la riqueza estamos pensando en términos radicalmente distintos.

Redistribuir la riqueza es poner los enormes recursos de los que dispone la economía española al servicio de los intereses del país y de las necesidades de la gente. Al contrario de lo que ocurre en la actualidad, en el que esos recursos son utilizados por una minoría de bancos y monopolios, nacionales y extranjeros, para enriquecerse ellos a costa de saquear al pueblo y esquilmar al país. Gestionar los recursos fundamentales de la economía española de una manera completamente distinta a cómo los han gestionado los gobiernos de Zapatero y Rajoy -o antes los de González y Aznar-, que no han hecho sino enriquecer más a los ricos y empobrecer a la mayoría.

Y no se trata tan sólo de redistribuir la riqueza actualmente existente, sino de hacerlo de tal modo que esa redistribución permita multiplicar la capacidad de creación de nueva riqueza de la economía. Esa es la única alternativa para salir de la crisis en beneficio de la mayoría porque, de otro modo, lo que estaremos haciendo es consumir los recursos del país de una forma improductiva, poner parches momentáneos que alivien y mitiguen algo las necesidades de una parte de la población pero para acabar repartiendo escasez en lugar de redistribuir riqueza.

Ese es el objetivo principal de una política de redistribución porque esa es la única manera de resolver de forma estructural y permanente las necesidades de la mayoría.

«Redistribuir la riqueza es hacer retroceder el poder que una minoría de oligarcas nacionales y extranjeros disfrutan sobre la vida material del pueblo»

Expropiar a los expropiadores

Redistribuir la riqueza es acabar con el saqueo contra el 90% de la población. Y para ello es imprescindible avanzar en expropiar parcialmente a esa ínfima minoría que hoy se apropia y se beneficia en su interés de la riqueza que entre todos generamos.

Si ellos, a pesar de la crisis, han podido seguir enriqueciéndose a costa de habernos saqueado a nosotros, de lo que se trata ahora es de arrebatarles a ellos la gestión de los numerosos recursos de los que disfrutan para su beneficio exclusivo. No hay término medio en este asunto: o ellos o nosotros. O ellos nos siguen saqueando a nosotros, o nosotros les expropiamos a ellos.

Dice la sabiduría popular que no se puede hacer una tortilla sin romper huevos. Y en esta cuestión pasa exactamente eso. No se puede avanzar en defender de verdad los intereses populares sin golpear y hacer retroceder el poder que una minoría de oligarcas nacionales y extranjeros disfrutan sobre la vida material del pueblo. Y eso significa pisar poderosos callos.

Por eso en los programas que defienden otras fuerzas de izquierdas como Podemos o IU -por supuesto el PSOE y asimilados- no aparece de forma diáfana y radical la alternativa de redistribución de la riqueza. Porque hablar de ella supone no sólo decir que es lo que se propone para satisfacer las necesidades y demandas populares, sino plantear al mismo tiempo de dónde han de salir los recursos necesarios para conseguirlo.

Y en este terreno sólo caben dos caminos. O el de continuar alimentando el monstruoso endeudamiento del Estado hasta provocar su colapso, o el de arrebatar a la minoría oligárquico-imperialista todo o parte de la riqueza que han expropiado al pueblo para ponerla al servicio de éste.

«Más parte de la renta nacional en manos de millones de trabajadores, menos en los bolsillos de banqueros y oligarcas»

Lo veremos con más claridad en unos pocos ejemplos que constituyen la concreción del programa de redistribución de la riqueza que propone Recortes Cero para las elecciones del 20D.

La redistribución de las rentas

A mediados de los años 70, cuando España había culminado la etapa del desarrollismo franquista que permitió dar el salto desde una economía agraria y subdesarrollada a convertirse en la séptima potencia industrial del mundo, las rentas salariales disfrutaban del 65% de la riqueza que se producía cada año. Gracias a esta distribución de rentas, cualquier trabajador español mínimamente cualificado en su oficio podía comprarse un piso y pagarlo sin grandes dificultades en 10 o12 años; mantener una familia con dos o tres hijos estudiando el bachiller superior o una carrera universitaria con su sólo salario e incluso podía acceder a comprarse un pequeño terreno para construir por sus propios medios una modesta casa de verano.

Cuarenta años después, las rentas salariales han perdido casi 20 puntos en la distribución de la riqueza nacional, y apenas si disfrutan del 46%. A precios actuales, estamos hablando de que si hoy se mantuviera la misma proporción que entonces en la distribución de la renta nacional, los trabajadores españoles recibirían 200.000 millones de euros más cada año en sus salarios. Lo que ha ocurrido, por contra, año tras año, es que las rentas del capital, las rentas de las que disfrutan los empresarios, han ido incrementando su apropiación de la riqueza nacional a costa de los salarios. Hasta que en 2014, por primera vez en la historia, las rentas percibidas por los capitalistas superaron a las de los trabajadores.

A esta situación es a la primera que hay que darle la vuelta aplicando la medida de ningún salario por debajo de 1.000 y ninguno por encima de 10.000 euros mensuales. Eso significa empezar a redistribuir la riqueza: más parte de la renta nacional en manos de millones de trabajadores, menos en manos de banqueros y oligarcas con salarios de 5, 10 o 15 millones de euros anuales.

Poder político y poder financiero

Otro tanto ocurre con el resto de medidas concretas que propone el programa de Recortes Cero. Al hablar de un reforma fiscal progresiva, no estamos diciendo, como Pedro Sánchez, que bancos, monopolios y multinacionales paguen al menos un 15% de sus enormes beneficios, que es la mitad de lo deberían pagar actualmente, aunque en realidad sólo pagan un 3,5%.

Tampoco, como proponen los programas de IU o Podemos que paguen el 28% que, tras la sucesivas rebajas de Zapatero y Rajoy, es lo que le exige la ley del Impuesto de Sociedades. Si un pequeño puñado de bancos, monopolios y multinacionales, que apenas llegan a ser un 0,025% del total de empresas españolas, tienen unos beneficios que duplican los que tienen un millón y medio de pymes, ¿por qué no han de pagar, en consecuencia, el doble de impuestos? Es decir, un Impuesto de Sociedades al 50% para bancos, monopolios y multinacionales. Una medida que supondría que la Hacienda española recaudara cerca de 40.000 millones de euros más cada año, acabando así de un plumazo con cualquier problema relacionado con el déficit y la deuda pública.

Lo mismo que pasa con el IRPF. Si un trabajador con un sueldo de 1.400 euros mensuales paga hoy al menos un 18% de IRPF; si a un profesional con un salario neto de 3, 4 o 5.000 euros mensuales Hacienda le quita entre un 40 y un 50% de su renta, ¿por qué no aplicar a las rentas superiores a los 500.000 euros anuales un impuesto del 75%?

Esto es en definitiva de lo que estamos hablando cuando decimos redistribuir la riqueza. Empezar a expropiar a los que hasta ahora nos han estado expropiando para poner toda esa riqueza al servicio de satisfacer las necesidades de la mayoría y de la creación de riqueza y empleo para el conjunto del país.