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La deuda externa española suma 100.000 millones de euros más

En 2014 empezó a tomar forma una incipiente y frágil recuperación económica, tras seis años de profunda crisis. Pero con las primeras tasas de crecimiento, y sobre todo, con la mejora de la confianza de las perspectivas de la economía española, se interrumpió también el proceso de reducción de la abultada deuda externa, que apenas llevaba año y medio en curso. Según la última estadística trimestral del Banco de España, el endeudamiento con el resto del mundo aumentó en los nueve primeros meses de 2014 en 99.537 millones de euros.

Con el repunte de los tres primeros trimestres de 2014, la deuda externa española —préstamos, títulos de deuda o depósitos de inversores internacionales con banca, empresas, familias y administraciones españolas—, vuelve a los 1,7 billones de euros, lo que según las cuentas del Banco de España equivale al 161,7% del producto interior bruto (PIB). Y deja en casi nada el recorte del endeudamiento con el resto del mundo que se había producido (se achicó en 104.622 millones) a lo largo de 2013.

Para calibrar la magnitud del desequilibrio acumulado por la economía española basta con echar un vistazo al enorme aumento de la deuda externa en los años de bonanza: entre 2000 y 2007 creció en más de un billón de euros, de la mano de una sucesión de saldos negativos récord en los intercambios de bienes, servicios, rentas y capitales con el resto del mundo. Los inversores internacionales cubrían las enormes necesidades de financiación internas, motivadas por el boom de la inversión residencial y la fortaleza del consumo. También, de forma indirecta, la expansión de las multinacionales españolas en el exterior.

Un endeudamiento tan abultado lleva a bancos, empresas y administraciones españolas a afrontar cada año la necesidad de refinanciar decenas de miles de millones. Una exigencia casi imposible de cumplir cuando la confianza internacional se retira, como se evidenció de forma aguda en los primeros meses de 2012, cuando se evaporaron 300.000 millones de financiación exterior, en lo peor de la crisis económica española.

El drástico ajuste de empresas y bancos había permitido en los dos últimos años reducir el endeudamiento externo, pese al notable incremento de la deuda pública. Pero en los nueve primeros meses de 2014, con la mejora de las condiciones financieras, esa tendencia se quebró y la deuda externa volvió a crecer en todos los sectores. También volvió a registrarse un leve déficit exterior, frente a los superávit registrados en 2012 y 2013.

Otro de los indicadores de este desequilibrio, la posición de inversión internacional, también empeora en los nueve primeros meses del año pasado. Aquí se comparan todos los pasivos de la economía española (además de los instrumentos de deuda, se incluyen acciones y otras participaciones) con el valor de los activos en el exterior. Y en el saldo hasta el tercer trimestre se registra un incremento de unos 30.000 millones, hasta superar el billón de euros. En teoría, este umbral se traspasó ya a principios de 2014, pero cambios metodológicos aplicados en la Unión Europea habían llevado a revisar a la baja la serie estadística.