Tragedia en el accidente ferroviario de Santiago

¿Qué hay detrás del dolor?

Asentar un único culpable y librar de responsabilidades polí­ticas y criminales a la clase dirigente y a los monopolios. Quieren otro Mangouras, el capitán del Prestige, petrolero hundido en Galicia y único acusado llevado ante la justicia.

Después de la tempestad no siempre viene la calma. Hay que entender de una vez por todas que una tragedia así­, un accidente ferroviario de semejante gravedad, no la provoca una única causa. Por mucho que se empeñen en vendérnoslo así­. El tren Alvia 730 que cubrí­a el trayecto Madrid-Ferrol descarriló en la llamada lí­nea del AVE Santiago-Ourense, en la curva de A Grandeira a la altura de Angrois: a sólo 3.5 kilómetros de Santiago de Compostela y a bordo 222 personas, 218 pasajeros y 4 tripulantes. El resultado último de la bestial salida del convoy es una tragedia de proporciones innegables, un caos desparramado anega la ví­a y sus alrededores extendiendo la conmoción a toda la ciudad que suspende los actos festivos y oficiales en pleno dí­a grande de las fiestas del Apóstol. Un acontecimiento brutal. A grandes rasgos, casi la mitad del pasaje muerto y la otra mitad heridos o heridos de alta gravedad que con el paso de los dí­as engrosarán las cifras de muertos.

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Quieren otro Mangouras.

Inmediatamente los focos informativos sobre las causas del accidente se centran en el maquinista. Se confirma el exceso de velocidad. En menos de 24 horas los monopolios de la información hacen pública, sacan a relucir, una foto y comentarios en el perfil de facebook del conductor en los que aparentemente alardea y bromea sobre el exceso de velocidad a través de comentarios sobre la misma, colgada por él en la red social tiempo atrás, con el velocímetro a más de 200 km/h hecha  en la cabina. Sin embargo, era conocido como “el lento” y los comentarios y bromas en su entorno de trabajo hacían referencia constante a la gran cantidad de retrasos acumulados en sus trayectos. Además, de boca de sus compañeros (aún con el exceso de velocidad reconocido) lo señalan invariablemente muy lejos de ser un temerario o arriesgado, sino que enfatizan de forma unánime todo lo contrario. Es igual, ya se está componiendo el perfil público para señalar un único responsable directo e indirecto. Se inicia a toda velocidad la composición de una figura pública que contribuya a extender la máxima inequívoca de la responsabilidad individual, borrando toda cuestión o profundización en las responsabilidades corporativas y oficiales. En la inmensa mayoría de las crónicas y reportajes asistimos a un derroche de tinta inflamada de sentimiento. Mucho sentimiento y poca información. El centro constante es la responsabilidad individual acuñada por el error humano. Grandes sentimientos, escasa información e inexistencia de alternativas y enmiendas a tomar a partir del minuto cero. Nada para reflexionar con el objetivo práctico de rectificar, de transformar las condiciones y carencias que superlativizaron un error humano al nivel de tragedia sin precedentes. Todo el peso  sobre un trabajador, un intermediario, que no cumplió el cometido de reducir la velocidad de 200 a 80 kms/h en un tramo de apenas 4 kms. Esto es, un único conductor sin ayuda técnica o mecanismo de seguridad, a mayores del freno, dispone de sólo un minuto para reducir en 120 kms/h la marcha de un tren con más de 200 vidas bajo su responsabilidad. «Un único conductor sin ayuda técnica dispone de sólo un minuto para reducir en 120 kms/h la marcha de un tren con más de 200 vidas a bordo «Quieren hacernos tragar con la visión de un ferrocarril del siglo XIX cuando hay quien se embolsa miles de millones con la implantación de la red ferroviaria del  AVE, su modernización en España y en otros países. Es intolerable como análisis porque conduce a través de un chivo expiatorio, incluso demostrado el error humano, a eludir toda responsabilidad y la posibilidad de tomar medidas y alternativas reales que garanticen con todos los medios al alcance la seguridad y las vidas de la población. Recordemos el accidente del Metro de Valencia de la línea Nº 1, el hundimiento del Prestige también en Galicia… Asentar un único culpable y librar de responsabilidades políticas y criminales a la clase dirigente y a los monopolios que operan en los respectivos sectores e infraestructuras. Quieren otro Mangouras, el capitán del Prestige, el último petrolero hundido en Galicia y único acusado llevado ante la justicia, para salvaguardarse, ellos y a sus millonarios beneficios presentes y futuros. ¿Acaso la elección de trazado, diseño y medidas de seguridad operativas de la red ferroviaria en España nos ha caído del cielo?

 

¿Qué tiene que quedar claro?

En palabras de Paco García Calvo, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Ingenieros Industriales de la Comunidad Valenciana, y experto ferroviario:

“Es necesario que los expertos y las empresas aclaren que no se trata de un accidente en un red de alta velocidad. Las empresas españolas están buscando concesiones en el exterior y los malentendidos podrían perjudicarles.”

El 17 de junio de 2012 se inauguraba el tren Alvia a Galicia. Según los titulares de tal día: jubilando el Talgo, el AVE llega a Galicia. Pese a que se habla de Alta Velocidad no es una vía AVE, no cumple las características y requisitos del trazado que designan y exigen dichas infraestructuras. En cuanto a mecanismos de seguridad, el sistema más moderno y efectivo es el RTMS. Los Alvias deberían estar adaptados a éste y funcionar con él, pero el sistema RTMS incluido en la inauguración no está en funcionamiento, no está activado en toda Galicia. El Ministerio de Fomento lo presentó también como la llegada de la alta velocidad a Galicia. Julio Gómez-Pomar, presidente de Renfe declaró en una entrevista que ante los continuos fallos del RTMS fue Adif quien autorizó que se desconectasen. “Es el protocolo habitual”, añadió.

«Los Alvias deberían estar adaptados al RTMS, el sistema más moderno y efectivo, pero este sistema incluido en la inauguración no está en funcionamiento «Hay dos sistemas de seguridad diferenciados (ASFA y RTMS), hay por tanto dos riesgos distintos. Una red ferroviaria muy lejos de operar con los máximos recursos y sistemas de seguridad. Cuestión conocida y consciente para Renfe, Adif y Fomento. El sindicato de maquinistas SEMF afirmó tajante que con el sistema de seguridad RTMS se habría evitado el exceso de velocidad mortal. Por tanto, la descomunal tragedia.

Renfe es la dueña del tren, y Adif la propietaria de la infraestructura férrea. El Ministerio de Fomento es la autoridad encargada del diseño de los planes de implantación de la red de alta velocidad y responsable de supervisar su seguridad. La zona del descarrilamiento es una zona urbanizada. El Ministerio de Fomento decidió que en el diseño de la curva de A Grandeira se aprovechase parte del ya existente trazado del tren convencional añadiendo la vía doble de la supuesta red AVE. Esta decisión supuso no sólo un ahorro de millones de euros, tanto en la ejecución de las obras como en lo referido a expropiaciones de terrenos e indemnizaciones, sino también esquivar un mayor y creciente conflicto social reduciendo las obras que afectan a viviendas mediante expropiaciones. Ninguno de estos motivos fue declarado por Fomento al respecto de tal decisión en sus informes. ¿Tiene nuestra red ferroviaria en todo el país unas condiciones de seguridad íntegras? Y aún más: ¿qué nos espera, qué nos tienen preparado cuando implanten la línea AVE en toda Galicia? Nadie parece rasgarse las vestiduras por ello.

El mayor accidente mortal ha ocurrido a unas pocas semanas de terminar el plazo máximo de presentación de ofertas para obtener la adjudicación de la Alta Velocidad en Brasil. Una construcción que podría cerrarse por unos 13.000 millones de euros para la oferta española. Uno de los últimos contratos españoles obtenidos por el consorcio es el AVE saudí de La Meca a Medina, concesión por valor de 7.000 millones de euros. Las empresas del consorcio español AVE que aspiran al concurso del trazado de más de 500 kms. en Brasil son: Renfe, Adif, Ineco, Talgo, Elecnor, Cobra (ACS), Abengoa, Indra, Thales, Bombardier y Dimetronic. Una de las condiciones excluyentes para optar a los contratos de Alta Velocidad a nivel internacional es atesorar 5 años consecutivos sin accidentes en los trazados construidos. Puede que por eso mucho antes de que salgan a la luz algunos nombres ya tengan preparado un hombre en la horca, otro Mangouras, un chivo expiatorio más y evitar así la catalogación como accidente, nos preguntamos. Seguir a cubierto. ¿Qué está en juego para ellos por encima de nuestras vidas? Una vez más, el máximo beneficio. A nuestra costa.