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El timo legal de los fondos de pensiones privados

El debate sobre la sostenibilidad de las pensiones y la más que probable reducción de la cuantía de las mismas en un futuro no muy lejano ha puesto bajo el foco una cruda realidad a la que tendrán que enfrentarse los jubilados del mañana: complementar una pensión pública cada vez más exigua con unos ingresos que les permitan vivir con dignidad . Es lo que los expertos llaman previsión social complementaria. El Gobierno ya ha dicho que va a estimular los sistemas privados. Y es ahí donde entran en escena los planes de pensiones, productos financieros que van a crecer en los próximos años, pero que sin embargo adolecen de un problema que les resta atractivo: la escasa rentabilidad que ofrecen a sus clientes.

«Los planes de pensiones son un negocio para las aseguradoras y sobre todo para las entidades financieras. Es verdad que su rentabilidad no es muy alta», apunta Octavio Granado, quien desde abril de 2004 hasta diciembre de 2011 desempeñó el cargo de secretario de Estado de la Seguridad Social bajo los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. «Los organismos internacionales recomiendan primar, incluso en la última parte de la vida activa, la seguridad sobre la rentabilidad para evitar que quien espera una buena renta por haber invertido en valores de riesgo se encuentre con que va a recibir la mitad de lo que esperaba», añade Granado a guisa de explicación.

Granado cita informes de la OCDE, pero no hace falta ir tan lejos: Pablo Fernández, profesor del IESE, instituto vinculado a la Universidad de Navarra, publica todos los años un informe sobre la rentabilidad de los fondos de pensiones (agrupación de dinero resultado de las aportaciones de varios contratantes de planes de pensiones) en España y su conclusión no puede ser más demoledora: salvo contadas excepciones los planes de pensiones no aportan grandes beneficios a sus partícipes, término con el que se denomina en el sector a los clientes.

Fernández siempre toma como referencia los fondos de pensiones de los últimos diez años. El último informe publicado abarca el periodo comprendido entre diciembre de 2002 y diciembre de 2012. En ese lapso de tiempo la rentabilidad media de los fondos analizados, los de diez años, fue del 2,8% mientras que la del IBEX-35 llegó al 7,86% de media, por no hablar de los bonos del Estado a diez años, que alcanzaron una rentabilidad media del 4,3%. En ese informe Fernández muestra que entre los 573 fondos con diez años de historia que existían en España a 31 de diciembre sólo dos superaron la rentabilidad del IBEX-35, mientras que apenas 32 superaron la rentabilidad del bono del Estado.

Elevadas comisiones

Esta baja rentabilidad se explica en buena parte por las elevadas comisiones que cobran los gestores. «Aunque sólo fuera una comisión anual del 1,5%, durante diez años eso supone una barbaridad de dinero», afirma Fernández. Granado, citando de nuevo a la OCDE, confirma que las comisiones que se cobran en España son de las más altas de Europa.

Existe alguna otra razón añadida como es la propia composición de la cartera de valores en la que invierten estos fondos o la gestión activa de esos valores y acciones. Como explica Fernández, «el gestor del fondo de pensiones compra acciones, las vende, las recompra, juega con ellas, etcétera, y eso comporta unos gastos de comisiones de compraventa que las paga el partícipe. Esos gastos no aparecen como comisiones pero las acaba pagando el cliente. El gestor quizá debería no tocar esos valores. El partícipe obtendría más si el gestor se fuese a la playa el 1 de enero y volviera el 31 de diciembre».

Desde la Asociación de Instituciones de Inversion Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco), la patronal del sector, las cosas se ven de otra manera. «¿Baja rentabilidad? No hay más que mirar las cifras de nuestra página web para ver que no es así. En los cortos plazos [un año] las rentabilidades son excesivamente buenas; en los largos plazos [desde 23 a 10 diez años] supera la inflación en torno a 4% o 5%, y en los medios plazos [entre 2 y diez años] están en torno al 2% después de padecer la crisis más fuerte desde la Depresión», señala Ángel Martínez-Aldama, secretario general de Inverco.

Martínez-Aldama justifica, además, la cuantía y el número de comisiones. «En el sistema individual los planes de pensiones se distribuyen a través de oficinas financieras como cualquier otro producto a disposición del cliente. Aparte de los gastos de gestión y administración, hay que añadir los gastos de distribución. Y no hay que engañarse, los planes de pensiones no tienen los costes más altos. Todos los depósitos, los seguros y otros productos tienen gastos. Lo que sucede que en esos productos los gastos son implícitos y da la impresión de que no se cobran comisiones por su distribución. Pero lo cierto es que en las 35.000 oficinas bancarias que hay en España todos los días hay que pagar a final de mes el alquiler, la luz, a los empleados; en fin hay que cobrar por distribuir».

El directivo de la patronal critica abiertamente los informes de Fernández: «Comparar la rentabilidad de los planes de pensiones con las de un bono del Estado es como comparar peras con manzanas. Si invierto 1.000 euros en un plan de pensiones la normativa me dice que no puedo invertir más de un 5% en un único emisor; si los invierto en un bono del Estado, estoy invirtiendo el 100% de mis activos en un único emisor. A partir de ahí cualquier comparación es odiosa o inútil». «¿Por qué?», le responde Fernández, «todos los manuales de finanzas dicen que la comparación con un bono del Estado para analizar productos a diez años es la más simple que existe. Si inviertes 10.000 euros en bonos del Estado y esperas a ver cuánto tienes dentro de diez años verás que bates a casi todos los planes de pensiones, lo cual no dice mucho a favor de estos últimos», se defiende Fernández.

Fernández tiene claro que ante este panorama tan poco alentador casi es preferible prepararse la pensión por su cuenta. «No hace falta acudir a un plan de pensiones. Uno puede irse montándose su propia cartera de valores. ¿Por qué no puedo poner yo mi dinero en una cuenta para mi fondo de pensiones y obtener las mismas ventajas fiscales que dándoselo a un señor que me va a cobrar dinero?», se pregunta Fernández, para quien los beneficios fiscales de estos planes —hasta el 10% de la base imponible del IRPF— «no son razonables», sobre todo porque luego, a la hora de recoger los beneficios, Hacienda también pasa la escoba. Y más si se cobra todo de golpe: dependiendo de la base imponible, por encima del 40%.

En lo que sí coinciden los tres expertos es en señalar que este mercado crecerá de forma importante. Las circunstancias mandan: las pensiones públicas van a menguar y habrá que buscarse las habichuelas. «El sistema no es sostenible, así que bajamos las pensiones o subimos tanto los impuestos que tendríamos que irnos fuera para trabajar», apunta Fernández. «No se trata tanto de ver si los planes de pensiones son un negocio o no, como si es necesario para los ahorradores que el día que se jubilen tengan una fuente de ingresos complementaria, una procedente del sistema público y otra del sistema privado. En un proceso de envejecimiento de la población, en el que va a haber más jubilados en el futuro y menos cotizantes, los parámetros actuales no parecen sostenibles», mantiene Martínez-Aldama.

Granado reconoce que hay mucho margen para crecer, sobre todo porque España es el país de Europa que tiene menos previsión social complementaria. «Hasta ahora el sistema público resolvía bastante bien los problemas y como los españoles no tenían capacidad de ahorro, porque invertían todo en vivienda, este mercado estaba más plano. Ahora la situación ha cambiado con la crisis y el estallido de la burbuja. Bien sea por virtud o por necesidad los españoles van a tener que gastar más dinero en planes de pensiones», concluye el antiguo encargado de la Seguridad Social.