Igual que la crisis ha ido golpeando a los diferentes sectores de la economía y de la sociedad en general, también el mundo del arte siente las réplicas de un terremoto que surge de una falla a pleno rendimiento. El sector de los galeristas atraviesa por uno de sus peores momentos y aunque los hay que afirman que la crisis del 92 alcanzó cuotas mucho más críticas en este campo las cosas no van a ser diferentes, lo peor está por llegar. Lo que tiene el mundo del arte es el componente relativamente reciente de popularización de la adquisición de obras de arte, por lo que la crisis ha tardado más en llegar. Seguramente, como ha pasado con la alta cocina, solo aquellos que sepan adaptarse rápidamente a la situación lleguen a sobrevivir; hablamos de la pequeña y mediana empresa. Los grandes se mueven en otras dimensiones.
La euforia de del trienio del 89 al 92 se transformó en asombro ante el derrumbe de las ventas en la crisis del 92, y éste se tornó alivio ante la ráida recuperación posterior. Pero los balances de cuentas han alcanzado cuotas de histeria a principios de este año. Según algunos los profesionales el arte especulativo es el que ha tendido ha desaparecer, porque en época de crisis solo los galeristas profesionales aguantan. Esto evidentemente es un espejismo que afecta exclusivamente a las pymes del sector, pues los gigantes como Christie’s o Somerby nutren, no la especulación, sino los fondos artísticos del establishment galáctico internacional. Como expresión de la posición de clase que se ocupa, el comercio del arte subirá o bajará pero no dejará de reflejar los cambios en la jerarquía y colocación de los diferentes grupos monopolistas y aledaños. Cambian los clientes, se mantiene el negocio. Incluso en la “transferencia” de fondos es necesaria la intermediación de las grandes entidades gestoras del patrimonio artístico. Por eso los galeristas comienzan a coger caminos de blindaje colectivo y audacia para sobrevivir. Por una parte los movimientos no ofrecen demasiado margen, estamos hablando de un sector en el que “precios populares” significa optar por las obras que se cotizan entre 400€ y 600€ la pieza. Y por otra las pymes sufren las consecuencias de la misma política que está afectando a pequeños y medianos empresarios de todos los sectores. Los impuestos solo aflojan para los grandes y las ayudas no llegan porque la banca ha cerrado el grifo. Nadie espera ser rescatado. Austeridad y proyectos comunes es la fórmula que seguramente ha de adoptarse en estos momentos, sumado a alternativas como la que han tomado las galerías de Madrid: abrir también por las noches para ampliar por “abajo” la clientela. La organización sectorial, el apoyo mutuo y las fórmulas de popularización han de mostrarse como la única forma de sobrevivir y conseguir, no solo aguantar hasta que escampe, sino, como decía Carlos Durán de la galería Senda, “las épocas duras son buenas para que reflexionen artistas y galeristas”El De Verdad digital también lo haces tú: Contribuye con la calidad del De Verdad digital puntuando este artículo y enviando tu comentario. El 31 de octubre se realizará un sorteo de entradas para los mejores conciertos y estrenos de cine, teatro y espectáculos de la temporada navideña entre los lectores que hayan participado opinando sobre cualquier artículo. Solo hace falta dejar tu email.