Una ola de indignación recorre Argentina. Manifestaciones multitudinarias, caceroladas, disturbios, huelga general… El pueblo argentino se enfrenta al gobierno de Macri por la aprobación del recorte de las pensiones del pasado 19 de diciembre.
60.000 millones de pesos (2.850 millones de euros) es lo que pretende recortar a los pensionistas el gobierno de Macri con la nueva reforma aprobada, en un contexto de huelga general y rebelión popular que ha llegado a las mismas puertas del Parlamento.
El centro de la reforma es un cambio en la fórmula que se utiliza para computar la revalorización de las pensiones y que según el sindicato argentino CGT (Confederación General del Trabajo) supondrá una bajada de entre el 10% y el 13% para los pensionistas. Más grave si se tiene en cuenta que acontece en el segundo país de América del Sur con la inflación más alta, por encima del 27% según datos oficiales, lo que supone ya de por sí un descenso muy elevado del poder adquisitivo de los argentinos.
La aprobación de la reforma ha levantado un caudal de indignación popular comparable al que vivió el país hace más de una década cuando se impuso el famoso “corralito” argentino. El gobierno de Macri ya había intentado aprobar el recorte de las pensiones la semana anterior, pero el nivel de los disturbios que se alcanzó a las puertas mismas del Parlamento lo hizo imposible.
A pesar de contar con un contingente de 3.000 policías frente al Parlamento, armados con gases lacrimógenos y pelotas de goma, apenas pudieron contener a una población que gritaba “¡Que se vayan todos!”, la misma consigna utilizada en el “corralito” de 2001. Aun con la mayoría parlamentaria suficiente para aprobar la reforma, el gobierno de Macri se vio obligado entonces a suspender el recorte.
Sólo una semana después logró Macri aprobar el recorte de las pensiones, con mayor rechazo todavía. A la manifestación concentrada nuevamente delante del Parlamento formada por decenas de miles de argentinos, se le ha sumado una huelga general convocada por los sindicatos mayoritarios para parar la reforma.
La reforma iba a ser aprobada el lunes 18, pero la sesión se extendió durante más de 17 horas gracias a las protestas, y sólo pudo evitarse una nueva suspensión porque el gobierno de Macri aumentó todavía más la presencia policial y el uso de su fuerza, en unas cargas que han causado 162 heridos. Durante la madrugada, el pueblo seguía en la calle, protestando en una cacerolada en distintos barrios de la ciudad.
Si algo ha demostrado esta movilización popular, es no sólo la enorme energía revolucionaria de los argentinos, sino el coste político de la reforma de Macri, que sienta unas bases sólidas para su caída.