Editorial Internacional

Ante la amenaza a la Paz Mundial: ¡Hay que parar la guerra!

Esta escalada. que pone en grave peligro la Paz Mundial, no es fruto de la huída hacia adelante de un pirómano, Netanyahu. La ofensiva israelí en Gaza o Líbano está presidida por un objetivo explícito: imponer un nuevo orden en Oriente Medio, que rediseñe la distribución de fuerzas en favor de Tel Aviv… y de Washington.

El mundo rechazó hace ya un año los crímenes terroristas perpetrados por Hamas, y ahora está conmocionado ante la magnitud del genocidio ejecutado por Israel en Gaza o la nueva ración de barbarie suministrada por Tel Aviv al invadir Líbano… Mientras contiene la respiración ante las consecuencias del anunciado ataque israelí sobre Irán.

La escalada bélica de Netanyahu, amparado, financiado y alentado por EEUU, amenaza la paz mundial. Dos voces muy dispares nos alertan de la gravedad de la situación mundial.

Por un lado Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores durante los gobiernos de Zapatero y actualmente alto representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones, ha declarado que “por primera vez en mi larga historia diplomática les tengo que decir que estamos al borde, si seguimos así, de una verdadera tercera guerra mundial”.

Por otro Global Times (portavoz oficioso del PCCh en política internacional) editorializa que “el futuro de Oriente Medio se está convirtiendo en una dura prueba (…) Por un lado una guerra a gran escala parece inminente, y por el otro el desastre humanitario se está deteriorando a un ritmo alarmante”.

Defender la paz es una tarea cada vez más urgente y necesaria.

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Una escalada bélica global

Entre 2021 y 2023 más de 600.000 personas han muerto en los casi 60 conflictos bélicos abiertos en todo el planeta. Y a eso hay que añadir los 117 millones de refugiados (casi tres veces la población de España) que estas guerras provocan.

Una tensión bélica que espolea el aumento del gasto militar global: 2,4 billones de dólares en 2024, el más alto registrado.

En Gaza ya se registran más de 43.000 asesinados, más de la mitad mujeres y niños. Y es habitual asistir al siniestro espectáculo de hospitales o escuelas bombardeados. Mientras en Cisjordania se recrudecen los ataques de Israel.

Tel Aviv ha decidido extender la guerra a Líbano, invadiendo un país soberano. Mientras propaga la guerra por todo Oriente Medio, con permanentes ataques en Siria o Yemen.

Y todos esperan la naturaleza de la respuesta israelí al reciente ataque de Irán, que lanzó 180 misiles contra el país hebreo. Las declaraciones del ministro de Defensa israelí, anticipando que el ataque será “letal y sorprendente” augura una catástrofe.

Pero, aunque en un grado mucho menor de agudización, la mancha del militarismo se extiende también por Asia-Pacífico… extendida por Washington. Para contener la emergencia de China, EEUU está militarizando la región clave del planeta. Rearmando a Japón, Australia o Corea del Sur. O intentando estimular el belicismo en otros países como Indonesia o Filipinas.

Y en Ucrania el imperialismo ruso persiste en una invasión que ya ha provocado, en pleno corazón de Europa, 400.000 muertos y millones de desplazados.

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EEUU, responsable

Nos martillean con dos ideas que buscan ocultar al principal responsable de esta amenaza bélica, especialmente en Oriente Medio.

La primera es la de que Netanyahu está aprovechando la debilidad de EEUU, enfrascado en unas elecciones decisivas, y de un Biden ya “de vuelta” que intenta apaciguar pero ya no puede contener a su aliado israelí.

La segunda nos llama a combatir “el belicismo de Occidente”, igualando la responsabilidad de Washington con la de la UE.

No es verdad. EEUU, y no un genérico “Occidente”, es el responsable de este avance del peligro de guerra. Y lo es por la activa, no por la pasiva.

Con Biden -y Harris- en la Casa Blanca, EEUU ha dado “carta blanca” a Netanyahu, prestándole todo el apoyo militar, político y económico necesario para proseguir su criminal ofensiva.

Desde Washington se ha entregado durante el último año a Israel 20.000 millones de dólares en ayuda militar. Cifra ampliada hace pocas semanas con un nuevo paquete de 8.500 millones.

EEUU ha respaldado todos los pasos dados por Netanyahu, incluyendo la invasión de Líbano. Y apoyando a Tel Aviv en su intención de atacar Irán, fijando únicamente que no se atente contra instalaciones nucleares ni petrolíferas.

La cobertura norteamericana a los crímenes de Netanyahu es directa y presencial. Durante el último año EEUU ha incrementado su presencia militar en Oriente Medio, de 40.000 a 50.000 soldados. Y Washington está trasladando a Israel el más avanzado sistema de interceptación de misiles, para proteger a Tel Aviv. Lo que exigirá el despliegue de militares norteamericanos en Israel.

¿Qué pretenden Washington y Netanyahu?

La ofensiva israelí en Gaza o Líbano está presidida por un objetivo explícito: imponer un nuevo orden en Oriente Medio, que rediseñe la distribución de fuerzas en favor de Tel Aviv… y de Washington.

En las últimas dos décadas, la superpotencia norteamericana ha perdido terreno en una de las áreas claves del planeta. Tuvo que retirarse de Irak, ha contemplado como avanza la influencia regional de Irán, e incluso ha debido aceptar que aliados clave en la zona, como Arabia Saudí, se unieran a unos BRICS que amenazan crecientemente su hegemonía.

El golpe dado por Israel, utilizando su superioridad militar, garantizada desde Washington, pretende revertir esta tendencia. Fortalecer a Israel, y al dominio norteamericano en Oriente Medio, a costa de incendiar la región.

A otro nivel, lo mismo sucede en Asia-Pacífico. Para cercar a China y contener su emergencia, Washington está militarizando toda la zona, azuzando el belicismo y los conflictos.

EEUU, su intención de mantener su hegemonía a cualquier precio, es la principal amenaza a la paz mundial.

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¿Grietas entre Europa y EEUU?. Aprovechémoslas

El estallido de una guerra regional en Oriente Medio, en las fronteras de Europa, es una amenaza directa para todo el planeta, pero especialmente para el viejo continente. La escalada militar de Israel, permitida por EEUU, está provocando grietas antes impensables entre ambos lados del Atlántico en un tema sensible.

Pedro Sánchez acaba de exigir que “la comunidad internacional suspenda de inmediato el envío de armas a Israel”. Y ha instado a la Comisión Europea que “de una vez por todas” suspenda el acuerdo de asociación con Israel ante la flagrante violación de los derechos humanos. Una petición presentada conjuntamente por España e Irlanda.

España ya reconoció el pasado mes de mayo el Estado palestino, conjuntamente con Irlanda y Noruega. La presión de una sociedad española que apoya masivamente al pueblo palestino se expresa en la posición del gobierno de Sánchez.

Pero son también significativos los movimientos de otros países de la UE, que hasta ahora no se habían caracterizado por su oposición a Netanyahu, sino más bien por lo contrario.

El presidente francés, Emmanuel Macron, acaba de defender que se termine el suministro de armas a Israel, bajo el argumento de que es incoherente reclamar un alto el fuego mientras se rearma a una de las partes. Lo que ha provocado una enfurecida respuesta de Tel Aviv.

Hay que aprovechar con inteligencia y tino las grietas entre EEUU y Europa, para aislar a los verdaderos y máximos responsables -en Washington y Tel Aviv- de esta espiral belicista que incendia Oriente Medio y pone en peligro la Paz Mundial

Y la presidenta italiana, la ultraderechista y proatlantista Giorgia Meloni, acaba de protestar enérgicamente ante los ataques de Israel a las fuerzas de paz de la ONU desplegadas en Líbano, entre las que se incluyen un millar de militares del país transalpino.

Cuanto más avanza el peligro de guerra en Oriente Medio, más contradicciones aparecen entre EEUU y la UE.

Grietas también se expresan en otros países bajo dominio norteamericano. El copresidente de la ONG que representa a los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, que acaba de recibir el Nobel de la Paz, acaba de comparar la destrucción de Gaza con los bombardeos atómicos que ellos sufrieron.

Hay que aprovechar con inteligencia y tino estas grietas, para aislar a los verdaderos y máximos responsables -en Washington y Tel Aviv- de esta espiral belicista que incendia Oriente Medio y pone en peligro la Paz Mundial.