¡Igualdad salarial Ya! ¡Violencia machista cero!

Ante el 8-M, día de lucha de la mujer trabajadora

Frente a la división y el enfrentamiento, que solo interesa a quienes buscan debilitar el movimiento feminista, necesitamos unidad para defender las conquistas alcanzadas, y avanzar en una igualdad salarial real o en la erradicación de la violencia machista.

El 8-M se presenta este año bajo el signo de la división y el enfrentamiento. Pero el 8 de marzo es sobre todo un día de lucha, en el que va a volver a expresarse el enorme impulso de un movimiento feminista que es una de las mayores fuerzas organizadas del país y en el mundo, con un amplísimo apoyo social y que, aunque solo se nos presenten sus problemas, avanza y obtiene importantes victorias.

Frente a la división y el enfrentamiento, que solo interesa a quienes buscan debilitar el movimiento feminista, necesitamos unidad para defender las conquistas alcanzadas, y avanzar en una igualdad salarial real o en la erradicación de la violencia machista.

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Una historia revolucionaria

El 8-M es el día de lucha de la mujer trabajadora. Y está indisolublemente unido a la lucha de millones de mujeres revolucionarias contra la explotación y la opresión.

En la última Escuela estudiamos como el marxismo ha influido en los avances del movimiento feminista. Fue el marxismo quien estableció los fundamentos de la sociedad patriarcal, la unión entre el sojuzgamiento de la mujer y la explotación sobre toda la población, despojó a la familia patriarcal del aura idílica con que recubría sus desmanes y demostró que existen muchas otras y mejores formas de familia.

Esta línea revolucionaria no se quedó en la teoría, se llevó a la práctica.

El 8 de marzo de 1857 en Nueva York, miles de trabajadoras de la industria textil salen a la calle con el lema “Pan y Rosas” denunciando las condiciones de trabajo, especialmente los salarios, que eran menos del 50% de los de los hombres. La represión policial dejó 120 mujeres asesinadas. Pero en unos pocos meses se fundaría el primer sindicato femenino de EEUU.

Otro 8 de marzo, las mujeres trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York se declaran en huelga. La brutal represión deja 129 trabajadoras asesinadas. Pocas semanas después mujeres socialistas -en ese momento era sinónimo de marxistas- organizan por primera vez el “Día de la Mujer” en homenaje a las huelguistas.

Fue la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910 donde se instauró por primera vez el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Y de nuevo el 8 de marzo, esta vez de 1917, las trabajadoras rusas salen a la calle, en una movilización que liquida el zarismo y abriría un periodo que culminaría pocos meses después en la Revolución de Octubre. La primera revolución proletaria permitirá un avance en los derechos de la mujer -voto, divorcio, aborto…- impensables en los más avanzados países capitalistas.

En España una de las primeras celebraciones públicas del 8 de marzo, celebrada en 1936, estuvo presidida por Dolores Ibarruri, dirigente comunista. Y serán los partidos marxistas-leninistas y pensamiento Mao Tse Tung quienes encabecen, en los años sesenta y setenta, la irrupción de un nuevo movimiento feminista en nuestro país.

La historia y el presente del 8 de marzo demuestra cómo, aunque ahora se pretenda ocultar, la lucha del movimiento feminista ha ido desde su mismo nacimiento de la mano de la revolución.

Una cuestión de clase

Pedro Sánchez ha anunciado como “medida estrella” la aprobación de una ley de paridad. Que obligará a que existe el mismo número de mujeres y hombres, en las listas electorales, los gobiernos centrales y autonómicos, los consejos de administración de grandes empresas, las juntas de gobierno de los colegios profesiones o los jurados de premios con presencia pública.

Apoyamos todas las medidas que generan mejores condiciones para la igualdad. Es una cuestión democrática y de justicia. Pero la opresión contra la mujer es también una cuestión de clase y está ligada a la explotación.

Las bases materiales de las desigualdades de género, que afectan a las mujeres trabajadoras hay que buscarlas en salarios, pensiones… Mejor dicho, en los salarios o pensiones que no se cobran por el hecho de ser mujer trabajadora.

UGT pone el foco en que a partir del 28 de noviembre y hasta final de año, las mujeres trabajan gratis. Es una manera impactante de denunciar como las grandes empresas se “ahorran” pagar 34 días que deberían abonar a las mujeres si su salario fuera igual al de los hombres.

Según un estudio del Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha) el salario medio anual de las mujeres es 4.600 euros menor al de los hombres. Los informes de CCOO y UGT elevan esta cifra a 5.200 euros.

A igual trabajo igual salario sigue siendo una meta a conquistar. La realidad es que las mujeres trabajan más y cobran menos.

Las razones que lo explican son múltiples, pero siempre apuntan en la misma dirección: los mecanismos de precariedad empleados para recortar salarios actúan en mayor medida contra las mujeres trabajadoras.

Por sufrir en mayor medida el paro. La tasa de paro en España duplica la media europea. Pero mientras en los hombres es del 11%, en las mujeres es cuatro puntos mayor, casi de un 15%.

Por el tipo de trabajo. En los tres tramos inferiores, donde se concentran los trabajos con menor sueldo, las mujeres duplican a los hombres.

Por la temporalidad. El porcentaje de mujeres con contratos temporales es muy superior a la media, y el 73% de los trabajos a tiempo parcial están ocupados por mujeres.

Esta “brecha salarial” se refleja después en las pensiones. Hasta el punto de que las mujeres pensionistas perciben un 34,3% menos. Son 3.976 euros menos de pensión al año.

Esta es la base material de la desigualdad, vinculada a la explotación. El primer “techo de cristal” que hay que romper.

No hay libertad sin independencia. La independencia económica es una condición básica para romper las bases materiales de la dependencia en la pareja y de la violencia machista. Por eso esta debe ser nuestra primera reivindicación.

Que no nos confundan

Todos los grandes medios nos presentan un 8-M convulso. Concentrando la atención en las disputas entre PSOE y Unidas Podemos, y valorando en qué medida va a afectar a las expectativas electorales de ambos.

PSOE y Unidas Podemos se enfrentarán en la votación de la reforma de la Ley del Solo sí es sí. Y el escándalo de corrupción en torno al diputado socialista canario Juan Bernardo Fuentes Curbelo ha añadido indignación, al desvelar el obscenamente machista recurso a la prostitución.

Todo eso existe, pero el protagonista del 8-M, que queda oculto bajo el ruido mediático, es el movimiento feminista. Y debemos ser conscientes de su enorme fuerza y capacidad.

Basada en primer lugar en la organización de decenas de miles de mujeres. En España existen más de 1.000 organizaciones feministas registradas. Y hay muchas otras que no aparecen en ningún registro oficial.

Expresada en una enorme fuerza de movilización. Que en 2018 organizó las mayores movilizaciones mundiales, con 5,3 millones de trabajadoras secundando la huelga feminista, y tres millones acudiendo a las numerosas manifestaciones.

El movimiento feminista se ha ganado el apoyo del 90% de la población. No solo de toda la izquierda, también de muchos sectores “conservadores” que apoyan sus reivindicaciones.

Y ha conseguido importantes victorias. La impresionante reacción a la intolerable sentencia del caso de la manada supuso un antes y un después, y está en el origen de la Ley del Solo sí es sí. Y la sentencia del Tribunal Constitucional respaldando la ley del aborto, una de las más avanzadas del mundo expresa el terreno ganado.

Esto no quiere decir que no existan problemas importantes. Aprovechando los errores jurídicos, que han permitido más de 700 rebajas de penas y 74 excarcelaciones, se ha impulsado una ofensiva reaccionaria que busca cuestionar la Ley del Solo sí es sí. Creando el falso clima de opinión de que la ley saca fuera de la cárcel a los agresores sexuales. Obviando que solo en un 36% de las penas revisadas por los tribunales se han aplicado rebajas.

Independientemente de los errores que deben subsanarse, la Ley del Solo sí es sí es una conquista a defender. Coloca el consentimiento en el centro. Una mujer ya no ha de “demostrar” que se ha resistido o que ha sufrido violencia, basta con que no haya consentido para que sea una agresión o una violación.

Sobre todo, ¡Unidad!

Necesitamos unidad para alcanzar una igualdad salarial real entre mujeres y hombres, o para erradicar la violencia machista. Todas las conquistas populares exigen unidad.

Hoy parece que en el seno del movimiento feminista solo existe división y enfrentamiento: en torno a la reforma de la Ley del Solo sí es sí, en relación a la Ley Trans… Expresada en la convocatoria de dos manifestaciones separadas el 8 de marzo, y aderezada con acusaciones mutuas de “traición” al feminismo.

La realidad del movimiento feminista es otra. A pesar de que existen diferencias, pesan mucho más los puntos de unidad.

Todas las organizaciones feministas, por encima de sus divergencias, están de acuerdo, entre muchas otras cosas, en estos puntos nodulares:

-Acabar con la brecha salarial y la discriminación laboral que sufren las mujeres trabajadoras, condenadas en muchos casos a los peores salarios y a una mayor precariedad.

-Erradicar la violencia machista, defendiendo el consentimiento como nódulo de la libertad sexual, elevando la protección a las víctimas y dedicando más recursos a acabar con esta lacra.

-Desplegar un combate ideológico y práctico contra la opresión patriarcal.

-Defender las conquistas alcanzadas gracias a la movilización unitaria.

Hay que anteponer la unidad a las diferencias. Fomentar la división y el enfrentamiento solo beneficia a las fuerzas reaccionarias que quieren atacar las conquistas logradas por el movimiento feminista.

Si el PSOE o Unidas Podemos, anteponiendo otros intereses, persisten en enfrentar a unos sectores de feminismo con otros, estarían atacando la causa que un 90% de la sociedad compartimos.

Los comunistas de UCE en el 8-M

Como cada 8 de marzo, Unificación Comunista de España somos parte activa en la movilización feminista que va a recorrer toda la geografía española y mundial. Planteando una línea revolucionaria y una alternativa que enfrente los principales problemas que hoy enfrentamos.

Situando en primer plano la exigencia de unidad. La división solo beneficia a las fuerzas reaccionarias que buscan poner palos en las ruedas del avance del movimiento feminista.

En torno a tres cuestiones claves:

Plasmado en un programa claro:

Y una exigencia unánime:

¡Violencia machista cero!

En 2022 hasta 49 mujeres fueron asesinadas por violencia machista. El dato más llamativo es que el 43% de ellas habían denunciado. Este dato expresa por una parte que la valentía y la rebelión de las mujeres aumenta y que fallan los recursos materiales para ayudar a las mujeres que denuncian, faltan casas de acogida, asesoramiento legal y psicológico, falta personal especializado.

Necesitamos unidad para luchar contra la violencia machista. Sí se puede acabar con ella, lo que hace falta son recursos y voluntad política. Debemos unirnos como una piña para exigirlo.