Argentina es, tras España, el país donde el movimiento feminista ha alcanzado un mayor grado de organización y capacidad de movilización. El 8 de marzo, centenares de multitudinarias marchas han recorrido el país para clamar contra la violencia machista (en un país azotado por los feminicidios) y la desigualdad de género, y para exigir la legalización del aborto y la puesta en marcha de políticas públicas contra la discriminación de las mujeres.
Argentina fue el país pionero en poner en marcha una huelga general para las mujeres el 8M, y este 2019 ha vuelto a ser un éxito. Centenares de miles de mujeres han desfilado en grandes marchas por las avenidas de Buenos Aires y de otras grandes capitales del país.
En este país el color que abandera el movimiento feminista es -junto al morado- el verde, debido a que verdes son los populares pañuelos que cientos de miles de mujeres muestran atados a sus bolsos, muñecas y mochilas. Son el emblema de la exigencia de que se legalice el aborto legal, seguro y gratuito. “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, exige el movimiento feminista.
Pero esta exigencia es la punta de lanza de las exigencias del movimiento feminista de un país donde la lacra de la violencia machista alcanza cifras escandalosas. Los feminicidios van en aumento: se cometieron 292 en 2017, 227 en 2018, y solo en lo que llevamos de 2019 se han contabilizado 43 muertes de mujeres a manos de sus parejas. Se calcula que una mujer es asesinada cada 32 horas en Argentina.
El gobierno de Macri ha demostrado repetidamente su desdén por las políticas de género. “El Ejecutivo tan solo destina 11 pesos (0,24 euros) por mujer por año para erradicar la violencia machista. Y además solo ha ejecutado un 60% del presupuesto destinado a estas políticas, insuficiente para que estas líneas de acción tengan incidencia en la realidad”, denuncia la diputada peronista De Ponti.
Otro reclamo principal es la brecha salarial en Argentina, donde a las mujeres se les paga como media un 26% menos que a los hombres, porcentaje que ha ido en aumento en los últimos años. “Nos hacemos cargo de la mayor parte del trabajo no remunerado y de las tareas de cuidado en lo que termina constituyendo una doble jornada laboral, sin que esto tenga un reconocimiento económico ni esté expresado en políticas laborales para deconstruir esta desigualdad”, dice De Ponti.
Desde 2015, cuando el movimiento ‘Ni una menos’ lideró una movilización masiva contra los asesinatos de mujeres, el movimiento feminista en Argentina no ha dejado de ganar fuerza, organización y peso en la opinión pública. Las feministas albicelestes están fuertemente conectadas con las de otras partes del mundo -como los movimientos de España o Brasil- y no paran de cantar. Una de sus consignas favoritas: «América Latina va a ser toda feminista».