«Preguntada en una entrevista en la Cadena Ser sobre por qué se está produciendo una nueva presión sobre la prima de riesgo española, la vicepresidenta respondido: «ha comenzado a subir desde el jueves, coincidiendo con unas declaraciones sobre la posibilidad de que se reestructurara la deuda griega». Salgado aludió así claramente a las manifestaciones que efectuó el pasado día 14 su homólogo alemán, Wolfgang Schí¤uble en una entrevista publicada por Die Welt en las que indicaba que Grecia debería adoptar «medidas adicionales» en las que podría incluirse la reestructuración de su elevada deuda.»
No es la rimera vez que Salgado critica veladamente a Alemania por los vaivenes en los mercados. Hizo lo propio el pasado 30 de noviembre y reclamó al Gobierno de Angela Merkel que se coordinara con el resto de países del euro para ofrecer un mensaje común a los inversores. «Hay que evitar declaraciones extemporáneas», dijo la vicepresidenta entonces. (EL MUNDO) PÚBLICO.- Esto es lo que le ha ocurrido a Portugal, como antes a Irlanda, que fue la primera en aplicar planes de austeridad que no han servido de nada porque han matado el crecimiento. Todos los ojos están puestos ahora en España. A todos les interesa que aumente la confianza en nuestro país porque España es too big to fail (demasiado grande para caer). Por eso todos se expresan de forma positiva sobre la situación económica y política de España, a la que hay que aislar a toda costa de la dinámica que empezó en Atenas y ha llegado hasta Lisboa. Nuestra situación es bien diferente, sobre todo si se mide por la cifra clave que es el coste de la financiación, todavía por debajo del 6%. Pero de España preocupan las expectativas de crecimiento, que siguen siendo muy débiles, y el verdadero coste de la reestructuración bancaria, que sigue siendo desconocido y que los mercados estiman muy superior al que reconoce el Gobierno. Nuestro caso es diferente, pero en Lisboa se repitió muchas veces que Portugal no era Grecia Economía. El Mundo Salgado acusa a Alemania de la recaída de la deuda española C. Segovia / C. Llorente La vicepresidenta segunda, Elena Salgado, volvió a culpar ayer al Gobierno alemán de las nuevas turbulencias que viven los mercados de la zona euro y que han llevado el coste de la deuda española a niveles récord. Preguntada en una entrevista en la Cadena Ser sobre por qué se está produciendo una nueva presión sobre la prima de riesgo española, la vicepresidenta respondido: «ha comenzado a subir desde el jueves, coincidiendo con unas declaraciones sobre la posibilidad de que se reestructurara la deuda griega». Salgado aludió así claramente a las manifestaciones que efectuó el pasado día 14 su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble en una entrevista publicada por Die Welt en las que indicaba que Grecia debería adoptar «medidas adicionales» en las que podría incluirse la reestructuración de su elevada deuda. Para la ministra, tanto estas declaraciones como «los resultados del domingo en Finlandia, con dudas sobre la posibilidad de que se aprobaran rescates», han desencadenado la nueva espiral bajista que viven los mercados. «Todo eso ha terminado afectando a varios países, no sólo a España, también a Bélgica», subrayó. No es la primera vez que Salgado critica veladamente a Alemania por los vaivenes en los mercados. Hizo lo propio el pasado 30 de noviembre y reclamó al Gobierno de Angela Merkel que se coordinara con el resto de países del euro para ofrecer un mensaje común a los inversores. «Hay que evitar declaraciones extemporáneas», dijo la vicepresidenta entonces. Pese a reconocer la recaída del riesgo país, Salgado se mostró ayer optimista. Calificó el repunte de los tipos de «temporal» y señaló que «los mercados valoran los fundamentales de la economía española», descartando que la recaída de la confianza de los inversores en España tiene que ver también con problemas internos, como el hecho de que la semana pasada el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, diera en China por finalizados los ajustes en España, la lentitud con la que se está llevando a cabo la reestructuración de las cajas de ahorro o la «metedura de pata» del Gobierno al anunciar una inversión millonaria del fondo China Investment Corporation en el sector bancario español, que fue desmentida al día siguiente. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, apuntó ayer mismo a este episodio como el causante de la nueva espiral. «Todos los esfuerzos hechos en los últimos meses para restaurar la confianza en los mercados se pueden venir abajo si el Gobierno no tiene cuidado. Los mercados siguen muy vigilantes respecto a España», indica Alberto Roldán, director de Análisis de Inverseguros. La tormenta prosiguió ayer, por cuarta jornada consecutiva, en los mercados europeos de deuda, aunque con menos virulencia que el lunes. La rentabilidad del bono español a 10 años llegó a superar el 5,57% en su cotización en los mercados secundarios, máximos desde abril del año 2000, aunque al final de la jornada retrocedió hasta 5,53%. Por su parte, la prima de riesgo española retrocedió hasta los 224 puntos básicos, frente a los 231 con que comenzó la jornada. Una bajada que fue posible gracias al repunte de la deuda alemana, también golpeada por las expectativas de una reestructuración de la de Grecia. El bono germano -el de referencia en Europa- escaló desde el 3,25% al 3,28%. La ira de los inversores volvió a cebarse un día más con Atenas. El rendimiento de los bonos de este país con vencimiento a tres años coronó un nuevo récord desde la introducción del euro, llegando al 21,16%. En este contexto tan negativo en el mercado secundario de renta fija, los inversores se vieron sorprendidos por el relativo buen resultado de la subasta llevada a cabo por el Gobierno heleno. Grecia colocó 1.625 millones de euros, un 30% más de lo previsto, en letras con vencimiento a tres meses por las que ha tenido que ofrecer un interés del 4,10%, un 6,5% por encima del abonado en la anterior subasta del mismo tipo, celebrada el pasado mes de febrero. Por su parte, el diferencial con Alemania alcanzaba los 1.146 puntos básicos, con un interés del 14,66%. El contagio prosiguió por el resto de países periféricos. La prima de riesgo de los bonos portugueses saltó a 591 puntos básicos, mientras que la rentabilidad repuntó al 9,167%, algo inferior del interés de los bonos irlandeses, que están en el 9,8%. El riesgo de este país se eleva ya a 653 puntos básicos. EL MUNDO. 20-4-2011 Opinión. Público Tres caídos y uno en discordia Josep Borrell Con Portugal ya son tres los países del euro bajo respiración financiera asistida, excluidos del mercado de capitales y bajo la ayuda/vigilancia de la UE y el FMI. Pero sólo suman el 6 % del PIB de la eurozona. Si se detiene el contagio, la cosa no es tan grave y Europa tiene los medios para hacerle frente. Con el permiso de Finlandia, donde un partido populista que se ha convertido en la tercera fuerza del Parlamento tras las elecciones del domingo se opone a la concesión de ayudas como la que Portugal no ha tenido mas remedio que solicitar. Portugal no había falsificado sus cuentas públicas, como Grecia. Ni había tenido una burbuja inmobiliaria como España. Ni una crisis bancaria como Irlanda. Su problema ha sido un débil crecimiento económico durante años, pérdida de competitividad, desindustrialización y precariedad. Entre 2002 y 2008, Portugal había crecido al 0,8%, la mitad de la media europea. Y durante diez años ha tenido un déficit exterior del 10% del PIB, reflejo de su pérdida de competitividad agravada por la desaparición de industrias tradicionales como la textil frente a la competencia china. En este escenario de bajo crecimiento, las medidas de austeridad han reducido drásticamente la demanda interna y precipitado la recesión. Más austeridad ya sólo servirá para depauperar más a la población y para hacer más difícil el crecimiento, sin el cual no es posible reducir el déficit. Esto es lo que le ha ocurrido a Portugal, como antes a Irlanda, que fue la primera en aplicar planes de austeridad que no han servido de nada porque han matado el crecimiento. Todos los ojos están puestos ahora en España. A todos les interesa que aumente la confianza en nuestro país porque España es too big to fail (demasiado grande para caer). Por eso todos se expresan de forma positiva sobre la situación económica y política de España, a la que hay que aislar a toda costa de la dinámica que empezó en Atenas y ha llegado hasta Lisboa. Nuestra situación es bien diferente, sobre todo si se mide por la cifra clave que es el coste de la financiación, todavía por debajo del 6%. Pero de España preocupan las expectativas de crecimiento, que siguen siendo muy débiles, y el verdadero coste de la reestructuración bancaria, que sigue siendo desconocido y que los mercados estiman muy superior al que reconoce el Gobierno. Nuestro caso es diferente, pero en Lisboa se repitió muchas veces que Portugal no era Grecia y que no necesitaba la ayuda europea. Irlanda decía lo mismo antes de tener que claudicarPortugal se ha resistido hasta el final. No quería hacer caso a las presiones discretas de los que pensaban que las medidas que tenía que tomar para reducir el déficit creaban más tensiones que las que resolvían. La situación se volvió insostenible cuando la oposición de centro derecha se negó a aceptar un nuevo plan drástico de reducción del déficit, las agencias de calificación siguieron rebajando la nota de la deuda portuguesa y de sus bancos, y los tipos de interés que los mercados reclamaban llegaron al 10%. Es decir, la asfixia financiera. Pero la puntilla se la dieron los propios bancos portugueses cuando se negaron a seguir comprando deuda pública porque su baja calificación arrastraba la suya. Dicen que el BCE les indicó que no les seguiría suministrando liquidez si la seguían utilizando para financiar el déficit publico. Naturalmente, el BCE niega haber ejercido esas presiones. Ahora, la UE y el FMI le prestarán unos 80.000 millones de euros en unas condiciones difíciles que tendrán que negociarse con un Gobierno en funciones. Ironía de la historia, el plan que fue rechazado en el Parlamento servirá de base para las contrapartidas que la UE/FMI pedirán a Portugal para concederle su ayuda. La píldora será mas amarga que la que rechazó la oposición. Políticamente, la derecha ha hecho un negocio redondo. Primero la presión de los mercados obliga a un Gobierno de izquierdas a tomar medidas de ajuste impopulares y regresivas que aumentan la desigualdad social. Después, le retira el apoyo parlamentario y obliga a celebrar elecciones anticipadas, que seguramente ganará, para seguir aplicando las mismas políticas, o más duras aún, y dejando a la izquierda sin un discurso alternativo porque les será fácil decirle: “¿Y ustedes qué hacían?”. Ante los tres caídos aparece un tercero en discordia. El mismo día que Portugal tiraba la toalla, el BCE subía el tipo de interés del 1 al 1,25%, antes de que lo hiciese la Reserva Federal estadounidense o el Banco de Inglaterra, y no digamos el del Japón. Claro que el BCE es el único banco central que sólo tiene como objetivo la lucha contra la inflación, sin tener que tomar en cuenta los efectos que sus medidas tienen sobre el crecimiento. Es posible que este sea un nuevo paso en falso del BCE. El anterior fue en junio del 2008, cuando el barril estaba a 127 euros, como ahora, y decidió subir los tipos de interés porque veía venir tensiones inflacionistas. Que Dios les conserve la vista a los de Frankfurt, porque poco después el precio del petróleo se desplomaba y la crisis económica, que había empezado medio año antes en EEUU, le obligaba a bajar a toda velocidad los tipos del 4,25 al 1%. Subir el rendimiento del capital favorece a quien lo tiene. Pero se reduce la renta disponible de los que tienen deudas a tipos de interés variable y, con ello, el consumo. Es una medida tomada para el conjunto de la eurozona que les viene bien a las economías centrales, especialmente la alemana, pero que tendrá efectos negativos en las economías periféricas débiles, a las que resultará más difícil salir de la recesión . PÚBLICO. 20-4-2011