«Esta es la gran vulnerabilidad. Ni el BCE ni la Comisión Europea, ni nadie en la UE puede obligar a los griegos a llevar a cabo las reformas necesarias a cambio de ayuda. Pero sin compromisos vinculantes, los otros países con problemas dirán: ¿por qué debemos apretarnos el cinturón si los griegos no han sido expulsados? Incluso los irlandeses que podrían recibir ayudas por reorganizar radicalmente sus presupuestos en el momento y no tener miedo a recortes salariales drásticos, pueden echar el freno y decir: las pérdidas en cualquier caso para la UE».
El nivel de nuestra integración con Grecia en la Unión Euroea es tan grande que no queremos a los americanos o los chinos metiéndose por medio, determinando el importe de los créditos del FMI y ayudando a determinar las medidas de la crisis. Es por eso que estoy a favor de la creación de un Fondo Monetario Europeo (EWF) para apoyar los programas para Europa, que no se hacen en Washington, sino en Bruselas (DIE WELT) LES ECHOS.- A pesar de los impedimentos, es necesario encontrar una (unas) zanahoria (s) para incitar a redirigir sus finanzas a los países que han hecho caer tales incertidumbres sobre la zona euro. Esta zanahoria podría adquirir la forma de préstamos europeos a la inversión. Es necesario que el desembolso de la financiación de la inversión se ejecute por tramos, como ocurre con los procedimientos de ajuste del FMI. Por último, este procedimiento debe ser propuesto al conjunto de países considerados como frágiles, en este momento: Irlanda, España, Grecia y Portugal. Hay prisa: si Europa no hace alguna cosa hoy, corremos el riesgo de que el FMI lo haga dentro de un par de años con urgencia, arañando de paso un poco más la credibilidad del euro. Alemania. Die Welt El economista jefe de Deutsche Bank advierte de un Euro-Crash El economista jefe del Deutsche Bank, Thomas Mayer, advierte que las deudas de Grecia podrían destruir la zona euro. Sólo la austeridad de todos los países del euro, y mejor con el apoyo de un Fondo Monetario Europeo, ayudaría de acuerdo con Mayer. Para reducir la costosa deuda, los europeos sufrirán también. Thomas Mayer (55) pasa por ser uno de los economistas más destacados del país. Desde enero, es economista jefe del Deutsche Bank, un puesto en el que su predecesor, el deslumbrante Norbert Walter, se convertió en uno de los más conocidos analistas económicos. Mayer se benefició de su propia experiencia: ya ha trabajado con el Fondo Monetario Internacional y los bancos de inversión (…) DIE WELT: Sr. Mayer, ¿está seriamente preocupado por el euro? Thomas Mayer: La situación es más grave de lo que ha sido nunca durante los primeros diez años desde la introducción del euro. El caso de Grecia desempeña un papel clave para su desarrollo. DIE WELT: Grecia es, en términos de poder económico, no mucho más grande que [el Estado federado de] Hesse. ¿No es mucha la histeria desatada en torno a un país pequeño? Mayer: No, es el mayor desafío para la zona euro. Los griegos han perdido, solamente este año, hasta 55.000 millones de euros al renegociar los préstamos antiguos y sustituirlos por nuevos para financiar el presupuesto. Si no consiguen enderezar su déficit, los países que estamos en la zona Euro tendremos que enfrentar un dilema. Podemos rescatar a los griegos por medio de la UE o de la ayuda bilateral. Entonces, el problema hay que resolverlo en el corto plazo. Grecia está a salvo de la quiebra nacional para evitar un terremoto en el mercado europeo de bonos. Por otro lado, un país que debe ser rescatado, quiere decir que no estaba listo para entrar en la zona euro, y en cualquier caso nada ha aprendido desde entonces, como lo demuestran una vez más los números falseados de 2008 y 2009. Por lo tanto, el caso de Grecia ha sido de ejemplar importancia. DIE WELT: ¿Quién puede proporcionar una ayuda concreta y en qué condiciones? Mayer: Ese es el problema crucial. En Europa no tenemos ninguna institución adecuada para la gestión de crisis. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento no dice nada de los países que presentan cifras falsas y no ceden a las advertencias (…) DIE WELT: ¿Así que no hay una solución simple para el problema de Grecia? Mayer: No, esta es la gran vulnerabilidad. Ni el BCE ni la Comisión Europea, ni nadie en la UE puede obligar a los griegos a llevar a cabo las reformas necesarias a cambio de ayuda. Pero sin compromisos vinculantes, los otros países con problemas dirán: ¿por qué debemos apretarnos el cinturón si los griegos no han sido expulsados? Incluso los irlandeses que podrían recibir ayudas por reorganizar radicalmente sus presupuestos en el momento y no tener miedo a recortes salariales drásticos, pueden echar el freno y decir: las pérdidas en cualquier caso para la UE. DIE WELT: ¿Entonces, que Europa está perdiendo la crisis significa para usted algo similar al llamamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI)? Sin embargo, el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, dijo recientemente que al FMI no se le ha perdido nada en Grecia. Si dejamos al FMI tocar la zona euro, el euro caería y sería brutalmente castigado en los mercados de divisas. Mayer: Eso me sorprende. He escuchado decir a un gestor de un enorme fondo de cobertura: El euro y por tanto también los bonos alemanes serán débiles si Grecia recibe un rescate sin plazos fijos. Porque entonces se estará diciendo a los inversores: ahora estamos en el camino que conduce al euro a convertirse en calderilla. El gestor del fondo añadió, "si Grecia es tratada con dureza, y debe tomar medidas tan drásticas como Irlanda, eso será bueno para el euro y para los alemanes y sus bonos". DIE WELT: Schäuble, dijo que los europeos tendrían que resolver sus problemas por sí solos. Mayer: Puedo entender a los políticos desde su perspectiva, si se quiere decir que el nivel de nuestra integración con Grecia en la Unión Europea es tan grande que no queremos a los americanos o los chinos metiéndose por medio, determinando el importe de los créditos del FMI y ayudando a determinar las medidas de la crisis. Es por eso que estoy a favor de la creación de un Fondo Monetario Europeo (EWF) para apoyar los programas para Europa, que no se hacen en Washington, sino en Bruselas. DIE WELT. 21-1-2010 Francia. Les Echos Grecia, Irlanda, etc… Europa debe pagar Laurence Boone La crisis ha puesto en el encabezamiento del sumario la cuestión de la finanzas públicas, sobre todo la de aquellos países que habían podido hasta ahora acomodarse a una deuda y unos déficit crecientes, bajo la tutela de la vigilancia oficial pero más bien benigna de las instituciones europeas. Después de años de complacencia de los mercados, que apenas han hecho pagar más por los derrapajes presupuestarios griegos que no recompensar significativamente (bajo la forma de tasas muy diferenciadas a la baja) la virtud alemana, he aquí que se puede observar de nuevo una diferenciación entre el rendimiento exigido a Grecia y a Alemania (por coger dos situaciones extremas). ¿Es el retorno de las sanciones del mercado a los comportamientos presupuestarios poco virtuosos? No demasiado, el diferencial de tasas que existe entre Grecia y Alemania (apenas 2,5 puntos frente a los más de 10 antes que Grecia se uniera a la zona euro) sugieren más bien que los mercados son conscientes que los países de la zona euro no dejarán a Grecia entrar en la quiebra. Antes de la Unión Monetaria, un país con las finanzas deterioradas veía su moneda “atacada”, es decir, puesta a la venta por los mercados; ese país devaluaba o entraba en suspensión de pagos, sin demasiadas consecuencias para el resto de países europeos. Hoy en día, la amenaza de quiebra de un país de la zona euro tiene consecuencias para los otros países de la zona. Una suspensión de pagos de Grecia pesaría inmediatamente sobre la capacidad para financiarse de otros países con las finanzas públicas deterioradas, como España, Irlanda y Portugal. Esta amenaza estimula los escepticismos sobre la solidez de la zona euro: ¿qué pasaría si un tercio de los países entraran en quiebra en cascada? En el mejor de los casos, un coste de financiación prolongadamente elevado para muchos de estos países, en el peor, la “desunión monetaria”. Por razones políticas, más incluso que económicas, los mercados han comprendido por tanto que la zona euro salvará a uno de sus miembros en dificultades: no habrá pues sanciones del mercado a las finanzas deterioradas para los países de la zona euro. Las instituciones europeas tampoco sancionan las finanzas deterioradas. Prueba irónica: solamente una vez, en 2005, un país estuvo a punto de incurrir en sanciones en el marco de los procedimientos europeos, Grecia, que hizo alarde de un déficit del 3,2% del PIB. Pero Grecia dio garantías de ajuste y evitó las sanciones, sin corregirlo verdaderamente: se sabe hoy que el déficit de 2004 de Grecia fue en realidad del más del 7% del PIB y no se mejoró ligeramente más que en 2005 y 2006, volviendo a caer en 2007 pese a ser un año de fuerte crecimiento. Lo que dio como resultado que un país con las finanzas deterioradas tenga más bien pocas motivaciones para “ajustarlas”: políticamente, es una prueba difícil y no aporta mucho en el corto plazo, mientras que prolongar la lasitud es una estrategia sin riesgo (sin sanciones). A pesar de los impedimentos, es necesario encontrar una (unas) zanahoria (s) para incitar a redirigir sus finanzas a los países que han hecho caer tales incertidumbres sobre la zona euro. Esta zanahoria podría adquirir la forma de préstamos europeos a la inversión. En la mayor parte de ajustes presupuestarios, los gastos de inversión se reducen fuertemente, porque son más fáciles de recortar que los gastos de funcionamiento. Una solución, pues, sería que la UE continúe financiando estos gastos de inversión (vía los fondos estructurales o la Banca europea de inversión), a cambio de un compromiso nacional por el rigor. La “compensación” de las dificultades del ajuste mediante la continuación de la inversión permitirá igualmente encontrar más fácilmente la adhesión de la población y volverá a dar también a Bruselas una imagen “positiva”. Ciertamente, para que el compromiso sea creíble, es necesario que el Parlamento del país en cuestión vote el ajuste y se ponga manos a la obra en los detalles a fin de preservar los procedimientos democráticos del país (y de asegurar la adhesión de todos los poderes políticos). A continuación, es necesario que el desembolso de la financiación de la inversión se ejecute por tramos, como ocurre con los procedimientos de ajuste del FMI. Por último, este procedimiento debe ser propuesto al conjunto de países considerados como frágiles, en este momento: Irlanda, España, Grecia y Portugal. Hay prisa: si Europa no hace alguna cosa hoy, corremos el riesgo de que el FMI lo haga dentro de un par de años con urgencia, arañando de paso un poco más la credibilidad del euro. LES ECHOS. 21-1-2010